En 2004, se registró un clúster de infecciones por LGV entre hombres gays con VIH en Holanda. Desde entonces, la infección se ha propagado en gran parte del mundo industrializado, diagnosticándose varios cientos de casos en el Reino Unido. Cabe señalar que muchos de los hombres con VIH diagnosticados de LGV estaban coinfectados por el virus de la hepatitis C (VHC).
Junto con el artículo editorial, se publicaron varios artículos referentes a la presente epidemia de LGV entre los hombres gays.
Entre los trabajos publicados se incluye una descripción de 13 casos de esta infección en Londres, que implicaron la presencia de úlceras genitales y del síndrome inguinal.
La revista también recoge un artículo en el que se examina la prevalencia de LGV entre los hombres gays en el Reino Unido. Para el estudio, se examinaron más de 4.800 muestras uretrales y 6.700 rectales, y se comprobó que cerca del 1% de los hombres gays presentaban una infección rectal por LGV, mientras que sólo el 0,1% de los varones mostraban una infección en la uretra. Prácticamente todos estos casos fueron sintomáticos.
En otro artículo, un equipo de investigadores italianos ofrece información sobre 13 casos de infección diagnosticados en el país entre 2006 y 2008. En todas las ocasiones, excepto tres, se trató de una infección rectal. Los primeros tres pacientes diagnosticados desarrollaron síntomas tras practicar sexo sin protección fuera del país, incluyendo el norte de Europa, el foco de la actual epidemia. Sin embargo, los investigadores detectaron que la infección también se transmitió en Italia. Casi dos tercios de los casos registrados de LGV en Italia se han producido en hombres gays con VIH.
Aún hay muchas preguntas sin respuesta respecto a la epidemia de LGV en los hombres gays con VIH. Por ejemplo, no está claro cuál es el mecanismo exacto de transmisión, ni se ha determinado de forma concluyente por qué la mayoría de las infecciones se han producido por vía rectal. Una posible explicación podría ser que su transmisión esté vinculada a prácticas sexuales como el fisting (introducción del puño en el recto) o el uso de juguetes sexuales, especialmente durante la realización de sexo en grupo. Los primeros casos de infección estuvieron relacionados con un clúster de hombres que había acudido a una fiesta de fisting en Rotterdam (Holanda).
Los casos de LGV han afectado de forma desproporcionada a los hombres gays con VIH. Los autores de las investigaciones proponen dos posibles explicaciones para esto: que el VIH hace que las personas sean más vulnerables a la infección, o que la infección se ha propagado en redes sexuales de hombres gays con el virus. El seguimiento epidemiológico de la infección llevado a cabo hasta la fecha en diversos países parece apuntar a la segunda propuesta.
Los autores ponen de relieve que las personas con síntomas de la infección -o que se sospecha que la tienen- deberían someterse a las correspondientes pruebas diagnósticas. Los casos confirmados y sospechosos deberían ser tratados con doxiciclina durante 21 días.
“A la vista de las cuestiones clínicas y epidemiológicas sin respuesta, parece probable que el LGV ha venido para quedarse, al menos por el momento”, concluyen los investigadores.
Referencia: Ward H, et al. Lymphogranuloma venereum: here to stay? Sex Transm Infect. 2009; 85: 157.
Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).
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