La multinacional Pfizer, la mayor compañía farmacéutica del mundo, anunció el pasado viernes 1 de julio que ha suspendido el desarrollo clínico de capravirina, un inhibidor de la transcriptasa inversa no análogo de nucleósido (ITINN) para el tratamiento del VIH/SIDA que se había diseñando para utilizarse en personas en las que los tratamientos actuales no hubieran respondido.
Según el comunicado hecho público por la compañía, ésta ha basado su decisión en los resultados de dos estudios en Fase IIb, varios análisis de interacciones farmacológicas y consultas con los investigadores principales y los representantes comunitarios en el comité asesor. El documento explica que “ninguno de los estudios en Fase IIb mostró una diferencia de significación estadística entre los tratamientos habituales de VIH con tres medicamentos, y el mismo tratamiento con capravirina.” En concreto, el ensayo 1002 comparaba un régimen de dos nucleósidos más nelfinavir más placebo frente a otros dos con la misma base (dos nucleósidos más nelfinavir) y sendas diferentes dosis de capravirina en personas en las que hubiera fracasado un régimen que contuviera un no análogo. En cambio, el 1006 comparaba la eficacia de un régimen basado en capravirina frente a otro basado en lopinavir/ritonavir (Kaletra®).
El anuncio continúa diciendo que además “varios estudios farmacológicos demostraron que capravirina podía tener complejas interacciones medicamentosas con otros tratamientos del VIH.” Según fuentes de la compañía en España, estas interacciones eran particularmente acentuadas con la familia de los inhibidores de la proteasa, pero también con los protectores gástricos y las estatinas. La modificación de los niveles de fármacos podía afectar tanto a estos compuestos como a la propia capravirina.
Esas mismas fuentes han declarado que los 12 participantes españoles en los estudios de Fase IIb ahora suspendidos y que mantenían una carga viral indetectable han sido pasados a protocolos de seguimiento (“roll-over”, en la terminología inglesa) hasta la interrupción definitiva del suministro del fármaco en el mes de septiembre. Entonces, estos usuarios deberán discutir con sus médicos las alternativas de tratamiento con las que desean continuar.
Capravirina nunca despertó un gran entusiasmo entre los especialistas y los activistas, sobre todo a raíz de la primera suspensión de su desarrollo causada por un efecto secundario detectado en animales. Con su abandono, la familia de los no nucleósidos sigue sin aportar un miembro nuevo a la estirpe desde la comercialización de nevirapina y efavirenz, hace ya varios años.
Se espera que el TMC125 de Tibotec, una filial de Jonson&Jonson, venga a colmar ese vacío en el futuro próximo.
Fuente: Comunicado de prensa de Pfizer / Elaboración propia.
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