A la mayoría de personas con el VIH y diabetes tipo 2 no se les realiza las revisiones rutinarias recomendadas que son necesarias para prevenir las complicaciones crónicas asociadas a dicha comorbilidad. Esta es la principal conclusión de un estudio estadounidense presentado en el Encuentro Anual de la Conferencia de EE UU sobre el VIH/Sida 2021 (USCHA 2021), celebrado online a causa de la pandemia de la COVID-19 el pasado mes de diciembre. Los investigadores sugieren que se debería ofrecer a las personas con el VIH pruebas rutinarias de cribado de diabetes ajustadas a su estado de salud de mayor riesgo.
Se sabe que las personas con el VIH tienen un mayor riesgo de padecer diabetes y las complicaciones a largo plazo asociadas con esta enfermedad. De este modo, la necesidad de un cribado rutinario para prevenir estas complicaciones es acuciante en esta población debido al estado de salud de mayor riesgo en que se hallan. Los exámenes preventivos de rutina de la diabetes pueden ayudar a identificar las complicaciones crónicas de esta patología de forma temprana si se realizan en los intervalos recomendados.
Entre las principales medidas de calidad en la atención rutinaria de la diabetes en personas con el VIH, recomendadas por el Conjunto de Datos e Información sobre la Eficacia de la Atención Sanitaria (HEDIS, en sus siglas en inglés), se incluyen la prueba de A1c una vez cada 3 meses –conocida también como prueba de hemoglobina A1c o HbA1c y que proporciona información sobre los niveles promedio de glucosa en sangre en los últimos 3 mese –, los exámenes de pies y ojos cada 12 meses, las pruebas de cribado del cociente de albúmina y creatinina en orina (UACR, en sus siglas en inglés) cada 12 meses y dos tomas controladas de la presión arterial cada 12 meses.
Con el objetivo de examinar las tasas de cumplimiento de las recomendaciones de cribado de HEDIS para la diabetes e identificar los predictores de un mal cumplimiento en personas con el VIH, un equipo de investigadores del servicio de farmacia clínica del Southwest CARE Center de Santa Fe en Nuevo México (EE UU) realizó un estudio de cohorte en el que se evaluaron los datos de 121 pacientes adultos de dicho centro médico que habían sido diagnosticados de diabetes y VIH y que recibieron tratamiento entre 2019 y 2020.
La edad media de los pacientes era de 57,5 años y el 9% eran mujeres. La media de tiempo desde que recibieron el diagnóstico de VIH era de 19,8 años y tenían una puntuación de riesgo intermedio de enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ASCVD, en sus siglas en inglés) del 17,08%.
A pesar de conocer su diagnóstico de diabetes, el 93,4% no estaban al día en sus revisiones preventivas rutinarias para evitar complicaciones. Así, de los 121 pacientes, solo 30 se habían sometido a las pruebas de A1c recomendadas, 37 a las revisiones de cribado de cociente albúmina y creatinina en orina y únicamente 18 se habían realizado las revisiones de pies recomendadas. La única prueba en que la mayoría estaba al día eran las tomas controladas de presión arterial (90 de los 121 pacientes). Al examinar los factores asociados al cumplimiento del cribado de A1c, solo la edad (cociente de probabilidades [CP]: 0,95; p= 0,04) fue un predictor significativo.
Los investigadores señalaron que las pruebas rutinarias de cribado de complicaciones de la diabetes son relativamente fáciles de implementar. Dicho cribado es mínimamente invasivo y lo puede realizar personal sanitario que haya recibido formación en el manejo de la diabetes durante las citas clínicas rutinarias.
La investigación en curso del equipo está analizando los posibles beneficios de los servicios de farmacia clínica para ayudar en las evaluaciones de los pacientes con el VIH. En dicha investigación, donde se subraya el mayor riesgo y los peores resultados del tratamiento de la diabetes en personas con el VIH, se incluye un estudio que compara a 337 personas con el VIH en 2005 con una cohorte de 338 participantes en 2015. Este estudio revela que la prevalencia de diabetes de tipo 2 había aumentado desde el 6,8% en 2005 hasta el 15,1% en 2015, para un riesgo relativo de 2,4 en comparación con la población general.
El equipo de investigadores señala que la prevalencia alarmantemente alta de diabetes tipo 2 en personas con el VIH requiere un mejor cribado, dirigido a pacientes mayores y a aquellos con una exposición más prolongada a los antirretrovirales. Además, se necesitan con urgencia estrategias eficaces de prevención y manejo de la diabetes para reducir este riesgo. Dichas intervenciones deben abordar los factores de riesgo convencionales, como la obesidad abdominal, y los factores de riesgo específicos del VIH, como el aumento de peso tras el inicio del tratamiento antirretroviral. Cabe destacar que la cohorte de 2015 era significativamente mayor y tenía un índice de masa corporal (IMC) más alto, así como un mayor nivel de hipertensión que la cohorte de 2005.
Desde que se publicó ese estudio de 2015, la preocupación, especialmente por el aumento de peso en la población con el VIH, no ha hecho más que crecer. Uno de sus autores apunta que al igual que en la población general, las personas con el VIH experimentaron un aumento de peso significativo durante los confinamientos por la pandemia de la COVID-19. Si a ello se suma el elevado número de personas con el VIH en tratamiento con inhibidores de la integrasa, se puede decir que el aumento de peso sigue siendo un problema que se debe abordar.
Como conclusión, se sugiere que serían convenientes más estudios que comparen las tasas sorprendentemente altas de cribado inadecuado de la diabetes en personas con el VIH del estudio con el cribado rutinario de esta patología en la población general.
Fuente: Medscape / Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia: Hardman M PharmD, et al. Inadequate Routine Diabetes Screening Common in HIV. United States Conference on HIV/AIDS (USCHA) 2021 Annual Meeting: Poster 15. Presented December 2, 2021.
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