Desde la introducción de la terapia anti-VIH de gran actividad, en los países industrializados se ha producido una significativa reducción de la incidencia de cánceres definidores de SIDA, como el sarcoma de Kaposi y el linfoma no de Hodgkin. Sin embargo, centros del VIH de EE UU y Europa han declarado un aumento de la incidencia del cáncer de pulmón en comparación con principio de los años 90. El cáncer de pulmón sigue siendo raro entre las personas con VIH, y no existen indicios o evidencias de que esté provocado por la terapia anti-VIH. Como en el caso de las personas sin VIH, fumar cigarrillos supone el principal factor de riesgo relacionado con el desarrollo de cáncer de pulmón.
De cualquier modo, los pacientes con VIH que desarrollan cáncer de pulmón son típicamente más jóvenes que las personas sin VIH que desarrollan la enfermedad, y el cáncer de pulmón tiende a ser diagnosticado en una etapa más avanzada en pacientes con VIH, lo que lleva a algunos médicos a especular qué es más agresivo. Más aún, se ha demostrado que el cáncer de pulmón a menudo se desarrolla en pacientes con VIH cuando éstos tienen la función inmunológica bien conservada y niveles bajos de carga viral.
El grupo de investigadores del Hospital Johns Hopkins en Baltimore realizó un estudio retrospectivo para examinar los diagnósticos de cáncer de pulmón en pacientes entre 1986 y 2004. Su objetivo era determinar las cifras clínicas y demográficas de pacientes diagnosticados de cáncer de pulmón. En particular, los autores deseaban comparar la supervivencia, y los factores asociados con ella, de los pacientes con y sin VIH. Finalmente, querían comprobar la eficacia con la que había sido diagnosticado el cáncer de pulmón en los pacientes con VIH.
En los 18 años del análisis, un total de 5.065 pacientes fue diagnosticado de cáncer de pulmón en el hospital, y de ellos, 92 tenían VIH. Comparados con los pacientes sin VIH con dicha dolencia, los que tenían VIH fueron significativamente más jóvenes (p<0,001), fumadores más empedernidos (p<0,001), fueron más propensos a presentar un historial de uso de drogas inyectables (p<0,001), y a presentar un estado más avanzado de cáncer de pulmón en el momento del diagnóstico (p<0,001).
En el momento del diagnóstico de cáncer de pulmón, los pacientes con VIH tenían bien controlada la infección, con una mediana del recuento de células CD4 de 305 células/mm3 y una mediana de carga viral de 1.000 copias/ml. Casi dos tercios habían tomado terapia antirretroviral.
Un porcentaje significativamente menor de pacientes con VIH que sin VIH (14% frente al 27%, p=0,001) se sometió a cirugía con la intención de curar el cáncer de pulmón, pero esto se debió a que la cirugía no fue una opción para muchos pacientes con VIH debido a que su dolencia estaba muy avanzada en el momento del diagnóstico.
Aunque el periodo de supervivencia tras el diagnóstico de cáncer de pulmón fue poco prometedor tanto para los pacientes con y sin VIH, fue significativamente mejor para los pacientes sin VIH (mediana de nueve meses frente a seis meses, p=0,002). La supervivencia no varió en los pacientes con VIH en la era anterior y posterior a que estuvo disponible una terapia anti-VIH de eficacia. De los 78 pacientes con VIH que fallecieron tras el diagnóstico de cáncer de pulmón, se registró dicha dolencia como la causa de la muerte en 73 casos.
En su análisis inicial, el grupo de investigadores calculó que la mortalidad era un 57% mayor entre los pacientes con VIH. Mediante análisis multivariable se determinó que los únicos factores relacionados significativamente con una supervivencia más pobre de los pacientes con VIH fueron una etapa tardía de diagnóstico de cáncer (p<0,001) y raza (p<0,001) y cuando éstos fueron incluidos en su análisis estadístico, los autores descubrieron que la supervivencia no fue peor en pacientes con VIH. Señalaron que la raza probablemente supuso un factor debido a que las personas de origen afroamericano tienen un peor acceso al servicio sanitario.
A continuación, el grupo de investigadores analizó en detalle los historiales médicos de 32 pacientes con VIH y su uso de las instalaciones sanitarias en el año anterior al diagnóstico del cáncer de pulmón para ver si los médicos estaban empleando las pruebas de diagnóstico adecuadas y si se pudo haber evitado la detección tardía del cáncer de pulmón.
La falta de acceso a las instalaciones médicas no pareció suponer un factor para el diagnóstico tardío ya que los 32 pacientes acudieron a la clínica del VIH una mediana de diez veces en el año anterior a que se les diagnosticara el cáncer. Se realizaron radiografías pectorales a 30 de estos pacientes, presentando 18 de ellos anomalías más otros nueve resultados anómalos, pero no específicos. Un total de 27 pacientes fueron sometidos a continuación a un escáner de tomografía computerizada (TC) y en todos los casos excepto uno, en el escáner se detectó una anomalía sospechosa de ser cancerígena. Además, siete pacientes sufrieron una pérdida de peso del 10% o más en el año anterior a que fuera diagnosticado el cáncer.
“Los médicos deberían tener una alta sospecha clínica de esta enfermedad en fumadores con VIH”, recomienda el grupo de investigadores. Dado que la supervivencia fue semejante entre los pacientes con y sin VIH una vez se realizó el control para el diagnóstico tardío, los autores recomiendan la realización de escáneres TC a cualquier fumador con VIH que presente una anomalía pectoral persistente tras el empleo de los antibióticos adecuados. Los autores concluyen: “El cáncer de pulmón en los pacientes con VIH parece ser especialmente agresivo, pero un diagnóstico e intervención quirúrgica tempranos podrían permitir una supervivencia mayor”.
Referencia: Brock MV et al. Delayed diagnosis and elevated mortality in an urban population with HIV and lung cancer: implications for patient care. J Acquir Immune Defic Syndr 43: 47– 55, 2006.
Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).
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