Los pacientes con VIH que consumen de forma constante cocaína y heroína experimentan un aumento del riesgo de contraer infecciones oportunistas, progresión de la enfermedad, y muerte en comparación con las personas que no consumen tales drogas. Ésta es la conclusión a la que llega un estudio estadounidense publicado en la edición del 1 de marzo de American Journal of Epidemiology. Entre aquellas personas con VIH que consumen estas drogas de vez en cuando, el riesgo es tan alto como el de los consumidores constantes mientras las están tomando; sin embargo, el riesgo desciende en los periodos de abstinencia.
Con el fin de evaluar la asociación longitudinal entre el uso de estas drogas y la progresión de la infección por VIH, el Dr. Gregory M. Lucas, de la Facultad de Medicina Johns Hopkins en Baltimore (EE UU), y sus colegas pasaron una encuesta a pacientes cada seis meses, y para ello utilizaron un sistema computerizado de encuestas confidenciales, que se inició en 1998.
Tal y como se recoge en el artículo, de los 1.851 participantes en el estudio, 1.028 no consumían drogas, 588 eran consumidores intermitentes (término que se definió como consumir drogas una mediana de 14 días en los seis meses anteriores), y 235 eran consumidores constantes, que tomaron drogas una mediana de 27 días en los seis meses anteriores.
A los tres años, las tasas de supervivencia estimadas fueron de un 87% para los que no consumían, de un 80% para los consumidores intermitentes y un 68% para los consumidores constantes (p<0,0001 en comparación con los que no consumen).
Tras ajustar por edad, raza, género, recuento nadir de células CD4 (recuento más bajo alcanzado), y nivel pico de ARN de VIH, la tasa de riesgo de muerte fue de un 1,9 entre los consumidores intermitentes y de un 2,9 entre los consumidores constantes.
Durante los periodos de abstinencia, el riesgo de desarrollar nuevas infecciones oportunistas fue similar al de los que nunca habían consumido drogas (cociente de posibilidades –odds ratio, OR– 1,4). El riesgo se aproximó más al de los consumidores constantes (OR 2,1) cuando los consumidores intermitentes tomaban drogas de forma activa (OR 2,3).
Los resultados fueron similares en cuanto a progresión de la enfermedad, con cociente de posibilidades (OR) de 1,3, 1,6, y 1,9 respectivamente, en comparación con los que no consumían drogas.
El equipo del Dr. Lucas en sus conclusiones apunta la hipótesis de que los efectos de un uso elevado de drogas sobre la progresión de la enfermedad podrían ser motivados por efectos biológicos, tales como el aumento de la replicación del VIH y la merma de la función linfocitaria, o bien por reducirse el acceso a los cuidados y la adhesión a la terapia.
“Se debería hacer hincapié en los paradigmas del tratamiento que integran el tratamiento del VIH, el tratamiento sustitutivo, y los cuidados psiquiátricos” en pacientes que consumen cocaína y heroína, sostienen los autores. Y añaden que podría ser particularmente útil para este tipo de pacientes el uso de la buprenorfina sublingual para tratar la dependencia a los opiáceos.
Fuente: Medscape
Referencia: Gr.M. Lucas, M. Griswold, K.A. Gebo, J. Keruly, R.E. Chaisson, and R.D. Moore, “Illicit Drug Use and HIV-1 Disease Progression: A Longitudinal Study in the Era of Highly Active Antiretroviral Therapy”, American Journal of Epidemiology 2006 163: 412-420.
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