Nueve de cada diez mujeres con el VIH de entre 45 y 60 años tienen sofocos y otros síntomas físicos debidos a la menopausia, sin embargo, a menudo tienen dificultades para recibir asesoramiento y atención profesional para controlarlos. Estas son las principales conclusiones de un estudio británico realizado por la University College London (UCL) de Londres (Reino Unido) cuyos resultados han sido presentados recientemente.
Gracias a la eficacia de los fármacos antirretrovirales actuales, un número cada vez mayor de mujeres con el VIH llega a la edad de la menopausia, un proceso natural en la vida de todas las mujeres que se define como el cese permanente de los ciclos menstruales (reglas). Por lo general, suele ocurrir entre los 45 y 55 años y es un proceso gradual en que los períodos se vuelven menos frecuentes a lo largo de unos pocos meses o años, antes de que se detengan por completo. Suele ir acompañada de una serie de síntomas que pueden afectar a la calidad de vida, el trabajo y las relaciones de las mujeres.
El número de mujeres que acceden a la atención del VIH en el Reino Unido con edades comprendidas entre los 45 y los 56 años (edad potencialmente menopáusica) ha aumentado de aproximadamente 400 en el año 2000 a más de 10.000 en 2016. Sin embargo, poco se sabe acerca de cómo las mujeres con el VIH viven el proceso de la menopausia y cómo afecta a su bienestar físico y psicológico.
Con el fin de arrojar un poco más de luz sobre estas cuestiones, un equipo de investigadores de la llevó a cabo el estudio PRIME (acrónimo de transiciones positivas hacia la menopausia). Dicho estudio, que combinó la metodología cuantitativa y cualitativa, incluyó un cuestionario dirigido a las mujeres con el VIH atendidas en diferentes hospitales de Reino Unido, un cuestionario dirigido a los profesionales de la salud, entrevistas en profundidad y tres grupos de discusión.
El cuestionario dirigido a las mujeres con el VIH fue respondido por 869 mujeres de entre 45 y 60 años. La edad mediana fue de 49 años, algo menos de la mitad de las participantes tenía estudios universitarios y dos tercios estaban trabajando a tiempo completo o parcial. En cuanto al origen étnico, el 72% eran negras africanas, el 8% blancas británicas y el 19%, mixtas u otros orígenes. Del total, el 98% estaba tomando tratamiento antirretroviral, el 88% tenía la carga viral indetectable y el 7% presentaba niveles de linfocitos T CD4 inferiores a 200 células/mm3.
Del total de mujeres, el 21% se encontraba en fase premenopáusica (periodos regulares), el 44% perimenopáusicas (periodos irregulares en los últimos dos años) y el 35% en fase postmenopáusica (ausencia de periodos durante, al menos, un año).
Entre las participantes se observó una alta prevalencia de síntomas que a menudo están relacionados con la menopausia, pero que también podían tener otras causas: el 89% de las mujeres reportó síntomas físicos como sofocos, palpitaciones, molestias articulares o musculares y trastornos del sueño; el 68% informó de síntomas urogenitales como sequedad vaginal, síntomas del tracto urinario o problemas sexuales, y el 78% sobre síntomas psicológicos como depresión, ansiedad, irritabilidad o agotamiento.
Los resultados del cuestionario también mostraron que el 26% de las mujeres sin sintomatología física manifestó malestar psicológico, mientras que este malestar se observó en el 53% de las mujeres con síntomas físicos. De manera similar, mientras que el 19% de las mujeres sin síntomas urogenitales presentaban malestar psicológico, este malestar se manifestó en el 58% de las mujeres con síntomas en el aparato urogenital.
En relación con las dificultades en la esfera sexual, el 69% de las participantes reportó haber tenido un problema sexual en el último año que duró más de 3 meses (cifra que supera el 54% reportado en una encuesta de población general de mujeres en el mismo grupo de edad). Los problemas más comunes fueron la falta de interés en el sexo (52%) y la sequedad vaginal (28%).
Además, las mujeres con frecuencia reportaron no estar suficientemente preparadas para la menopausia: el 47% dijo que no tenía suficiente información al respecto. Esto se observó especialmente el caso de las mujeres de las comunidades del África subsahariana, donde el tema de la menstruación y la menopausia a menudo se consideraba tabú.
En las 20 entrevistas en profundidad se observó que las mujeres tienen dificultades para distinguir entre los síntomas de la depresión, de la sintomatología relacionada con el VIH y los efectos secundarios del tratamiento. En algunas mujeres estos síntomas tenían un impacto significativo en su calidad de vida.
A pesar de que el asesoramiento y la atención médica de la menopausia se suele proporcionar en la atención primaria, muchos de los 88 médicos encuestados manifestaron que les preocupaba el tratamiento de la menopausia en las mujeres con el VIH. Más del 95% informó de que se sentía seguro en el manejo de la menopausia en general, pero sólo lo manifestó un 46% cuando la mujer tenía el VIH. La gran mayoría (96%) opinó que la menopausia debía ser tratada de manera rutinaria en la atención primaria, mientras que poco más de la mitad opinó que esto debía de ser así para las mujeres con el VIH.
Las principales preocupaciones fueron las interacciones medicamentosas (79%), la pérdida de un diagnóstico de una enfermedad relacionada con el VIH (51%) y los riesgos de la terapia hormonal en la menopausia en mujeres con el VIH (48%).
El uso de tratamientos para aliviar los síntomas de la menopausia fue sorprendentemente bajo en las mujeres que completaron la encuesta. Solamente un 8% de las mujeres con síntomas físicos utilizaban en la actualidad la terapia hormonal en la menopausia (anteriormente conocida como terapia hormonal sustitutiva, THS). Asimismo, sólo el 3% de las mujeres con síntomas urogenitales estaba utilizando estrógenos vaginales. Durante las entrevistas en profundidad algunas mujeres afirmaron que no querían tomar más tratamientos aparte de la terapia antirretroviral.
Los resultados del presente estudio ponen de manifiesto el potencial impacto del proceso de la menopausia sobre la salud y el bienestar de las mujeres con el VIH. Por ello, los mismos investigadores recomiendan que los servicios clínicos del VIH evalúen anualmente el ciclo menstrual de las mujeres y, en aquellas mayores de 45 años, también los síntomas de la menopausia. Además, consideran que el apoyo y tratamiento debe ser proporcionado por el personal de atención primaria en colaboración con especialistas del VIH, además de proporcionar información accesible sobre la menopausia.
Las recomendaciones españolas de atención a la menopausia también incluyen la realización de densiometrías para valorar la salud ósea (osteopenia y osteoporosis) y la valoración de la administración de la terapia hormonal en mujeres con menopausia precoz o sintomatología grave.
Fuente: Aidsmap/Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencia: Tariq S on behalf of the PRIME Study Group. Menopause in women living with HIV in England: findings from the PRIME Study. Disponible en el siguiente enlace.
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