Se estima que hay, aproximadamente, 2,5 millones de niños infectados por VIH en el mundo, de los que sólo 200.000 acceden a la TARV. La mortalidad infantil es elevada en los países africanos afectados por conflictos armados y el VIH puede incrementar todavía más esta tasa.
Resultados de estudios realizados en la República Democrática del Congo habían evidenciado que los adultos con TARV en áreas de conflicto armado pueden obtener resultados clínicos e inmunológicos comparables a los de adultos en regiones políticamente estables. Hasta ahora, no había información acerca de resultados sobre terapia antirretroviral en niños con VIH de lugares en conflicto.
El norte de Uganda ha sido políticamente inestable durante más de 20 años y se cree que, entre 2002 y 2008, unos 1,6 millones de personas en la región fueron desplazados y estuvieron viviendo en campos de refugiados.
En 2005, la Organización de Apoyo al Sida (TASO, en sus siglas en inglés) empezó a proporcionar terapia antirretroviral a adultos y niños de esos campos. De este modo, se obtuvieron datos de cambios en recuento y porcentaje de CD4, mortalidad y tasas de infecciones oportunistas entre los niños que iniciaron TARV.
En febrero de 2008, TASO había proporcionado tratamiento a 57 niños, los cuales tenían una edad media de ocho años y un periodo promedio de seguimiento desde el inicio de la terapia de 227 días. Un 60% eran niñas.
Todos ellos recibieron terapia antirretroviral con dos inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de nucleósido (ITIN) y un inhibidor de la transcriptasa inversa no análogo de nucleósido (ITINN). Un total de 25 niños (44%) había sufrido la muerte de, al menos, uno de sus progenitores.
Los investigadores observaron que tanto los huérfanos como el resto de niños experimentaron cambios comparables en el recuento y porcentaje de CD4 y en el peso tras el inicio de la terapia. Las tasas de adhesión al tratamiento fueron excelentes, con un 92% de los niños tomando, como mínimo, el 95% de las dosis. Un total de tres niños tenía tuberculosis antes de empezar el tratamiento y a uno le fue diagnosticada tras el inicio de la TARV.
“Nuestros resultados son coherentes con los de otras terapias antirretrovirales de otras pequeñas cohortes pediátricas en países subsaharianos políticamente estables”, afirmaron los investigadores.
Las guías terapéuticas habían sugerido previamente que no era viable distribuir antirretrovirales en lugares en conflicto. Los expertos remarcaron: “Ahora hay evidencias de que tratar a personas con VIH en estos lugares es imperativo tanto desde el punto de vista humanitario como desde el de la salud pública.” De hecho, el alto comisionado de la ONU para los refugiados ha desarrollado recientemente guías operativas para la gestión de la terapia antirretroviral en poblaciones desplazadas.
Los investigadores de TASO observaron que el movimiento de la población constituye un asunto importante en su grupo de pacientes; durante 2008, se espera que un 35% de ellos será reubicado en “casa”, un 45% estará en tránsito y sólo un 20% permanecerá en los campos. Finalmente, los expertos concluyeron que “las medidas clínicas y comunitarias deberían organizarse de manera que los niños que viajaran largas distancias pudieran recibir su terapia antirretroviral sin interrupción”.
Referencia: Kiboneka A, et al. Pediatric HIV therapy in armed conflict. AIDS. 2006; 22: 1.097 – 1.098.
Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).
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