Esta investigación se considera el signo más evidente de que no se trata sólo de que determinados antirretrovirales provoquen cambios en la grasa corporal, sino que la genética desempeña también un papel.
Cuando la lipodistrofia se identificó por primera vez en 1998, los antirretrovirales fueron señalados como la única causa del problema. También se consideraba que la pérdida de grasa subcutánea en cara y extremidades (lipoatrofia) formaba parte de la misma complicación que la acumulación de grasa en otras zonas (lipodistrofia).
Ser hombre, de etnia blanca y tener un estado avanzado de la infección por VIH han sido identificados como factores que hacen más probable la lipoatrofia, aunque no ha quedado claro exactamente por qué.
El equipo de investigadores estadounidense ha estudiado ahora los factores genéticos en personas con VIH que formaron parte del Grupo de Ensayos Clínicos sobre el SIDA 384 (ACTG 384, en sus siglas en inglés). En el ensayo, se repartió de forma aleatoria a pacientes sin experiencia en tratamiento para recibir bien los fármacos análogos de nucleósido didanosina (ddI)/estavudina (d4T) o zidovudina (AZT)/lamivudina (3TC) en combinación con el inhibidor de la transcriptasa inversa no análogo de nucleósido (ITINN) efavirenz y/o el inhibidor de la proteasa (IP) nelfinavir.
El equipo de expertos efectuó sus análisis genéticos en 96 pacientes que habían participado en un subestudio del ACTG 384, diseñado para examinar la distribución de grasa que implicó la realización de escáneres de absorciometría dual de rayos X (DEXA, en sus siglas en inglés) para calcular la cantidad de grasa en sus miembros.
En general, los participantes perdieron el 8,8% de la grasa subcutánea 48 o 64 semanas después del inicio de la terapia.
Sin embargo, el equipo de investigadores también estudió el ADN de los participantes, centrándose en el gen de la hemocromatosis (gen HFE).
Se eligió ese gen porque se sabe que la lipodistrofia asociada a los antirretrovirales implica la presencia de problemas en las mitocondrias, las estructuras subcelulares encargadas de producir la energía de la célula. Es un hecho sabido que el metabolismo del hierro tiene un impacto sobre la función mitocondrial y la hemocromatosis constituye la forma más habitual de enfermedad por acumulación de hierro.
En anteriores estudios, se encontró que los polimorfismos (las variaciones genéticas naturales) del gen HFE influían en la neuropatía asociada con los antirretrovirales, otro problema mitocondrial.
Se apreció que una mutación en especial del gen HFE (la HFE 187C/G) tenía un efecto protector frente a la pérdida de grasa.
Las 23 personas que tenían una copia de la variante 187C/G (heterocigóticas) ganaron una mediana del 6,1% de grasa de los miembros, mientras que las 71 personas con las dos copias del HFE 187C/C (homocigóticas) perdieron una mediana del 12,5% de la grasa de los miembros, una diferencia estadísticamente significativa (p = 0,02).
Se descubrió que otro conjunto de variantes del gen mitocondrial (haplogrupo J) también poseía un efecto protector en participantes de etnia blanca no hispanos, aunque la diferencia no fue significativa.
Los autores afirman que éste es el primer estudio que muestra que un polimorfismo genético que afecta al transporte de hierro puede proteger frente a la lipoatrofia, lo que significa que algunas personas podrían estar genéticamente predispuestas a sufrir esta enfermedad, mientras que otras estarían protegidas frente a ella. Un estudio anterior reveló que las personas heterocigóticas respecto a la variante HFE 187C/G también estaban protegidas frente al desarrollo de neuropatía periférica.
Asimismo, los expertos añaden que es necesario investigar más, pero que existe la esperanza de que los estudios genéticos puedan ayudar en la elección de la terapia antirretroviral para evitar los cambios de grasa subcutánea.
En un artículo editorial en el mismo número de la revista, el doctor Keneth Lichtenstein, del National Jewish Research y el Centro Médico de Denver (EE UU), señala que estos hallazgos “proporcionan información sobre el uso de medicamentos que, de otro modo, quizá se dejen de ofrecer a aquellas personas que podrían estar genéticamente protegidas frente al desarrollo de lipoatrofia”.
El fármaco más firmemente asociado con la pérdida de grasa es estavudina (d4T). Desde 2003, las directrices de tratamiento del Reino Unido han aconsejado a los médicos que eviten prescribir este fármaco en un régimen de primera línea debido al riesgo de sufrir lipoatrofia.
Referencia: Huldan T, et al. Hemochromatosis gene polymorphisms, mitochondrial haplogroups and peripheral lipoatrophy during antiretroviral therapy. J Infect Dis. 197: 858-866, 2008.
Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).
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