La glándula tiroides es un órgano importante del sistema endocrino que segrega varias hormonas esenciales para el control del metabolismo. La disfunción tiroidea suele manifestarse bajo la forma del hipertiroidismo, que se define como un desequilibrio en el metabolismo provocado por la producción excesiva de la hormona tiroidea, y el hipotiroidismo, que por lo contrario se caracteriza por una insuficiencia en la producción de esa misma hormona. La incidencia de estas dos enfermedades estaría en aumento en las personas con VIH.
Esto es lo que revela un estudio llevado a cabo en el Hospital de Chelsea y Westminster en la ciudad inglesa de Londres, y que también evaluó el posible papel del tratamiento antirretroviral de gran actividad (TARGA) sobre el desarrollo de estas dos enfermedades.
Según los autores de esta investigación, el número de personas con VIH que experimentan hipotiroidismo ha pasado de 0,9 casos a 10,7 casos por 10.000 persona-años antes y después de la introducción de TARGA, respectivamente, y de 0,4 a 3,4 casos por 10.000 persona-años en el caso del hipertiroidismo.
Para llegar a sus conclusiones, los investigadores revisaron los informes de todos los pacientes a los que se les prescribieron fármacos tiroideos entre abril del 1995 y junio del 2004. En el análisis no se incluyeron a las personas que mostraban problemas tiroideos antes de recibir su diagnóstico del VIH. Posteriormente, entre agosto y noviembre del 2004, un examen prospectivo de la función tiroidea fue realizado en todos los pacientes que se presentaron en el centro para pruebas rutinarias de sangre.
Durante el periodo de estudio, 33 personas recibieron fármacos tiroideos, 25 contra el hipotiroidismo y 8 contra el hipertiroidismo. El 73% eran hombres, y el 84% eran blancos. La edad media era de 43 años. El número mediano de CD4 era de 228 células. Los resultados de los exámenes posteriores, que se realizaron en un total de 2.437 personas, revelaron problemas de la función tiroidea en 54 personas, 22 de los cuales presentaban hipotiroidismo y 26, hipertiroidismo. La prevalencia clínica de estas condiciones fue del 1,2% y del 1,01%, respectivamente.
Los investigadores desearon saber más sobre el papel de las distintas clases de fármacos antirretrovirales sobre la aparición de estas condiciones. De los 3.500 pacientes incluidos en total en la cohorte, identificaron a 28 personas con hipotiroidismo. El 7,1% era naïve a los tratamientos, el 28,6% tomaba regímenes compuestos por inhibidores de la proteasa (IP), y le 57,1% regímenes basados en no análogos de nucleósido (ITINN). De las 26 personas con hipertiroidismo, el 11,5% era naïve, el 46,2% tomaba IP (p = 0,002), el 26,9% ITINN, y el 3,8% regímenes conteniendo las tres clases de fármacos.
Los autores concluyeron que el desarrollo del hipertiroidismo se asociaba con el uso de IP (p = 0,002), y que el hipotiroidismo era más prevalente con los regímenes basados en no análogos.
La producción de anticuerpos tiroideos observada en algunos pacientes sugirió una asociación con la reconstitución inmune tras iniciar TARGA. No obstante la disfunción tiroidea no se relacionó con un daño del sistema inmune o un número reducido de CD4.
Los autores de esta investigación aconsejan que se efectúen de forma rutinaria pruebas de la función tiroidea en las personas con VIH que reciben TARGA.
Fuente: www.natap.org
Referencia: Sen P, Scourfield A, Smythe J, Stefanovich M, Jones R, Mandalia S, Sullivan, AK, Nelson, MR, Gazzard BG. "Thyroid Dysfunction in Individuals with HIV Infection: the effect of HAART". 3rd Conference on HIV Pathogenesis and Treatment. July 24-27, 2005. Rio de Janeiro , Brazil .
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