El grupo de investigadores considera que uno de los puntos fuertes de su estudio fue el entorno en el que se realizó, una instalación de salud pública en donde se realiza la circuncisión, frente a los “entornos de investigación altamente controlados en donde se han realizado los estudios de circuncisión”.
El estudio se realizó entre 2002 y 2004 y contó con 324 hombres que se sometieron a circuncisión y un número igual de hombres de características demográficas similares que no se sometieron a la operación que acudían a los hospitales de los distritos de Siaya y Bondo en Kenia. El estudio no estuvo relacionado con un ensayo de reparto aleatorio que tuvo lugar en el distrito de Kisumu en Kenia. Ese ensayo fue detenido en diciembre de 2006 después de que un análisis ínterin mostrara que la circuncisión de los varones adultos redujo el riesgo de adquirir el VIH aproximadamente en un 50% durante el periodo de seguimiento.
Los hombres que se unieron al estudio Siaya/Bondo proporcionaron historiales sexuales al inscribirse y volvieron para realizar visitas de seguimiento en las que ofrecieron detalles de su actividad sexual a lo largo del primer año después de la circuncisión. El grupo de investigadores definió “sexo de riesgo” como relaciones sexuales con una persona distinta a la esposa o pareja regular del paciente y “sexo de riesgo sin protección” se consideró el sexo sin condón con otra persona distinta a la esposa o pareja regular. También se reunieron datos sobre la frecuencia de los actos sexuales.
El grupo de investigadores descubrió que los hombres que eligieron la circuncisión fueron significativamente más propensos que los hombres que decidieron no realizarla a haber practicado sexo de riesgo en los tres meses antes de entrar en el estudio (p=0,025) y a haber tenido sexo de riesgo sin protección durante este periodo (p=0,03).
En el mes siguiente a la circuncisión, los hombres que se sometieron a esta operación fueron un 60% menos propensos a declarar la práctica de sexo de riesgo que los hombres sin circuncidar y un 87% menos propensos que los hombres no circuncidados a declarar sexo de riesgo sin protección. El grupo de investigadores atribuye esto a la desinhibición sexual debida a la curación del pene tras la operación de circuncisión y al counselling sobre sexo más seguro.
Sin embargo, en el año que siguió a la circuncisión, dejó de haber diferencias en la cantidad de prácticas de sexo de riesgo y de riesgo sin protección declarado por los hombres circuncidados y no circuncidados. El grupo de investigadores destaca que “en ningún momento durante este año hubo ningún exceso apreciable de prácticas declaradas de sexo de riesgo o de riesgo sin protección entre los hombres circuncidados”.
El motivo citado con más frecuencia para realizar la circuncisión fue la protección frente al VIH y/o las infecciones de transmisión sexual (47%). Aun así, el grupo de investigadores descubrió que los hombres que declararon este motivo para realizar la circuncisión no fueron más propensos a practicar sexo de riesgo o de riesgo sin protección en el año posterior a la operación que los que citaron higiene (24%), evitar lesiones durante el sexo (14%) o influencia de amigos (10%).
“Nuestros resultados sugieren que, dentro del contexto del counselling adecuado sobre reducción de riesgo, cualquier beneficio físico que provenga de la circuncisión es probable que no sea contrarrestado apreciablemente por un impacto adverso de la operación sobre la conducta”, concluye el grupo de investigadores.
Referencia: Kawango EA et al. Male circumcision in Siaya and Bondo districts, Kenya: prospective cohort study to assess behavioural disinhibition following circumcision. J Acquir Immune Defic Syndr 44: 66 – 70, 2007.
Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).
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