Un estudio realizado en el Hospital Clínic de Barcelona (España) ha permitido identificar determinadas características basales de los hombres gais, bisexuales y otros hombres practican sexo con hombres (GBHSH) con el VIH con conductas de chemsex que podrían permitir establecer perfiles de pacientes en situación de mayor vulnerabilidad. Esto permitiría realizar intervenciones más adecuadas que abordasen la situación de cada hombre GBHSH desde el enfoque de la reducción de daños, así como tener una visión más general sobre esta práctica entre las personas atendidas en el hospital Clínic. Este estudio tiene relevancia porque permite describir la primera cohorte unicéntrica en España compuesta exclusivamente por hombres GBHSH que practican chemsex y en sus conclusiones se encuentra la recomendación de que el manejo de estos casos debería realizarse a través de servicios especializados e interdisciplinarios con conocimiento sobre la complejidad del fenómeno. El estudio ha sido publicado en Sexuality Research and Social Policy.
Los últimos resultados de la Encuesta Europea por Internet para Hombres que tienen Sexo con Hombres (conocida bajo por sus siglas en inglés, EMIS 2017) revelaron que los hombres GBHSH con el VIH que respondieron a esta encuesta en Barcelona mostraban la mayor prevalencia de consumo de drogas en un contexto sexual (13,7%) en comparación con los datos procedentes de otras ciudades de España (véanse La Noticia del Día 30/10/2017 y 09/12/2020). No obstante, existe escasa información sobre el perfil específico de la población que practica chemsex en dicha ciudad. En consecuencia, un equipo de investigadores decidió llevar a cabo un estudio transveral en el que participaron hombres GBHSH con el VIH que practicaban chemsex y que eran atendidos en el Hospital Clínic de Barcelona. El objetivo del estudio era identificar posibles factores de vulnerabilidad y describir los perfiles de los hombres que practican chemsex en dicho centro sanitario.
Entre marzo de 2018 y mayo de 2019, se solicitó la participación de las personas atendidas en el Hospital Clínic que cumplían los criterios de elegibilidad: ser hombre GBHSH con el VIH, tener más de 18 años y contar con un historial previo de uso de drogas en un contexto sexual el último año. Se obtuvo un historial médico que incluía información sobre el uso de drogas y conductas sexuales.
Para la evaluación del uso de drogas y asesoramiento informado sobre conductas sexuales, los participantes fueron derivados al servicio Chemsex Support de la organización Stop Sida y/o a la Unidad de Adicciones de Psiquiatría del propio hospital. Se ofrecieron derivaciones de apoyo psicológico/psiquiátrico a 77 personas, de las cuales aceptaron 57. Además, a los participantes se les pidió que completaran una encuesta sobre el uso de drogas y conducta sexual. También se realizaron análisis de sangre, incluyendo cribados de VIH, VHC y sífilis; pruebas de ARN del VHC en el caso de personas con una infección previa por VHC y se tomaron muestras de orina, frotis faríngeo y rectal para el cribado de ITS.
De los 161 hombres GBHSH que practicaban chemsex incluidos en el estudio, el 67% eran de origen extranjero; 150 tenían el VIH y el 13% de ellos (n=20) tenían una carga viral detectable. La prevalencia de anticuerpos del VHC fue del 37% (n=56) y en el 25% de los casos (n=14) la persona presentaba una infección por VHC activa. Un 13% (13/103) de los componentes de la muestra declaró haber ejercido el trabajo sexual. Los inmigrantes procedentes de América Latina tendieron a ser más jóvenes, menores niveles de estudios universitarios y fueron más propensos a presentar niveles detectables de VIH y sífilis. Un 20% declaró haber practicado slamming.
En la cohorte había una elevada presencia de personas inmigrantes (67%), especialmente de América Latina (48%). Esto contrasta con otros estudios de chemsex realizados en Madrid en los que el 74% de las personas que practicaban chemsex eran de origen español, aunque sí están en consonancia con los últimos resultados publicados de EMIS-2017.
Además, el 38% de los migrantes de origen latinoamericano de esta cohorte llegaron a Barcelona a partir de 2015, lo que coincide con el auge del fenómeno chemsex en dicha ciudad. Por otro lado, hay que recordar que la población migrante se encuentra en una situación de vulnerabilidad frente al VIH en sus países de acogida (véase Actualización en Tratamientos 20/11/2015). Por otro lado, tener una situación administrativa irregular, un menor nivel educativo, problemas de socialización, el hecho de haber sufrido estigma relacionado con el VIH y la homofobia en sus países, junto a una menor red social y de apoyo familiar que tienen muchos migrantes son factores que podrían conferir una mayor vulnerabilidad a estas personas.
El 13% de los hombres se identificaron como trabajadores sexuales al inicio del estudio, un perfil que puede entrañar más elementos de vulnerabilidad, ya que el consumo de drogas, las horas de descanso y la presión para consumir puden ser mayores y depender de los clientes. Este hallazgo también debe abordarse de forma personalizada para facilitar el acceso a la atención sanitaria, ya que algunos de estas personas tienen una alta movilidad geográfica.
