La encuesta evidenció que esta práctica aumentaba más de cinco veces el riesgo que los hombres con VIH tenían de padecer una infección de transmisión sexual (ITS) bacteriana como la sífilis o la gonorrea.
La práctica del serosorting también estuvo relacionada con un riesgo cinco veces superior de un diagnóstico reciente de VIH en comparación con el uso de preservativos y/o la monogamia como estrategia. Incluso se reveló más arriesgada que no tener ninguna estrategia. Sin embargo, en este punto, el equipo de investigadores fue incapaz de determinar si dicha práctica fue la causa o el resultado del diagnóstico positivo de VIH (es decir, si los hombres recién infectados buscarían parejas seropositivas).
El serosorting no aumentó significativamente el riesgo de sufrir ITS en hombres seronegativos, pero la práctica exclusiva de esta actividad (mantener relaciones sexuales sin protección, pero sólo con hombres que se sabe o se presume que también son seronegativos) constituyó una estrategia que sólo adoptó una reducida proporción (3%) de los hombres sin VIH.
La encuesta fue realizada, durante 2007, por el Centro de Investigación en Ciencias Sociales de Berlín (Alemania), a través de revistas de temática homosexual y por internet, y se analizaron 8.170 cuestionarios. Los hallazgos fueron presentados en un póster durante la XVI Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI) celebrada en Montreal (Canadá).
Saber o suponer el estado serológico de la pareja
El 36% de los hombres con VIH y el 41% de los seronegativos afirmaron que no intentaron averiguar o suponer el estado serológico al VIH de su pareja. La mayoría de estos hombres siempre empleó preservativos y declaró que el estado serológico de sus parejas era irrelevante. Usaron condones el 95% de las veces. Sin embargo, el 9% de los hombres con VIH y el 2% de los hombres sin VIH afirmaron que nunca utilizaron preservativos ni preguntaron el estado serológico de sus parejas.
Por su parte, el 48% de los hombres con VIH y el 44% de los seronegativos señalaron que intentaron descubrir, o al menos suponer, el estado serológico al VIH de sus parejas. Los varones seropositivos que actuaron así, consideraron que su pareja no tenía el VIH en el 60% de los casos y que sí en el otro 40%. Los hombres seronegativos sólo consideraron que sus parejas tenían el virus en el 4,5% de los casos (probablemente, una estimación a la baja: la prevalencia del VIH en hombres gays en Alemania era de casi el 11% en 2008, según el informe de ONUSIDA sobre la epidemia mundial ese año).
A partir de estas declaraciones, se intentó averiguar si los hombres que realizaron suposiciones sobre el estado serológico lo tuvieron en cuenta a la hora de emplear el preservativo la última vez que practicaron sexo. Sobre este punto, los autores descubrieron: “La intención general de mantener relaciones sexuales anales sin protección sólo con parejas seroconcordantes no se tradujo en una práctica sexual generalizada”.
De todos modos, en el caso de los hombres con VIH, el estado serológico de la pareja tuvo influencia. Dos terceras partes de los hombres infectados por el virus emplearon preservativos la última vez que practicaron sexo cuando suponían que sus parejas no tenían VIH, pero sólo el 28% de ellos lo hizo cuando presumió que sus parejas sí lo tenían. En el caso de los hombres seronegativos, no se detectó una gran diferencia: el 61% había usado condones en la última relación sexual si suponía que su pareja no tenía el virus, y el 68% lo hizo cuando creía que sí lo tenía (hay que recordar que los hombres seronegativos sólo en contadas ocasiones supusieron que sus parejas tenían el virus).
¿Cómo lo supieron?
¿Cómo llegaron los hombres a considerar que “sabían” el estado serológico de sus parejas? Entre los hombres seropositivos, el revelado directo por parte de la pareja o el leerlo en un perfil en internet constituyó las dos terceras partes de casos en los que supusieron que la pareja tenía el virus y el 56% en los que se presumió que no. Un conocimiento que puede ser bastante fiable.
Sin embargo, la cuarta parte de las veces, la suposición que hicieron los hombres seropositivos de que su pareja también tenía el virus se basó en el hecho de que no deseaban emplear preservativos. En los casos en que dedujeron que su pareja no tenía el VIH, la tercera parte de los hombres lo infirió por la apariencia o las pistas verbales de la pareja.
