Enfermedad arterial periférica en personas con VIH

Juanse Hernández
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Un estudio español muestra una baja prevalencia en personas con múltiples factores de riesgo de enfermedad cardiovascular

Cada vez se conoce con mayor certeza que las personas con VIH tienen un riesgo elevado de enfermedad cardiovascular. La enfermedad arterial periférica (EAP) es un indicador de aterosclerosis y un factor pronóstico sólido de un aumento del riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular. En la EAP, los vasos sanguíneos que transportan sangre rica en oxígeno a los riñones, estómago, brazos, piernas y pies se ven afectados por la aterosclerosis (endurecimiento y degeneración de la pared de las arterias como consecuencia del depósito de colesterol). Cuando no se trata, la EAP puede causar calambres, fatiga, molestias en las piernas y daño renal potencialmente graves. El diagnóstico de esta enfermedad se realiza a través de la medición del índice tobillo-brazo, una prueba sencilla cuyo resultado es el cociente entre la presión arterial en el tobillo y la presión en el brazo. Un índice tobillo-brazo de 0,9 o inferior indica una dificultad en la llegada de la sangre a las extremidades inferiores, es decir, la presencia de enfermedad arterial periférica. Un índice alto, de 1,4 o más, podría también comportar un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.

Los resultados de una investigación suiza presentados en septiembre de 2007 en la 47 Conferencia Interciencias sobre Agentes Microbianos y Quimioterapia (ICAAC, en sus siglas en inglés) celebrada en Chicago (EE UU) revelaron que cerca de un 21% de las personas con VIH que participaban en el estudio tenía enfermedad arterial periférica. Sin embargo, este hallazgo contrasta con los resultados de un estudio publicado recientemente que muestra una baja prevalencia de EAP en un grupo de pacientes con VIH.

En este estudio, publicado en forma de ‘carta al editor’ en la edición de 1 de enero de 2008 de The Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes, Enrique Bernal, de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital General Universitario de Elche (España), y su equipo de colaboradores evaluaron la presencia de enfermedad arterial periférica en 91 personas con VIH que tenían dos o más factores habituales de riesgo de enfermedad cardiovascular.

El promedio de edad de los participantes fue de 50 años, un 80% eran hombres, un 36% tenía un historial de uso de drogas inyectables, y un 32% había progresado a SIDA. Un 81% estaba tomando terapia antirretroviral (TARV) y un 63% tenía experiencia en el uso de inhibidores de la proteasa (IP), la clase de fármacos antirretrovirales que, con más frecuencia, se ha asociado con el riesgo de enfermedad cardiovascular. La duración mediana de la TARV fue de siete años. Un 52% de los participantes tenía una carga viral por debajo de las 50 copias/mL y un recuento mediano de CD4 de 507 células/mm3. Un 34% presentaba lipodistrofia y un 69%, elevación de lípidos; un 73% eran fumadores y un 18%, diabéticos. Un 57% de los integrantes del grupo de estudio tenía la presión sanguínea alta y un 20%, antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular.

Un total de 33 participantes (36,3%) tuvo tres o más factores de riesgo de enfermedad cardiovascular, y 26 (28,6%), cuatro o más.

Los investigadores determinaron el índice tobillo-brazo de cada uno de los pacientes y hallaron que sólo en cuatro de ellos (4,39%) se observó un índice bajo (medición inferior a 0,9). Los cuatros eran hombres de más de 45 años (edad mediana de 55 años; rango: 48-73). Tres de ellos estaban tomando TARV, y todos tenían cierta experiencia en el uso de inhibidores de la proteasa. Tres de estos pacientes presentaban lipodistrofia y dos, lipoatrofia. Por último, tres de estos participantes con un bajo índice tobillo-brazo tenían tres o más factores de riesgo de enfermedad cardiovascular. Dos pacientes sufrieron un ataque al corazón mientras se desarrollaba el estudio.

Los investigadores observan que, si bien los estudios realizados en la población general han revelado una prevalencia de EAP que oscila entre un 5 y un 30% (dependiendo de la edad y de la presencia de factores de riesgo cardiovascular), su estudio ha hallado una baja prevalencia de esta enfermedad, a pesar de que un 28% de los integrantes del estudio tenía cuatro o más factores de riesgo de enfermedad cardiovascular.

Dado que la mayoría de los estudios efectuados en la población general ha contado con participantes de mayor edad que los incluidos en el estudio español, los investigadores consideran que la prevalencia de esta enfermedad en personas con VIH podría aumentar como consecuencia del envejecimiento de esta población.

Fuente: Aidsmap / Aidsmeds / Elaboración propia.
Referencia: Bernal E, et al. Low prevalence of peripheral arterial disease in HIV-infected patients with multiple cardiovascular risk factors. J Acquir Immune Defic Syndr 47: 126 -127, 2008.

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