También destaca la elevada prevalencia de anticuerpos de hepatitis C (37%) entre las personas que practican chemsex, superando el rango de 2,8-30% reportado en otros estudios. Este subgrupo informó de un uso significativamente mayor de drogas inyectables, prácticas de fisting más versátiles (insertivas y receptivas) y un mayor número de coinfecciones por sífilis. Solo un hombre con hepatitis C declaró haber compartido material de inyección, lo que lleva a pensar en un mayor peso de otros factores de transmisión, como las prácticas sexuales de riesgo.
La mayor parte de las personas que practicaban chemsex en esta cohorte tenían el VIH y 20 de ellas (13%) tenían carga viral detectable, aunque hay que señalar que dos de estas personas habían recibido el diagnóstico recientemente y aún no habían recibido tratamiento. Estas personas declararon un número significativamente mayor de relaciones sexuales anales sin protección y de prácticas de fisting. Parece importante identificar este subgrupo de población, evaluar sus necesidades y abordar los factores que pueden influir en la adhesión al tratamiento. Las estrategias de reducción de daños que fomentan el autocuidado dentro de la práctica del chemsex, como la toma de la terapia antirretroviral, entre otras, resultan esenciales para reducir el impacto potencial en la salud de estas personas y en la transmisión del VIH.
En cuanto a la terapia antirretroviral, un tercio recibían inhibidores de la integrasa o inhibidores de la proteasa potenciados en el momento de la inclusión en el estudio. Es importante discutir con estas personas las posibles interacciones entre el tratamiento antirretroviral y las drogas.
Se detectó un número significativo de personas que presentaban una ITS asintomática al entrar en el estudio, principalmente sífilis y gonorrea. También es destacable que solo una minoría de los hombres declaró utilizar protección durante las relaciones sexuales.
Respecto al uso de drogas, el 50% informó de un policonsumo de drogas, algo que en otros estudios se ha vinculado a conductas sexuales de riesgo. En el estudio se registró una elevada prevalencia de uso de metanfetamina, GHB y cocaína, especialmente la combinación de las dos primeras drogas, una característica que difirió de los patrones observados en otras áreas geográficas. Además, el 20% de los pacientes de la cohorte declaró haber practicado slamming. Más del 70% de las personas que practicaban chemsex mostraron preocupaciones y necesidades de ayuda en relación con el uso de drogas, su sexualidad y las ITS; un porcentaje claramente superior al 20,6% que se registró en el estudio EMIS-17. Estos datos apuntan a la necesidad de reforzar el manejo multidisciplinar de la práctica de chemsex.
El slamming es una práctica sexual de riesgo que puede estar relacionada con otra condición de vulnerabilidad, ya que los participantes que realizaban esta práctica presentaron unas tasas significativamente mayores de serología positiva al VHC, de infecciones activas por VHC y de una mayor carga viral del VIH (en los casos en que era detectable). El hecho de que las personas que se inyectan drogas presenten cargas detectables de VHC y VIH supone un problema de salud pública, y es uno de los principales factores que contribuyen a la morbimortalidad en esta población. Dentro del estudio, este fue el grupo que declaró la mayor frecuencia de relaciones sexuales anales sin protección, así como de más prácticas sexuales de riesgo. Metanfetamina y mefedrona fueron las drogas más inyectadas en el estudio, un dato similar a los datos procedentes de EMIS-17. Estas drogas tienen un efecto desinhibinidor y aumentan la libido y, de hecho, en estudios anteriores se había comprobado una mayor tasa de conductas sexuales de riesgo entre que los hombres que consumen metanfetamina y el slamming está estrechamente relacionado con trastornos psiquiátricos y con síntomas psiquiátricos de gravedad.
Los resultados del estudio sugieren que los hombres GBHSH que practican chemsex en el área geográfica de Barcelona presentan una elevada prevalencia de ITS asintomáticas, infecciones por VHC, policonsumo de drogas (siendo metanfetamina y GHB las más consumidas) y también de relaciones sexuales de alto riesgo.
La mayoría de los participantes mostraron preocupaciones o tenían necesidades relacionadas con el manejo del consumo, su vida sexual y las ITS.
Los datos obtenidos permitieron identificar un perfil específico con determinadas vulnerabilidades que debe ser abordado de forma personalizada dentro de una estrategia de reducción de daños y que necesita un seguimiento adaptado.
Los autores del estudio consideran que el enfoque multidisciplinar sobre el chemsex debe estar personalizado en función de las características individuales. Es necesario disponer de más datos científicos para poder adaptar las intervenciones a las necesidades de los distintos perfiles individuales, ya que presentan diferencias por cuestiones geográficas y temporales, y es imprescindible prestar mucha atención a los subgrupos de población en situación de mayor vulnerabilidad.
Para un mejor manejo de su situación, estas personas deberían poder disponer de acceso a servicios especializados e interdisciplinarios con competencia cultural en la complejidad del fenómeno.
Fuente: Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencias:De La Mora, L., Laguno, M., De Lazzari, E. et al. Vulnerability Conditions in a Cohort of Men Who Have Sex with Men Who Engage in Chemsex in Barcelona City: a Cross-Sectional Study. Sex Res Soc Policy (2022). https://doi.org/10.1007/s13178-022-00702-1
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