Especial Glasgow 2006: Adolescentes con VIH: ni niños ni adultos

Ofrecer una atención especializada sobre sexualidad a los adolescentes con VIH debe formar parte de su atención integral

Núria Rodríguez, desde Glasgow, Reino Unido.
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La mayor parte de los niños que formaron parte de la población pediátrica con VIH son hoy adolescentes que se enfrentan al tránsito hacia la edad adulta. El Centro Hospitalario Universitario de Saint Pierre, en Bruselas, y el Luxembourg/Lux, de Kigali, Rwanda, pusieron conjuntamente en marcha dos cohortes de estudio para el seguimiento de adolescentes en su transición a los servicios de adultos. Ambas cohortes estaban formadas por adolescentes (entre 12 y 19 años), 156 en la cohorte de Rwanda y 86 en la belga, todos ellos en terapia antirretroviral.

En Glasgow, Alexandra Peltier expuso las diferencias derivadas de las distintas condiciones de vida de estos adolescentes. Mientras que en Europa la derivación desde los servicios pediátricos a los centros de adultos suele ocurrir muy tarde, en los países con escasos recursos, los adolescentes son considerados adultos prematuramente y esto les priva de cuidados específicos.

Uno de los factores más importantes y destacados en ambas cohortes es que a medida que los adolescentes maduran hacia una sexualidad adulta, sus cuidadores tienen que hacer frente a temas como la anticoncepción, la maternidad/paternidad, la comunicación del estado serológico a la pareja, el riesgo de transmisión o la profilaxis post-exposición.

En ambos entornos ocurre que el personal sanitario que se encarga de la atención de estos adolescentes a menudo se siente incómodo o carece de habilidades para abordar temas de sexualidad con sus pacientes, lo cual les deja en una situación de falta de atención y asesoramiento específicos durante este periodo crítico de su vida. Por ello, Peltier destacó la importancia y la necesidad de que estos pacientes sean referidos a tiempo a servicios especializados de adultos o que se incluya en el currículo pediátrico la formación en habilidades necesaria para abordar estos temas.

Otro aspecto relevante observado es la importancia del apoyo entre pares como elemento que favorece la protección. Una de las mejores formas que tienen los adolescentes de transitar el proceso de individuación es el desarrollo de la confianza entre pares, ofreciendo los grupos de soporte una gran oportunidad para que los jóvenes se identifiquen con otros que también viven con VIH.

Entre los diversos factores identificados en los países con bajos recursos, dos características específicas se añaden a las dificultades propias de este periodo vital. Por un lado, los adolescentes son considerados adultos precozmente (incluso a los 14 años) con la consiguiente carga de responsabilidad que conlleva la vida adulta; algunos incluso tienen que hacerse cargo de sus hermanos menores. Por otro lado, y no menos importante, muchos adolescentes se han quedado huérfanos y necesitarán un apoyo especial, a menudo no tienen cubiertas necesidades básicas como la comida o la educación, y desde luego la mayoría de ellos no dispone de antirretrovirales. Situaciones extremas como conflictos bélicos, genocidios y violencia vienen a sumarse muchas veces a sus ya complejas vidas.

A partir de los resultados obtenidos, Peltier pone de manifiesto la importancia de ofrecer a los adolescentes (si es posible, antes de la pubertad) una comunicación temprana del diagnóstico, grupos de apoyo y counselling especifico. También destacó la importancia de que los centros de formación y referencia supervisen y estudien mejor las necesidades específicas para una buena transición entre las clínicas pediátricas a las de adultos, para evitar fracasos en los tratamientos y pérdidas en el seguimiento.

En la misma línea apuntan los resultados de un póster presentado en la Conferencia de Glasgow, que se clausuró ayer, en el que se describe el perfil de riesgo de salud sexual de adolescentes que viven con VIH que acuden a las unidades de VIH del Reino Unido. La autora concluye que estos adolescentes constituyen una población socialmente vulnerable y están practicando sexo no seguro con el consiguiente riesgo de transmisión de cepas resistentes del VIH, siendo necesario por ello ofrecer y mejorar los servicios de salud sexual, incluyendo la anticoncepción, especialmente adaptados a las necesidades de esta población.

Fuente: Elaboración propia.

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