Estudios previos realizados con animales y en tubos de ensayo habían mostrado que drogas recreativas como el cannabis (fumado como marihuana), la cocaína, los poppers y las anfetaminas podían afectar de forma negativa a las respuestas de las células-T tanto en animales como en humanos.
Cabe destacar que la cocaína administrada a ratones con VIH aumentó, en gran medida, los niveles del virus y redujo los recuentos de CD4 a la novena parte de los de los ratones del grupo de control.
Sin embargo, los estudios que examinaron el impacto de estas drogas recreativas sobre los niveles de células-T CD4 y CD8 en la vida real han arrojado resultados dispares y contradictorios, posiblemente debido a la existencia de factores de confusión, como la toma de fármacos antirretrovirales, el uso de drogas inyectables y las diferencias en el nivel y frecuencia del consumo de las drogas recreativas en el tiempo.
En consecuencia, la doctora Chun Chao, de la Universidad de California en Los Ángeles (EE UU), y su equipo de colaboradores se dispusieron a valorar la relación entre el consumo de cannabis, cocaína, poppers y anfetaminas y los recuentos de CD4 y CD8, examinando para ello datos de encuestas y registros médicos de hombres gay y hombres que practican sexo con hombres (HSH) con y sin VIH inscritos en el MACS.
En particular, el equipo de expertos pretendía calcular la tasa de cambio en los niveles de CD4 y CD8 en función del consumo de drogas, tanto al inicio del estudio como a lo largo del mismo. A fin de examinar la existencia de posibles relaciones dosis-respuesta, se atendió de forma específica a la frecuencia y duración (declaradas por los propios participantes) del uso de drogas recreativas.
Para el análisis, se contó con datos de 3.236 hombres sin VIH (incluyendo hombres inscritos entre abril de 1984 y abril de 2003). La media del periodo de seguimiento de los hombres seronegativos fue de diez años.
Los autores también dispusieron de datos de 481 hombres con VIH. Estos hombres no tenían el virus cuando se inscribieron en el MACS, pero lo adquirieron antes del 31 de diciembre de 1995. Se eligió esa fecha de corte para evitar los efectos desorientadores que pudiera tener la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA). La media del periodo de seguimiento de los hombres con VIH fue de cinco años.
El nivel de uso de drogas recreativas al inicio fue alto tanto en el caso de los hombres que siguieron siendo seronegativos como en el de los que se infectaron durante el estudio.
Al inicio del estudio, de los hombres que se mantuvieron sin infección, el 59% consumía cannabis, el 27%, cocaína, el 58%, poppers y el 16%, anfetaminas.
Por su parte, de los hombres que se infectaron por VIH durante el estudio, el 61% tomaba cannabis, el 30%, cocaína, el 58%, poppers y el 17%, anfetaminas, al inicio.
Sin embargo, el equipo de investigadores descubrió que, una vez establecido un control de los datos teniendo en cuenta el hecho de fumar (lo que puede elevar los recuentos de células CD4), así como otros factores que se sabe afectan a los niveles de estos linfocitos, los hombres que afirmaron que estaban consumiendo cualquiera de las cuatro drogas (al inicio o en cualquier otro momento del estudio) presentaron un mayor nivel medio de células CD4 durante el periodo de seguimiento que los que declararon que no tomaron ninguna de esas drogas (aunque este hecho no fue estadísticamente significativo).
En consecuencia, los autores del estudio señalaron: “No encontramos ninguna relación clínicamente significativa, ni negativa ni positiva, entre el consumo de marihuana, cocaína, poppers o anfetaminas y los recuentos o porcentajes de células-T ni en hombres seropositivos ni en seronegativos.”
Además, añaden: “Tampoco observamos la existencia de ningún efecto umbral en la frecuencia o duración del uso de drogas (al menos no con el uso semanal o más frecuente ni con el empleo continuo en el año anterior).”
Señalan que, si bien su estudio descubrió que la utilización de poppers estuvo relacionada de forma significativa con un menor recuento de células CD4, “la extensión de este efecto fue minúscula, y que incluso un empleo semanal o más frecuente sólo supuso una reducción del 4% en relación con los niveles de los hombres que no tomaron esta droga”.
Los investigadores también exponen que, aunque en otros estudios se ha sugerido que el uso de cocaína tenía un efecto adverso sobre los recuentos de células CD4, “en nuestro estudio no se observó esta relación, ni siquiera en el caso de los hombres que consumían cocaína de forma semanal o con más frecuencia”.
Asimismo, el equipo de expertos examinó el efecto de fumar tabaco y descubrió que “estuvo relacionado con un aumento de cerca del 6% (p<0,01) y el 7% (p=0,04) en la media del recuento de células CD4 en hombres sin y con VIH respectivamente”.
No obstante, en su conclusión, los autores admiten que, “si bien el número de células-T CD4 y CD8 circulantes no parece verse afectado de forma significativa por el uso de estas drogas, estos hallazgos no excluyen la posibilidad de que su consumo pueda afectar negativamente a las propiedades funcionales de las células-T”.
Los expertos tampoco señalan que el consumo de drogas recreativas puede afectar a los comportamientos de toma de riesgos sexuales, que el uso de poppers se ha asociado de forma significativa con la seroconversión durante los encuentros sexuales sin protección entre hombres gay, que el uso de anfetaminas puede afectar al grado de adhesión a TARGA y que fumar puede disminuir los beneficios de esta terapia.
Referencia: Chao C, et al. Recreational drug use and T lymphocyte subpopulations in HIV-uninfected and HIV-infected men. Drug Alchol Depend doi:10.1016/j.drugalcdep.2007.11.010, 2008.
Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).
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