El uso de metanfetamina parece ser relativamente frecuente entre las personas con el VIH en EE UU. Además, este uso se relacionó con unos peores resultados en salud asociados a esta infección, así como con una mayor probabilidad de coinfección por otras infecciones de transmisión sexual. Estas son las conclusiones de un estudio, que ha sido publicado en AIDS, que realizó la revisión de los historiales médicos de una clínica del VIH en EE UU.
La metanfetamina es una sustancia estimulante que pertenece al grupo de las anfetaminas y presenta un riesgo más elevado de generar dependencia en comparación con otras sustancias. En las últimas dos décadas, se ha observado un incremento en su uso en muchos países, especialmente entre hombres gais, bisexuales y otros hombres que practican sexo con hombres (GBHSH). De hecho, el consumo habitual de metanfetamina es el principal factor de riesgo de VIH entre hombres GBHSH que la utilizan en contextos de chemsex en EE UU (véase La Noticia del Día 25/09/2020). Precisamente el uso de metanfetamina supone un serio obstáculo en la respuesta al VIH en dicho país. Por este motivo, resulta necesario disponer de datos fiables y actualizados respecto a la prevalencia y el impacto del consumo de metanfetamina entre las personas con el VIH.
En consecuencia, un equipo de investigadores realizó la revisión de los historiales médicos de 3.092 personas con VIH que acudieron a una única clínica urbana especializada en el VIH (situada en California, EE UU) entre el 1 de julio de 2022 y el 30 de junio de 2023. La mediana de edad de los participantes fue de 53 años, el 88% de estas personas se identificaron como hombres, el 53% eran de raza blanca y el 26%, de origen latino.
El estudio pretendía determinar el número de personas que usaban metanfetamina, qué personas eran más propensas a usarla y si existían diferencias en los resultados en salud relacionados con el VIH entre las personas usuarias y las que no. Esta información puede ser útil a la hora de diseñar estrategias integradas para abordar tanto el tratamiento del VIH como el uso problemático de la metanfetamina.
Se comprobó que unas 519 personas usaban metanfetamina, lo que equivale a una prevalencia del 17% respecto al total de 3.092. Al comparar las características de las personas usuarias de esta sustancia con las que no la tomaban, se comprobó que las que consumían esta sustancia fueron más propensas a ser más jóvenes, a ser de raza blanca, ser lesbianas u hombres GBHSH o a residir en barrios con malos determinantes sociales de salud. Unos 179 participantes dieron positivo a metanfetamina en un análisis de orina durante el periodo de estudio y, de ellos, entre el 1% y el 12% también dieron positivo para una o más sustancias adicionales, incluyendo el fentanilo.
El análisis también reveló que el uso de metanfetamina se relacionó con una mayor probabilidad de que hubiera una coinfección por hepatitis C, gonorrea o clamidia.
El uso de metanfetamina se relacionó con un peor seguimiento del VIH al ser más probable que se saltasen visitas médicas. Así, las personas que usaban metanfetamina faltaron al 17% de las visitas frente al 7% de las visitas en el caso de las que no consumían la sustancia. También se comprobó que el 11% de las personas con historial de uso de metanfetamina tenían un recuento de CD4 inferior a 200 células/mm3 (umbral definitorio de enfermedad avanzada), frente al 4% de las personas a las que no constaba dicho historial de consumo. Por último, el 87% de las personas que tenían antecedentes de uso de la sustancia tenían una carga viral indetectable (por debajo de 200 copias/mL), en comparación con el 95% de las personas que no tenían antecedentes de uso de dicha sustancia.
Por otro lado, el 12% de las personas que usaban metanfetamina (en comparación con el 6% de las que no la consumían) dieron positivo en un cribado de trastorno depresivo grave. Sin embargo, el 25% de las personas de las que constaba un historial de uso de metanfetamina rechazaron ese cribado, al igual que el 21% de las personas sin dicho historial.
En opinión de los autores del estudio, los peores resultados en salud relacionados con el VIH observados entre las personas que usan metanfetamina repercuten no únicamente en su propia salud, sino que también entrañan una mayor probabilidad de que el virus se transmita a terceras personas (al reducirse el número de personas con carga viral indetectable).
Los autores sugieren que la integración de las estrategias de reducción de daños (así como el tratamiento farmacológico y conductual del consumo de sustancias) dentro de la atención del VIH puede contribuir a mejorar los esfuerzos de prevención. Adicionalmente, advirtieron de que, para que este tratamiento sea eficaz, se deberían abordar los problemas de salud mental. Por último, hacen un llamamiento para aumentar la investigación de la efectividad de las distintas estrategias para el tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias en la población con el VIH.
No obstante, el equipo de investigadores también señaló que su estudio cuenta con limitaciones, como la dependencia a los historiales médicos a la hora de establecer el uso de metanfetamina, un hecho que puede haber subestimado el consumo real de la sustancia. Además, el diseño retrospectivo del estudio impide hacer inferencias sobre la causalidad.
Fuente: TheBodyPro/Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencia: Bamford L, Rajagopal A, Grelotti D, et al. Impact of methamphetamine use on HIV and other health outcomes at an urban HIV medicine clinic. AIDS ():10.1097/QAD.0000000000003975, July 03, 2024. | DOI: 10.1097/QAD.0000000000003975
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