Síndrome de piernas inquietas y VIH

Un estudio calcula que un tercio de personas con VIH podría estar afectado

Xavier Franquet
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Las complicaciones relacionadas con el sistema nervioso central son habituales en las personas que viven con VIH. En parte esto ocurre porque las células infectadas por VIH producen proteínas que afectan a las células del cerebro y de la médula espinal, así como a otras células nerviosas del resto del organismo. Como resultado, algunas células del cerebro pueden ver alterado su funcionamiento e incluso llegar a morir. Lo mismo puede ocurrir con nervios del resto del cuerpo. Algunas de los síntomas de estos problemas neurológicos son:

  • Dificultad de concentración.
  • Problemas de memoria.
  • Dificultad para pensar con claridad.
  • Problemas para controlar los músculos.
  • Dificultad para coordinar el movimiento.
  • Dolor o entumecimiento en los nervios de las manos, piernas y pies.

Ahora un grupo de médicos de la Universidad de Münster en Alemania ha identificado otro problema añadido: el síndrome de las piernas inquietas (SPI o RLS en sus siglas en inglés).

El término síndrome de piernas inquietas designa un conjunto de síntomas que hacen que la persona sienta la necesidad de mover sus piernas, pies o en algunos casos brazos. La necesidad de mover las piernas ocurre cuando una persona está tumbada o sentada durante periodos prolongados de tiempo. Estos síntomas se alivian:

– Haciendo estiramientos,
– agitando o contoneando las piernas,
– andando,
– realizando ejercicio físico.

Los síntomas son mucho más molestos por la noche. Las personas afectadas por este síndrome padecen a menudo trastornos del sueño, como levantarse antes de la hora o dificultades para conciliar el sueño o mantenerse dormidas.

La causa exacta del SPI no está clara. Algunos investigadores sugieren que puede tratarse de niveles insuficientes de un neurotransmisor llamado dopamina en los nervios de las personas afectadas.

En general, el SPI no se asocia a una enfermedad subyacente, pero a veces puede darse en personas con los siguientes síntomas o complicaciones:

– Daño nervioso en las manos y pies (neuropatía periférica), que puede ser causado por diabetes, por la misma infección por VIH o por el uso prolongado de grandes cantidades de alcohol.

– Niveles insuficientes de hierro.

– Daño renal grave. Cuando los riñones no funcionan debidamente pueden propiciar bajos niveles de hierro en sangre.

Algunos investigadores piensan que puede haber algún tipo de vínculo entre ciertas anomalías en la inmunidad y el SPI. Por ejemplo, en aquellas complicaciones en las que el sistema inmune se ataca a sí mismo o a partes del organismo parece que podría darse un aumento del riesgo de SPI. Estas enfermedades autoinmunes suelen ser artritis reumatoide, esclerosis múltiple y diabetes.

Este grupo de investigadores de la Universidad de Münster ha lanzado la siguiente teoría: dado que el VIH daña el sistema inmune e incrementa el riesgo de neuropatía periférica, quizás ello también implique un aumento del riesgo de padecer SPI. Para investigar sobre ello diseñaron un estudio piloto. Los resultados de este estudio sugieren que la SPI puede darse con más frecuencia en personas con VIH que en la población sin VIH.

Se repartieron o enviaron encuestas a 228 personas con VIH, sólo 129 respondieron. El equipo del estudio comparó la información médica de los encuestados con la de 100 personas sin VIH similares a las 129 personas con VIH. El perfil medio de personas con VIH que participaron en este estudio fue el siguiente:

– 14% mujeres y 86% hombres.
– Edad media de 44 años.
– Recuento de CD4 333 células/mm3.
– Un 44% de los participantes tuvo síntomas relacionados con SIDA en el pasado.
– Un 82% de participantes tomaba TARGA.

De las 129 personas que respondieron la encuesta, el 33% tenía SPI en comparación con el 7% de las personas VIH negativas. Además, las personas con VIH presentaban mayor probabilidad de tener síntomas graves de SPI. Y entre éstas, se relacionaron los recuentos más bajos de CD4 con una mayor gravedad de la SPI.

Cerca del 20% de las personas con VIH y SPI también tenían un pariente con SPI, mientras que ninguna de las personas sin VIH informó de tener parientes con esta dolencia.

Las personas con VIH y SPI tenían además mayor probabilidad de tener otras complicaciones como:

– Dificultad para conciliar el sueño
– Dificultad para mantenerse dormidas
– Cansancio inesperado durante el día

Los investigadores sospechan que el SPI puede tener un vínculo inmunológico subyacente, aunque no pueden identificarlo ahora. Que el 33% de personas con VIH tenga este problema es significativo porque se han encontrado proporciones similares de persona con SPI en otros estudios sobre desórdenes inmunológicos como la artritis reumatoide y la esclerosis múltiple. Los autores subrayan la aparente relación entre SPI y recuentos bajos de CD4 en personas con VIH.

Una debilidad de este estudio es que la inscripción de voluntarios se llevó a cabo en centros especializados en neurología y medicina interna, lo que puede haber llevado a una excesiva participación de personas con VIH y desórdenes del sistema nervioso. Con todo, este estudio alemán es un primer paso importante para identificar el SPI en personas con VIH. Quizás estimulará a otros centros para estudiar también el SPI en esta población.

Aunque el propósito del estudio no fue valorar la eficacia de una terapia para SPI, se prescribió L-dopa (dopamina) durante 10 días a los pacientes con VIH. Según los investigadores, la respuesta a la terapia fue de ‘buena a excelente’.

Fuente: Sean R. Hosein para CATIE-News (www.catie.ca)
Referencias: Happe S, Kundmüller, Reichelt D, et al. Comorbidity of restless legs syndrome and HIV infection. Journal of Neurology 2007 Oct;254(10):1401-6.
Stefansson H, Rye DB, Hicks A, et al. A genetic risk factor for periodic limb movements in sleep. New England Journal of Medicine 2007 Aug 16;357(7):639-47.

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