Según un estudio realizado por la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y el Instituto de Capacitación e Investigación Biomédica de Zimbabue, presentado en la XII Conferencia de la Sociedad Internacional del Sida sobre Ciencia del VIH (IAS 2023), la oferta de servicios de salud comunitarios en Zimbabue a personas jóvenes evidenció el impacto positivo de la integración de servicios sanitarios, pero no demostró mejorar la cascada de atención del VIH.
En Zimbabue, la población joven tiene un alto riesgo de infección por el VIH debido a que su participación en los servicios de salud se ve limitada a instalaciones que no satisfacen sus necesidades. La falta de fuentes de información en estas personas jóvenes sobre salud sexual y reproductiva que incluyan la gestión de la salud menstrual, la anticoncepción y las pruebas del VIH contribuye a peores resultados en materia de VIH.
Con el objetivo de identificar estrategias para mejorar la prevención del VIH en este grupo de personas jóvenes, un equipo de investigadores llevó a cabo un estudio -CHIEDZA-, aleatorizado por comunidades (en vez de por individuos), durante un periodo de 30 meses, incluyendo un breve receso en primavera debido a la epidemia de la COVID-19 en 2020. Durante el estudio, se ofrecieron servicios semanales de atención integral del VIH y servicios de salud sexual y reproductiva a personas jóvenes de entre 16 y 24 años. Se podía acceder a estos servicios de manera voluntaria y opcional a través de centros comunitarios ubicados en tres provincias urbanas y periurbanas del país africano.
Se constituyeron un total de 24 grupos comunitarios, de los cuales 12 se asignaron a cada uno de los dos grupos de estudio. Las personas asignadas al grupo de control recibieron los servicios estándar de atención médica, como pruebas de VIH, y servicios de salud sexual y reproductiva. En contraste, los participantes en el grupo de intervención tuvieron acceso a una amplia gama de servicios, que abarcaban pruebas del VIH realizadas por profesionales de la salud o pruebas de autodiagnóstico y asesoramiento; tratamiento y seguimiento del VIH en caso de resultado positivo; servicios de salud sexual y reproductiva que incluían pruebas y tratamiento para infecciones de transmisión sexual (ITS), pruebas de embarazo, anticoncepción y suministro de material preventivo; información y opciones para la circuncisión masculina voluntaria; así como orientación y asesoramiento en temas de salud general. Además de estos servicios, se ofrecían actividades sociales y se proporcionaban productos básicos de forma gratuita o a precios reducidos.
Para medir los resultados, se usaron encuestas poblacionales al final de la intervención que cubrían el conocimiento del estado serológico al VIH, historial de pruebas y atención del VIH, conducta sexual, uso de anticonceptivos, control menstrual y circuncisión El objetivo de las encuestas era principalmente medir el número de participantes con el VIH con carga viral por debajo de las 1.000 copias/mL y de manera secundaria el impacto de la intervención en los objetivos 90-90-90.
Los jóvenes mostraron un gran interés en los servicios que proporcionaba el estudio CHIEDZA. En total acudieron 36.991 participantes. La mayoría de participantes eran mujeres (75%). Por edades, 19.588 tenían entre 16 y 19 años y los otros 17.402, entre 20 y 24 años. En total, se realizaron 78.810 visitas, registrándose un promedio de 55 jóvenes que acudían a diario a los centros comunitarios. Además, el 41% de los participantes realizaron más de una visita durante el periodo del estudio.
El número de personas que se realizaron la prueba del VIH fue elevado, ya que estaba a disposición de aquellas que desconocían su estado serológico o no se habían hecho la prueba recientemente. De entre todos los participantes que cumplían los criterios, el 84% se realizó la prueba diagnóstica; de ellos, un 17% se la hizo en más de una ocasión. Además, un 28% de las personas que inicialmente no eran elegibles para hacerse la prueba regresaron en un momento posterior y se la realizaron.
En total, la prevalencia del VIH fue del 1%, lo que equivale a 377 personas seropositivas, el 75% de las cuales optaron por recibir atención médica. También acudieron a los servicios 1.162 jóvenes que habían sido diagnosticados con anterioridad. No obstante, es importante resaltar que la tasa de incidencia del VIH entre los que acudieron a los servicios de forma periódica fue inferior al 1%.
Los servicios más solicitados por las mujeres fueron los productos de higiene menstrual (97%), las pruebas del VIH (84%) y el tratamiento del dolor menstrual (60%). Para los hombres, los más demandados fueron los preservativos (94%), las pruebas del VIH (86%) y los mensajes de texto sobre salud sexual y reproductiva (67%). En promedio, las personas accedieron a dos servicios durante su primera visita, y la mayoría de los participantes utilizaron varios servicios.
Los resultados fueron similares para ambos grupos analizados. En el brazo de control, el 55% de las personas con el VIH conocían su estado serológico y un 99% de ellas estaban bajo tratamiento, logrando una tasa de supresión viral del 71%. Por otro lado, en el grupo de intervención (usuarios de CHIEDZA), el 57% de los participantes estaba al tanto de su estado serológico al VIH y el 95% recibía tratamiento, alcanzando una tasa de supresión viral del 76%.
La mitad de los participantes dieron la puntuación máxima a las intervenciones mientras que el 40% las valoró con un cuatro sobre cinco. El aspecto más valorado de CHIEDZA fue su gratuidad, seguido de la facilidad de acceso y la amabilidad de los proveedores de los servicios. Los centros comunitarios organizaron espacios seguros y exclusivos para jóvenes, con trabajadores de edades similares como primer contacto y otros jóvenes a los que se les capacitó para movilizar y apoyar a sus comunidades. Gracias a la posibilidad de compartir experiencias similares se lograba atender las necesidades de los jóvenes de primera mano y así como comprender sus vidas y los desafíos a los que pudiesen estar enfrentando.
Sin embargo, a pesar de las buenas valoraciones de los distintos servicios, el estudio no pudo hallar evidencias de que las personas jóvenes que fueron usuarias de CHIEDZA tuviesen mayores probabilidades de alcanzar la supresión viral. También se planteó que el éxito de la intervención debería ser definido por las comunidades y no por los investigadores
Los resultados ponen de manifiesto lo complicado que resulta medir de forma precisa el impacto de estas intervenciones en metas específicas, como los objetivos 90-90-90. A pesar de que es crucial que la atención médica sea adaptable, abarque diversos servicios y sea accesible para integrarse en las comunidades, también es necesario que estos demuestren de manera efectiva su capacidad para cumplir con métricas esenciales en un contexto predefinido.
Fuente: AIDSMAP / Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencias: Ferrand RA et al. Uptake of integrated HIV and sexual and reproductive health services for youth at community centres in Zimbabwe. 12th IAS Conference on HIV Science, Brisbane, abstract OAE0204, 2023.
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