La lipoatrofia (pérdida de grasa) en el rostro puede constituir un efecto secundario causante de angustia y estigma debido a algunos de los fármacos antirretrovirales más antiguos. Se ha relacionado con una renuencia a iniciar la terapia antirretroviral, a un reducido nivel de adhesión y a la interrupción del tratamiento. Además, los pacientes que desarrollan este problema han declarado sufrir angustia psicológica.
Actualmente, se evita el uso de los fármacos más relacionados con la pérdida de grasa (estavudina [d4T] y zidovudina [AZT]). Sin embargo, un número importante de pacientes desarrolló una pérdida de grasa irreversible como consecuencia de dicho tratamiento. Para estas personas, el empleo de un tratamiento estético correctivo que implica la inyección de sustancias sintéticas ha demostrado ser seguro y, por lo general, eficaz a corto plazo.
Un equipo de investigadores de Chicago (EE UU) se propuso determinar la seguridad y la eficacia a largo plazo de uno de dichos tratamientos, las inyecciones con Aquamid®.
El único centro de estudio contó con 145 pacientes que presentaban una pérdida de grasa facial que fue tratada con inyecciones de Aquamid® entre 2002 y 2004. Estas personas recibieron un tratamiento inicial con esta sustancia, cuya potencia se reguló en función de la gravedad de su lipoatrofia. Esta terapia se repitió cada tres semanas hasta que el tratamiento se consideró exitoso.
Se reunión información sobre la duración de la infección por VIH y la terapia antirretroviral, la gravedad de la pérdida de grasa facial [ligera, moderada, grave o muy grave], la incidencia de efectos secundarios y el grado de satisfacción con el tratamiento de los pacientes (no satisfechos, satisfechos, muy satisfechos).
La mayoría de los pacientes (83%) eran hombres y la media de edad era de 47 años. Los pacientes habían vivido con VIH durante un tiempo considerable [media de 16 años] y recibieron terapia antirretroviral durante un promedio de algo más de nueve años. Se consideró que algo menos de la tercera parte de los pacientes tenía una pérdida de grasa facial grave, y un porcentaje similar fue catalogado como casos de lipoatrofia facial moderada.
Durante una media de 50 meses de seguimiento tras el tratamiento, sólo un paciente desarrolló un acontecimiento adverso grave. Se trató de una infección bacteriana local, que se trató de forma eficaz con antibióticos orales. No hubo informes de que Aquamid® se desplazase del punto de inyección o que hubiera problemas con el movimiento facial.
Con todo, el 19% de los pacientes afirmó que tras el tratamiento había desarrollado pequeños nódulos ocultos y el 6% declaró un endurecimiento de la piel.
No se detectó una relación entre la gravedad de la lipoatrofia y el desarrollo de infecciones o la aparición de nódulos. El número de tratamientos con Aquamid® tampoco sirvió para predecir el desarrollo de estos efectos secundarios.
No obstante, se encontró un vínculo entre el endurecimiento de la piel y la gravedad de la lipoatrofia (p= 0,025) y el número total de inyecciones (p= 0,006).
El grado de satisfacción de los clientes fue muy elevado: el 89% declaró sentirse “satisfecho” o “muy satisfecho” con el resultado de su tratamiento cuatro años después de su administración. Se registraron tasas superiores de satisfacción en el caso de pacientes cuya pérdida de grasa se calificó como ligera o moderada antes de la terapia. Los autores del estudio sugieren que esto indica la importancia de ofrecer tratamiento para la pérdida de grasa facial lo antes posible.
El 9% de los pacientes necesitó repetir la inyección del producto y el 17% de las personas declaró sufrir una ligera pérdida de grasa tras la finalización de su terapia. Algo más de tres cuartas partes de los pacientes afirmaron que les habría gustado haber recibido más tratamiento para mejorar los resultados estéticos. Esto fue así a pesar del hecho de que ya no hubo más pruebas médicas de lipoatrofia.
“El elevado grado de satisfacción de los pacientes y el reducido nivel de complicaciones graves una media de 50 meses tras recibir [las inyecciones] faciales con Aquamid® reflejan el perfil de seguridad a largo plazo del hidrogel de poliacrilamida para invertir la lipoatrofia facial relacionada con los antirretrovirales”, concluyen los autores. Sin embargo, añaden: “Se recomienda realizar un seguimiento continuo y prolongado de estos pacientes para tratar las complicaciones y detectar posibles reacciones adversas inesperadas a largo plazo”.
Referencia: Negredo E, et al. Four-year safety with polyacrylamide hydrogel to correct antiretroviral-related facial lipoatrophy. AIDS Research and Human Retroviruses. 2009; 25: 1-5.
Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).
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