Ninguno de los pacientes estaba recibiendo terapia antirretroviral y el uso de micronutrientes no redujo el riesgo de mortalidad, ni tampoco estuvo asociado con una mejora del recuento de células CD4 o de un descenso de la carga viral. Sin embargo, el equipo de investigadores descubrió que los micronutrientes redujeron el riesgo de sufrir tanto tuberculosis extrapulmonar como úlceras genitales en pacientes sin VIH.
En un editorial del mismo número de la revista se calificaron estos resultados como “prometedores” y se sugirió que los micronutrientes podrían constituir “una importante terapia adyuvante para los pacientes con tuberculosis”.
Las últimas cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugieren que se produjeron 1,7 millones de muertes por tuberculosis y que esta infección es una causa importante de mortalidad para los pacientes con VIH que viven en países con recursos limitados, a pesar de la disponibilidad de una terapia antituberculosa eficaz.
Los pacientes con tuberculosis, a menudo, tienen importantes deficiencias nutritivas, especialmente unos niveles reducidos de vitaminas A, C y del complejo B, así como de oligoelementos como el selenio. Estos nutrientes son clave para la salud del sistema inmunológico y su capacidad de responder frente a infecciones graves como la tuberculosis.
No obstante, los indicios respecto al valor de la terapia con micronutrientes en los pacientes que reciben tratamiento para la tuberculosis son contradictorios. Por este motivo, el equipo de investigadores diseñó un estudio de reparto aleatorio con control con placebo que contó con 471 personas adultas con VIH y 416 sin el virus en Dar es Salaam (Tanzania). Todas ellas contaban con un resultado positivo de tuberculosis en la prueba del esputo. El estudio se prolongó entre los años 2000 y 2005.
Los pacientes fueron distribuidos de forma aleatoria para recibir bien una pastilla diaria de micronutrientes (que contenía dosis entre seis y ocho veces superiores a la dosis diaria recomendada de vitaminas del complejo B, vitamina C, vitamina E, ácido fólico y selenio) o bien un placebo. Todos los pacientes tomaron una terapia para la tuberculosis consistente en rifampicina, isoniazida, pirazinamida y etambutol, a través de lo que se conoce como terapia directamente observada durante dos meses y, después, isoniazida y etambutol autoadministrados de forma diaria durante otros seis meses.
Los resultados del estudio incluyeron los fracasos de tratamiento después de un mes (definidos como un fracaso en la consecución de un resultado negativo en la prueba de tinción de la tuberculosis), una recaída pasando de un resultado negativo a uno positivo en la prueba de tinción durante el resto del tratamiento, muerte en los dos años posteriores a la finalización del mismo, y cambios en las mediciones del sistema inmunológico, incluyendo recuento de células CD4, ganancia de peso y, en el caso de pacientes con VIH, alteraciones de la carga viral.
Más de dos terceras partes (67%) de los pacientes eran varones y la media de edad de los pacientes con VIH fue de 34 años y de 30 en el caso de las personas sin el virus.
La terapia para la tuberculosis tuvo menos probabilidades de fracasar después de un mes en el caso de los pacientes con VIH que recibieron la pastilla de micronutrientes que en el de los que tomaron placebo (13% frente a 17%; para todos los pacientes: 15% frente a 21%), aunque estas diferencias no fueron estadísticamente significativas.
Sin embargo, entre los pacientes seropositivos que respondieron a la terapia para la tuberculosis, los que recibieron los micronutrientes fueron significativamente menos propensos a sufrir recaídas o reemergencias de tuberculosis de tinción positiva durante los siete meses siguientes de tratamiento que los que tomaron el placebo (5% frente a 13%; p = 0,02).
En conjunto, se produjeron 155 muertes durante el total del periodo de seguimiento, y la mayoría de ellas (140) se produjeron en pacientes infectados por VIH. No hubo diferencias de mortalidad entre los pacientes que recibieron el suplemento de micronutrientes y los que tomaron placebo (74 muertes frente a 66), ni tampoco hubo diferencia en lo referente al riesgo de progresión a otra enfermedad definidora de SIDA entre el brazo de micronutrientes y el de placebo.
Entre los pacientes seropositivos, el recuento de células CD3, CD4 y CD8 y los niveles de carga viral fueron similares en el caso de los que tomaron los micronutrientes y los que recibieron el placebo durante los ocho meses de terapia para la tuberculosis, así como durante todo el periodo de seguimiento. No obstante, la ingestión de micronutrientes estuvo relacionada con los niveles del recuento de células CD8 (p = 0,02) y de CD3 (p = 0,02) durante el tratamiento para la tuberculosis en el caso de los pacientes sin VIH. Este grupo de pacientes también presentó un aumento no significativo del recuento de células CD4 (p = 0,07) durante el periodo de seguimiento más amplio.
Los suplementos de micronutrientes estuvieron asociados con una reducción del 57% del riesgo de sufrir neuropatía periférica (41% frente a 69%; p < 0,001), con independencia del estado serológico al VIH del paciente. En el caso de los pacientes seronegativos, los micronutrientes redujeron el riesgo de sufrir tuberculosis extrapulmonar (p = 0,01). Asimismo, se detectaron indicios que apuntan a que los micronutrientes podrían ayudar a disminuir el riesgo de infección por VIH en el caso de pacientes seronegativos, ya que aquéllos que los recibieron fueron significativamente menos propensos a tener diagnósticos de úlceras genitales (p = 0,03).
No hubo indicios de que la toma de micronutrientes mejorara las medidas de peso o composición corporal ni en pacientes con VIH ni en aquéllos sin el virus.
En la discusión de las conclusiones, el equipo de investigadores resaltó su hallazgo de que “los suplementos de micronutrientes parecieron disminuir el riesgo de tuberculosis recurrente entre los pacientes con VIH”; asimismo, los expertos indicaron que “se produjo un descenso significativo… de la incidencia de neuropatía periférica con independencia del estado serológico al VIH”.
Con todo, los autores señalan que ninguno de los pacientes de su estudio estaba tomando terapia antirretroviral, y concluyen: “El impacto de los suplementos de micronutrientes sobre los resultados relacionados con la tuberculosis tienen que ser determinados en pacientes seropositivos que reciban terapia antirretroviral.”
Referencias: Villamor E, et al. A trial of the effect of micronutrient supplementation on treatment outcome, T cell counts, morbidity, and mortality in adults with pulmonary tuberculosis. J Infect Dis. 197: (online edition), 2008.
Benn CS, et al. Should micronutrient supplementation be integrated into the case management of tuberculosis? J Infect Dis. 197: (online edition), 2008.
Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).
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