Un estudio publicado en Clinical Infectious Diseases ha concluido que los mayores aumentos de peso y composición corporal registrados durante el primer año de tratamiento antirretroviral se asociarían a un mayor riesgo de desarrollar diabetes y síndrome metabólico. Son los resultados de más de 9 años de seguimiento en participantes de ensayos clínicos de gran tamaño.
El estudio también halló que el aumento de peso al inicio del tratamiento se relacionaría con un mayor riesgo de desarrollar precursores de enfermedad cardíaca tales como la hipertensión arterial o la aterosclerosis; aunque no encontró una asociación directa significativa entre dicho aumento de peso precoz y un aumento de riesgo de infarto de miocardio, apoplejía o precisar de una intervención quirúrgica para el tratamiento de enfermedad cardíaca (como por ejemplo una angioplastia [procedimiento para desbloquear un vaso sanguíneo obstruido] o la implantación de un stent [prótesis utilizada para mantener abierto un vaso sanguíneo que estaba obstruido antes de la angioplastia]).
El estudio también halló diferencias por sexo y etnia. Así, la relación observada con respecto a la diabetes solo sería significativa en hombres y las etnias blanca y negra serían en las que se observarían más casos de hipertensión arterial o enfermedad arterial coronaria tras el aumento de peso.
El aumento de peso tras el inicio del tratamiento antirretroviral es bastante frecuente. Algunos estudios apuntan a que hasta un 10% de las personas experimentan dicho aumento dentro de los primeros dos años de terapia. Ese extremo se daría especialmente en aquellas personas que inician el tratamiento antirretroviral en fases avanzadas de la infección (véase La Noticia del Día 13/03/2023).
Para ahondar en el conocimiento de las consecuencias del aumento de peso tras el inicio del tratamiento antirretroviral, investigadores estadounidenses examinaron los resultados a largo plazo de participantes en una serie de ensayos clínicos con inicio de tratamiento antirretroviral en personas sin experiencia en tratamientos. Estas personas se añadieron a los estudios de cohorte A5001 y A5322 para el seguimiento a largo plazo una vez los ensayos clínicos originales habían ya finalizado.
En el análisis se incluyó a personas expuestas a tenofovir disoproxilo fumarato (TDF, especialidad farmacéutica genérica [EFG], en diversas coformulaciones), emtricitabina (EFG, en diversas coformulaciones), lamivudina (EFG, en diversas coformulaciones), abacavir (EFG, en diversas coformulaciones), efavirenz (EFG, en diversas coformulaciones), atazanavir (EFG, en diversas coformulaciones), darunavir (EFG, en diversas coformulaciones) y/o raltegravir (Isentress®)
En todos los participantes se midió peso y circunferencia de la cintura al menos una vez al año. Los niveles de lípidos y glucosa se midieron de 2 a 3 veces al año.
En el estudio se midieron diversos eventos de tipo cardiovascular y la presencia de síndrome metabólico, definido como la combinación de tres o más de los siguientes factores: circunferencia de la cintura amplia, hipertensión arterial, niveles de triglicéridos altos, niveles de colesterol HDL bajo y niveles de glucosa elevados.
Un total de 2.624 personas fueron incluidas en el estudio, de las que el 81% eran hombres, el 39% de etnia blanca, el 35% de etnia negra y el 22% de etnia latinoamericana. La edad promedio era de 38 años; el 48% de participantes tenían sobrepeso u obesidad y el 27% ya tenían síndrome metabólico al inicio del tratamiento.
A las 48 semanas de iniciar el tratamiento, los hombres habían ganado un promedio de 3,5Kg de peso y las mujeres un promedio de 4,2Kg. El 22% de los participantes había ganado un 10% de su peso corporal inicial.
A las 480 semanas (unos 9 años después de la entrada en el estudio), los participantes habían ganado un promedio de 7,1Kg. El 45% de las mujeres y el 38% de los hombres habían ganado al menos el 10% de su peso corporal inicial. Los investigadores consideraron este dato equiparable a lo observado en la población general.
En uno de los estudios, una ganancia de peso superior al 10% se asoció a un recuento de CD4 inferior a 200 células/mm3 al inicio del estudio.
Cada análisis de la asociación entre aumento de peso y eventos analizados excluyó a quienes ya habían desarrollado dichos eventos durante el primer año en tratamiento.
Tras ajustar los resultados teniendo en cuenta diversos parámetros, cada incremento de 1Kg de peso se asoció a un aumento de 1,13 mg/dL en los niveles de glucosa en ayunas. Durante el seguimiento, 130 personas desarrollaron diabetes. Aquellas personas que experimentaron un aumento del 10% en el peso corporal durante las primeras 48 semanas presentaron el doble de riesgo de desarrollar diabetes que aquellas que habían experimentado un aumento de peso inferior al 5% o bien habían perdido peso. Al desglosar los datos por sexo se observó que este efecto solo se observó de forma significativa en hombres.
Respecto a los niveles de lípidos, cada aumento de 1Kg en las primeras 48 semanas se asoció a un incremento en el colesterol total de 0,63 mg/dL, en el colesterol LDL de 0,39 mg/dL y de 1,42 mg/dL en los niveles de triglicéridos.
Las personas que experimentaron un aumento de peso de 5% presentaron una probabilidad de un 50% superior de desarrollar síndrome metabólico respecto a lo observado en quienes ganaron menos de un 5% del peso o perdieron menos de un 5% de este. La asociación solo fue significativa en personas de etnia blanca.
Los participantes que experimentaron un aumento del 10% en el peso corporal durante las primeras 48 semanas presentaron un riesgo un 54% superior de desarrollar hipertensión o aterosclerosis respecto al observado en aquellas que habían experimentado un aumento de peso inferior al 5% o bien habían perdido menos de un 5% de su peso inicial. Esta diferencia solo fue significativa si las personas eran de etnia blanca o de etnia negra.
Respecto a los eventos cardiovasculares tales como apoplejía, infarto de miocardio o cirugía cardíaca, los investigadores no hallaron una influencia significativa de los cambios de peso sobre su ocurrencia.
Los resultados del presente estudio evidencian que el aumento de peso durante el primer año de tratamiento -y no el producido con posterioridad- es el que debería ser tenido en cuenta como factor de riesgo cardiovascular específico en el contexto de la infección por el VIH. En todo caso, la naturaleza del estudio confiere ciertas limitaciones, ya que no pudieron evaluarse factores de riesgo adicionales tales como el sedentarismo o la dieta, que son de tipo modificable y presentan un gran impacto en el control del peso.
Fuente: Aidsmap / Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia: Bares SH et al. Weight gain after antiretroviral therapy initiation and subsequent risk of metabolic and cardiovascular disease. Clinical Infectious Diseases, published online 12 September 2023.
Suscríbete a los boletines
Utiliza este formulario para suscribirte en los diferentes boletines. Si tienes cualquier problema ponte en contacto con nosotros.
Al continuar, confirmas que has leído el aviso legal y aceptas la política de privacidad.