La cirrosis avanzada en personas con enfermedad hepática crónica aumentaría el riesgo de muerte por la COVID-19

Jordi Piqué
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Es fundamental realizar pruebas de cribado del SARS-CoV-2 en cualquier paciente con hepatopatía crónica, incluso en ausencia de sintomatología respiratoria

La tasa de mortalidad en las personas con enfermedad hepática crónica ingresadas en el hospital por la COVID-19 (acrónimo en inglés de enfermedad por coronavirus 2019) es mucho más alta que en el resto de la población. La cirrosis avanzada aumentó en gran medida el riesgo de muerte. Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por investigadores especialistas en hepatopatías de EE UU, España y Reino Unido, cuyos resultados se publicaron en la revista Journal of Hepatology.

Las personas con cirrosis grave tuvieron casi treinta veces más probabilidades de morir después de un diagnóstico de COVID-19 que las personas con enfermedad hepática crónica sin cirrosis. La tasa de mortalidad general en personas con hepatopatía crónica fue del 39% entre los casos reportados.

En marzo de 2020, se establecieron dos registros internacionales para rastrear los resultados de las personas con enfermedad hepática crónica y cirrosis después del diagnóstico de la COVID-19. Los investigadores de 14 unidades de hepatología en EE UU, España y Reino Unido han informado sobre los primeros 152 casos presentados en los registros.

Las grandes series de casos publicadas hasta la fecha no han evidenciado una alta prevalencia de enfermedad hepática crónica en personas hospitalizadas con la COVID-19, lo que sugiere que las personas con hepatopatías crónicas no tienen mayor riesgo de desarrollar síntomas graves debido a la infección por el virus SARS-CoV-2 (responsable de la COVID-19) (véase La Noticia del Día 31/03/2020). Sin embargo, ningún estudio ha analizado de forma específica los resultados clínicos de personas con enfermedad hepática crónica conocida.

El registro COVID-Hep.net y el registro COVIDCirrhosis.org reunieron 152 informes médicos consecutivos de casos de COVID-19 confirmados por el laboratorio entre el 25 de marzo de 2020 y el 20 de abril de 2020; se trata de casos con resultados definitivos, es decir de muerte o alta hospitalaria.

Un total de 103 de los casos tenían cirrosis. El 22,3% de los casos comunicados ocurrieron en personas con hepatitis viral, el 22,4% en personas con enfermedad por hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés) y el 19,7% en personas con enfermedad hepática alcohólica. El resto de casos tuvieron otras causas o una combinación de causas.

La mediana de edad de los casos registrados fue de 61 años y el 59% eran hombres. El 21% de ellos tenían obesidad (índice de masa corporal [IMC] >30kg/m2), el 21% enfermedad cardiovascular, el 35% diabetes y el 39% hipertensión.

El 95% de los casos reportados fueron ingresados en el hospital, y el 23% requirieron el ingreso en una unidad de cuidados intensivos (UCI). Cuarenta y siete de las 152 personas murieron (39,8%).

El análisis multivariable reveló que la cirrosis grave (estadio C según la escala Child Pugh) estaba fuertemente asociada con un mayor riesgo de muerte por la COVID-19. Las personas en estadio C de la escala Child Pugh, que representaban el 17,8% de todos los casos reportados, tenían 28 veces más probabilidades de morir que las personas sin cirrosis (32,2% de los casos) (cociente de probabilidades [CP]: 28.07; intervalo de confianza del 95% (IC95%: 4,42-178,46; p <0,001). El 63% de las personas con cirrosis en estadio C de la escala Child Pugh murieron en comparación con el 12,2% de las personas sin cirrosis.

Las personas con cirrosis en estadio B de la escala Child Pugh también tenían un mayor riesgo de muerte (CP: 4,90; IC95%: 1,16-20,61; p= 0,030).

La obesidad fue otro factor de riesgo significativo de muerte por la COVID-19; las personas obesas tenían aproximadamente tres veces y media más probabilidades de morir que la población general (CP: 3,59; IC95%: 1,1-10,47; p= 0,033).

La edad avanzada tuvo un impacto significativo límite en el riesgo de morir, pero otras afecciones subyacentes no surgieron como factores de riesgo significativos después de controlar otros factores de riesgo, incluido el estadio de cirrosis.

Los acontecimientos asociados a la cirrosis descompensada –cuando el hígado tiene graves dificultades para cumplir sus funciones básicas– como empeoramiento de la ascitis, hemorragia varicosa, encefalopatía hepática o peritonitis bacteriana, se produjeron significativamente más a menudo en aquellas personas que murieron (51% frente a 14%; p <0,001) y el 12,2% de las muertes se clasificaron como relacionadas con enfermedades hepáticas. Ocurrieron con frecuencia acontecimientos de cirrosis descompensada en los casos reportados; así, alrededor de la mitad de las personas con cirrosis en estadio B o C de la escala Child Pugh sufrieron al menos un evento nuevo o que empeoraba después del diagnóstico de la COVID-19 y estos eventos de forma usual tuvieron lugar en personas sin síntomas respiratorios debidos al coronavirus SARS-COV-2.

Los investigadores concluyen señalando que los hallazgos respecto a los acontecimientos de descompensación hepática (cirrosis), especialmente en ausencia de síntomas respiratorios, subrayan la importancia de las pruebas de cribado del SARS-CoV-2 en cualquier paciente con enfermedad hepática crónica que experimente un evento de descompensación hepática.

Fuente: Infohep / Elaboración propia (gTt-VIH).
Reference: Moon AJ et al. High mortality rate for SARS-CoV2 infection in patients with pre-existing chronic liver disease and cirrhosis: preliminary results from an international registry. Journal of Hepatology, advance online publication, 22 May 2020. https://doi.org/10.1016/j.jhep.2020.05.013

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