Un programa de cribado logra reducir en un 83% las tasas de cáncer anal en personas con el VIH

El programa también favorecería la supervivencia tras el diagnóstico de dicho cáncer

Francesc Martínez
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Un estudio realizado en el Hospital Universitari Germans Trias i Pujol (Badalona, Cataluña, España), publicado en Clinical Infectious Diseases, ha concluido que la implementación de un programa de cribado anal rutinario en personas con el VIH se asoció a una reducción del 83% en la incidencia de cáncer anal. El programa, además de los chequeos, incluía en tratamiento apropiado en caso de detectar lesiones precancerosas.

Las tasas de cáncer anal –que tiene en su factor causal principal a cepas de alto riesgo del virus del papiloma humano (VPH)- son muy superiores entre personas con el VIH a las observadas en la población general. Ello se da especialmente en hombres gais, bisexuales y otros hombres que practican sexo con hombres (GBHSH) con el VIH.

En mujeres, el cáncer de cuello de útero –también causado por cepas de riesgo del VPH- ha sido cribado de forma rutinaria desde hace años y se ha logrado una importante reducción de su incidencia.

Ello ha llevado a diversos investigadores a plantearse el cribado rutinario del cáncer anal para reducir la alta incidencia observada en personas con el VIH. Actualmente, se está llevando a cabo un amplio ensayo clínico en EE UU –llamado ANCHOR- para determinar los beneficios y la coste-eficiencia del cribado rutinario para prevenir el cáncer anal. Sus primeros resultados se esperan para 2022.

Antes de esa fecha se contará con los resultados de otros estudios realizados en otras áreas geográficas entre los que se encuentra el presente.

Un total de 3.111 personas con el VIH atendidas en el Hospital Universitari Germans Trias i Pujol a partir del año 2005 fueron incluidas en el presente estudio, de las cuales el 54% aceptaron participar en el programa de cribado, que incluía una prueba de citología anal anual para detectar el desarrollo de lesiones anales precancerosas, a menudo llamadas neoplasias intraepiteliares anales (NIA). Dichas lesiones se clasifican en lesiones de bajo grado (NIA-1), de grado medio (NIA-2) y de alto grado (NIA-3), siendo este último el precursor directo del desarrollo de cáncer anal. Los estudios han hallado que entre un 1,3% y un 3,2% de las personas con el VIH diagnosticadas de NIA-3 podrían desarrollar cáncer anal en cinco años.

Si pruebas de cribado apuntaban hacia la presencia de dichas lesiones, los participantes pasaban a realizar una anoscopia de alta resolución y una biopsia. De confirmarse por estos medios que las lesiones eran NIA-2 o NIA-3, dichas lesiones eran eliminadas con coagulación por infrarrojos o cirugía.

En el estudio se compararon las tasas de incidencia de cáncer anal entre las personas que aceptaron participar en el programa de cribado con las observadas en aquellas que declinaron su participación.

La mediana de la duración del seguimiento de los participantes fue algo inferior a los cinco años. El 51% de los participantes eran GBHSH, el 29% eran hombres heterosexuales y el 20% restante eran mujeres. La edad promedio era de 41 años.

Al inicio, el 44% de los participantes que aceptaron participar en las pruebas de cribado tenían resultados de citología anal normales y en el 7% de ellos se hallaron cambios celulares precancerosos de alto grado. Durante el periodo de seguimiento dichos cambios en un 17% de los participantes adicional. Dichas detecciones llevaron a la realización de 1.288 anoscopias de alta resolución y 744 biopsias. Finalmente, un total de 141 casos de NIA-2 o NIA-3 fueron diagnosticados y tratados.

Durante los 12 años de duración del programa evaluados, se produjeron 10 casos de cáncer anal, de los que solo 2 se dieron en personas que aceptaron participar en el programa de cribado. Los 8 restantes eran personas que no aceptaron realizar las pruebas citológicas anualmente.

Todas las personas con cáncer anal habían tenido un recuento de CD4 nadir inferior a 150 células/mm3. La mitad de ellas tenía un recuento de CD4 superior a 350 células/mm3 en el momento del diagnóstico de cáncer anal.

Los dos casos detectados en el grupo con cribado anual se correspondieron con una forma agresiva de cáncer anal causada por la cepa de alto riesgo VPH-16 y el diagnóstico se complicó en ambos casos por la presencia de hemorroides. Ambas personas respondieron a la terapia frente al cáncer y seguían vivas al final del periodo de seguimiento.

La incidencia acumulativa de cáncer anal fue del 0,1% en el grupo que participó en el cribado (del 0,2% entre GBHSH y del 0% en los otros dos grupos) y del 0,6% en el grupo de participantes que no quisieron participar en el cribado (0,3% en GBHSH, 0,7% en mujeres y 0% en hombres heterosexuales).

Las tasas de incidencia de cáncer anal fueron de 21,9 casos por cada 100.000 persona-años de seguimiento en el grupo que participó en el cribado y de 107 casos por cada 100.000 persona-años de seguimiento en el grupo que declinó participar (p= 0,027) .

El único factor significativo inicialmente identificado como asociado a un mayor riesgo de contraer cáncer anal fue el llevar un mayor tiempo tras el diagnóstico del VIH (cociente de riesgos instantáneos [HR]: 1,14; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,02-1,26).

Al tener en cuenta diversos factores de confusión y ajustar los resultados, los investigadores hallaron un efecto protector altamente significativo del hecho de realizar las pruebas de cribado anuales, que redujo el riesgo de padecer cáncer anal en un 83% (HR: 0,17; IC95%: 0,03-0,86).

Realizar pruebas de cribado también evidenció efectos sobre la supervivencia tras el diagnóstico de cáncer anal: mientras que las dos personas diagnosticadas en el grupo cribado seguían vivas al final del seguimiento, cinco de las 8 del grupo no cribado habían fallecido .

Los resultados del presente estudio apuntan hacia la importancia del cribado anual del cáncer anal en personas con el VIH –especialmente en GBHSH y en mujeres- para reducir la incidencia de dicho cáncer y aumentar la supervivencia una vez diagnosticado.

En un editorial adjunto, además de apuntar hacia la importancia de estos resultados, señala que los dos grupos comparados podrían presentar algunas diferencias, por lo que será importante que posteriores estudios –como ANCHOR- sirvan para confirmar o refutar los presentes hallazgos.

Fuente: Aidsmap / Elaboración propia ( gTt).

Referencias: Revello B et al. Routine screening of anal cytology in HIV-infected subjects and the impact on invasive cancer. A prospective study. Clinical Infectious Diseases, online edition, https://doi.org/10.1093/cid/ciz831.

Bonnez W. Screening for anal cancer in the population living with human immunodeficiency virus: a step closer? Clinical Infectious Diseases, online edition, https://doi.org/10.1093/cid/ciz836.

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