Una investigación publicada en Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes ha concluido que las personas con el VIH de más de 50 años presentarían una elevada prevalencia de diversos trastornos asociados a la edad. Una proporción considerable de los participantes se habían caído durante el año anterior a entrar en el estudio, muchos presentaban deterioro cognitivo y el 30% tenían una calidad de vida regular o mala.
La llegada de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA) en la segunda mitad de la década de 1990 y su mejora continuada –con la llegada al mercado de medicamentos cada vez más efectivos y tolerables– ha permitido que hoy en día muchas personas con el VIH tengan una muy buena calidad de vida hasta edades avanzadas. Sin embargo, diversos estudios llevados a cabo en los últimos tiempos han mostrado que el VIH se asociaría a un envejecimiento prematuro y diversas patologías asociadas a este tendrían lugar antes que en la población general (véase La Noticia del Día 27/04/2016).
Sobre la base de estos últimos hallazgos, un equipo de investigadores estadounidenses llevó a cabo un estudio encaminado a describir y cuantificar cómo el VIH repercute en el envejecimiento. Dado el envejecimiento prematuro observado en personas con el VIH antes descrito, la edad de corte para seleccionar a los participantes fue de 50 años en vez de los 65 años comúnmente utilizados en la mayor parte de estudios sobre envejecimiento.
Como herramientas para medir el estado de salud y la calidad de vida, los investigadores utilizaron el índice VACS (Estudio de Cohorte sobre Envejecimiento de Veteranos, en sus siglas en inglés) –una herramienta que se sirve de diversos marcadores tanto relacionados con el VIH como con otras patologías– y una evaluación de la salud física y funcional (con los cuestionarios ADL e IADL actividades de la vida diaria y actividades instrumentales de la vida diaria, respectivamente, en sus siglas en ingles). Además, también se evaluaron la salud mental, el estado de salud general, la adherencia al tratamiento antirretroviral y la percepción del participante del apoyo social recibido.
Entre diciembre de 2012 y diciembre de 2014, los autores del estudio incluyeron a un total de 359 personas con el VIH del área geográfica de San Francisco (EE UU), en tratamiento antirretroviral –recibido de forma ambulatoria– y con edades a partir de los 50 años.
El 85% de los participantes eran hombres, el 60% de etnia blanca y tres cuartas partes tenían estudios superiores. Dos tercios de los participantes eran hombres gais y otros hombres que practican sexo con hombres (HSH). La mitad de los participantes recibía algún tipo de bonificación por discapacidad y la mayoría tenía unos ingresos anuales por debajo de los 20.000 dólares.
El 85% de los participantes habían sido diagnosticados de infección por el VIH hacía 10 o más años, el 82% tenía carga viral indetectable y más de la mitad tenían un recuento de CD4 superior a 500 células/mm3.
La mediana de edad era de 56 años y dos tercios de los participantes tenían entre 50 y 60 años. En comparación con los participantes más jóvenes, los mayores de 60 años solían tener un mayor nivel educativo, mayores ingresos y con un mayor predominio de la etnia blanca.
Los participantes tenían una elevada cantidad de condiciones y comorbilidades asociadas a la edad. El 41% se había caído durante los últimos 12 meses, el 60% manifestaba sentirse solos, la mitad consideraba que recibían un apoyo social insuficiente y más de un tercio presentaban deterioro cognitivo leve.
Los participantes de 60 años en adelante sufrían problemas de equilibrio en mayor proporción que aquellos más jóvenes (el 47 y el 33% de los participantes, respectivamente). La salud física y funcional –medida con los cuestionarios ADL e IADL, respectivamente– fue similar entre ambos subgrupos de edad, aunque los participantes mayores de 60 años caminaban a menor velocidad. El 12% de los participantes tenían problemas físicos y/o funcionales.
Los participantes de edad más avanzada tenían un menor grado de ansiedad y mayores tasas de adherencia al tratamiento antirretroviral. Aunque los mayores de 60 años presentaron una mayor probabilidad de calificar su calidad de vida como buena, el porcentaje de personas de este subgrupo que consideró su calidad de vida muy buena o excelente fue significativamente inferior al de aquellos participantes más jóvenes (p= 0,04).
Una mayor puntuación en el índice VACS –indicativa de un mayor riesgo de fallecer– se asoció significativamente a una peor salud física y funcional (p= 0,003).
Los resultados del presente estudio ponen de manifiesto la necesidad de implementar programas de apoyo social encaminados al manejo de situaciones de dependencia en personas con VIH, dada la elevada presencia de este tipo de problemas observada y la percepción de falta de apoyo manifestada por los participantes. Teniendo en cuenta el envejecimiento prematuro asociado al VIH, dichos programas deberían comenzar a seguir este tipo de posibles necesidades no cubiertas a partir de edades más tempranas de las frecuentemente consideradas en la población general.
Fuente: Aidsmap / Elaboración propia (gTt).
Referencia: John M et al. Geriatric assessments and association with VACS Index among hIV-infected older adults in San Francisco. J Acquir Immune Defic, online edition. DOI: 10.1097/QAI.000000000001009 (2016).
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