En el caso de los hombres seronegativos, en las relativamente escasas ocasiones en que “sabían” que su pareja tenía el VIH, por lo general fue debido a que ésta lo manifestó de manera directa: más de las tres cuartas partes de los hombres seronegativos que habían tenido una pareja que presuponía tenía el virus llegaron a esa conclusión porque se lo dijo en persona o a través de internet, aunque el 15% se basó en la apariencia y el 8% en el hecho de que la pareja no quisiera emplear preservativos.
De igual modo, el 73% de las veces que los hombres sin VIH “supieron” que sus parejas no tenían el virus fue porque lo dijeron. No obstante, aquí debemos recordar que el conocimiento del propio estado serológico depende del momento en que se haya hecho la última prueba y del comportamiento de riesgo adoptado desde entonces y, como apuntan los autores, la tercera parte de los hombres en el estudio nunca había realizado una prueba del VIH y el 22% tenía unos resultados con más de dieciocho meses de antigüedad.
Serosorting y riesgo
Al analizar las respuestas del cuestionario, el equipo de investigadores calculó las proporciones de hombres que utilizaron estrategias de manejo de riesgo específicas.
Se comprobó que aproximadamente la tercera parte de los hombres con VIH y el 60% de los que no lo tienen usaron preservativos y/o mantuvieron relaciones monógamas; que uno de cada cinco hombres seropositivos y sólo el 3% de los seronegativos utilizaron serosorting ‘puro’, es decir, mantuvieron relaciones sexuales sin protección, pero limitándolas estrictamente a parejas que consideraban tenían el mismo estado serológico; que uno de cada cinco hombres seropositivos y la cuarta parte de los seronegativos emplearon “un poco de ambas cosas”, lo que quiere decir que unas veces usaron preservativos, pero otras también acudieron al serosorting; y que uno de cada ocho hombres seronegativos y la cuarta parte de los seropositivos no intentaron utilizar ninguna estrategia de reducción de riesgo.
¿Qué riesgo tienen estos distintos enfoques? Como se indicó más arriba, sólo los hombres seronegativos que no intentaron reducir el riesgo presentaron un aumento significativo de la probabilidad de sufrir una ITS bacteriana (2,1 veces más que los que confiaron en el uso de preservativos o en la monogamia en el cien por cien de los casos). No obstante, entre los hombres seropositivos, la elección de la estrategia supuso una gran diferencia en lo referente a la salud sexual. Los que practicaron serosorting fueron 4,3 veces más propensos a sufrir una ITS bacteriana que los que confiaron en los condones o la monogamia, y este riesgo fue superior al de aquéllos que no siguieron ninguna estrategia (3,7 veces). Los hombres seropositivos que emplearon ambas estrategias mostraron un riesgo 2,2 veces superior de adquirir una ITS bacteriana en comparación con los hombres monógamos o que usaron preservativos el cien por cien de las veces.
El equipo de investigadores examinó también los hombres que habían sido diagnosticados recientemente de VIH (en los últimos 18 meses). Cerca del 2,2-2,4% de los hombres que utilizaron preservativos/monogamia o estrategias “mixtas” habían sufrido una seroconversión de manera reciente, al igual que el 7,8% de aquéllos que no intentaron seguir una estrategia y el 12,5% de los que practicaron serosorting exclusivamente, aunque esto podría ser el reflejo de una práctica posterior al diagnóstico y no anterior al mismo.
A partir de todo esto, los autores concluyen: “La práctica del serosorting entre los hombres que practican sexo con hombres (HSH) con VIH tiene más posibilidades de ser eficaz, pero aumenta de forma profunda la incidencia y la prevalencia de ITS bacterianas”.
Con respecto a los hombres sin VIH, afirman: “Entre los HSH que creen que son seronegativos, la práctica del serosorting resulta muy ineficaz como estrategia, ya que provoca un aumento, en lugar de un descenso, del riesgo de transmisión del VIH”.
Referencia: Schmidt AJ, et al. HIV-serosorting among German men who have sex with men. Implications for community prevalence of STIs and HIV-prevention.16th Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections, Montreal. Poster, abstract 1021, 2009.
Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).
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