Un estudio canadiense identifica los factores facilitadores de la atención virtual a personas mayores con el VIH

La confianza con el equipo médico, el acceso a la tecnología y la privacidad son factores a tener en cuenta para conseguir que la atención remota sea efectiva en la población con el VIH de mayor edad

Miguel Vázquez
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La confianza, el acceso a la tecnología y la privacidad son factores a tener en cuenta para conseguir que la atención virtual sea efectiva, a medida que esta intervención se generaliza en personas que se hacen mayores con el VIH. Estas fueron las conclusiones de un estudio en el que se entrevistó a adultos mayores con el VIH que utilizan la atención virtual y publicado en publicado en JMIR Aging.

A raíz de la pandemia de COVID-19 se favoreció un mayor uso de la atención virtual para proporcionar asistencia sanitaria a las personas. Por otro lado, las personas adultas mayores se encuentran entre los beneficiarios más frecuentes de la atención virtual, ya que les permite recibir la atención que necesitan sin necesidad de desplazarse. Dentro de esta población mayor, aquellas con el VIH pueden requerir una especial atención debido a sus características. En consecuencia, se puso en marcha un estudio cuyo objeto era recoger las opiniones y percepciones sobre la atención virtual de las personas mayores con el VIH, con especial atención al grado de apoyo de la atención virtual, los obstáculos percibidos en la atención virtual y las propuestas para mejorarla.

Para participar en el estudio, las personas con el VIH debían vivir en Ontario (Canadá) y tener 50 años de edad o más. La inscripción se realizó a través de las redes sociales, unidades de VIH, centros de atención sanitaria que atienden a personas mayores con el VIH y clínicas geriátricas. Para garantizar la diversidad de la cohorte, también se buscó la colaboración con organizaciones comunitarias.

Las entrevistas a las personas participantes se realizaron de forma presencial, por teléfono o a través de videoconferencia y fueron realizadas por un asistente de investigación capacitado o por un par en el grupo de investigación. De forma opcional, también se ofreció a todas las personas un formulario demográfico opcional para rellenar. Las entrevistas se transcribieron y, posteriormente, dichas transcripciones se analizaron y organizaron.

Finalmente, se contó con la participación de 14 personas (10 de ellas, hombres), de las cuales 9 vivían en un entorno urbano y la media de edad del total fue de 63 años. En el transcurso de las entrevistas se identificaron 3 temas principales: la importancia de las relaciones en la atención virtual, la privacidad y confidencialidad en la atención virtual y las barreras tecnológicas y de acceso a dicha intervención.

Aquellas personas que declararon mantener buenas relaciones con el equipo sanitario que las atendían se sintieron más cómodas compartiendo sus preocupaciones de salud y recibiendo ayuda para manejar sus dolencias. Esto hace que poder contactar con dichos profesionales de atención primaria de forma virtual sea importante para las personas mayores que dependen de ella. Sin embargo, aquellas personas que no tenían una buena relación con los profesionales sanitarios se mostraron menos propensas a cumplir su tratamiento o acudir a sus citas. Las personas se mostraron más predispuestas a acceder a otros servicios de atención virtual si tenían un médico de cabecera fijo.

Otro aspecto al que las personas dieron gran importancia fue la privacidad. Muchas sentían que las consultas telefónicas les proporcionarían más anonimato y privacidad, en comparación con las citas presenciales. Esto favoreció que las personas pudieran tratar temas más delicados, como la salud sexual, en un espacio más cómodo. Sin embargo, otras mostraron su preferencia por las consultas presenciales, especialmente si convivían con otras, ya que precisamente las citas presenciales les ofrecerían más privacidad lejos de otros miembros de la familia. También se detectó que algunas personas mostraban cierta desconfianza hacia las plataformas de atención virtual ya que no confiaban en que pudieran garantizar la seguridad y privacidad de la información.

A raíz de la pandemia de COVID-19, a la mayoría de las personas del estudio se les sugirió que no fueran en persona a la atención sanitaria. Esta atención virtual supuso ciertas ventajas, ya que, por ejemplo, permitió reducir el tiempo que necesitaban ausentarse del trabajo. Por otro lado, para la mayoría, no supuso un gran problema, ya que disponían de un teléfono o a un ordenador para poder acceder a la atención virtual, aunque algunas tuvieran que compartir los dispositivos con otras personas. A pesar de todo, las personas participantes mostraron preocupación por aspectos como la conexión a internet, los dispositivos electrónicos, la falta de conocimientos tecnológicos y el hecho de no encontrar un lugar seguro para utilizar los dispositivos compartidos.

A pesar de todo, hay que destacar algunas de las limitaciones del estudio. Para empezar, es posible que no sea posible extrapolar sus hallazgos de forma directa, debido a que la muestra de participantes no era muy representativa, incluyendo la posibilidad de un sesgo en la selección de las personas participantes. Por otro lado, tampoco se evaluó el efecto a largo plazo de la atención virtual.

El equipo de investigadores concluyó que sus resultados ponen de relieve la necesidad de cultivar relaciones de confianza entre los profesionales sanitarios y las personas que se hacen mayores con el VIH en entornos de atención virtual, lo que pasaría por convertir en máxima prioridad el garantizar la privacidad del paciente. El desarrollo de modelos de atención virtual inclusivos depende de la colaboración entre profesionales sanitarios y responsables políticos para garantizar que las personas reciban la atención que necesitan de la forma que les resulte más cómoda y se cubran sus necesidades.

Fuente: AJMC/Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencia: Kokorelias KM, Valentine D, Dove EM, et al. Exploring the perspectives of older adults living with HIV on virtual care: qualitative study. JMIR Aging. 2024;7:e65730. doi:10.2196/65730

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