El consumo de alcohol a largo plazo puede afectar a las células inmunológicas del intestino

Un estudio realizado con monos ha descubierto que el consumo a largo plazo de alcohol puede afectar a la renovación de las células del sistema inmunológico en el intestino, y a la reducción de estas células debido al virus de inmunodeficiencia simia (VIS).

Chris Gadd

Los descubrimientos del estudio fueron publicados en la edición del 15 de abril de The Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes.
 
A pesar de que los estudios no han examinado ningún efecto similar del alcohol y el VIH sobre las células inmunológicas en seres humanos, estos resultados sugieren que la ingesta a largo plazo de grandes cantidades de alcohol puede afectar a la actividad del sistema inmunológico durante las primeras etapas de la infección por VIH. Esto, a su vez, puede provocar mayores cargas virales al aumentar la replicación del VIH.
 
Recientemente, un grupo de investigadores de Estados Unidos descubrió que dar alcohol a macacos rhesus a lo largo de un periodo de tiempo prolongado provocaba mayores niveles de replicación del VIS y mayores cargas virales en sangre. Los monos también tuvieron niveles mayores de células T CD4 en el intestino, así como niveles reducidos de células T CD8, que son las responsables de detectar y eliminar las células infectadas en el organismo.
 
Para averiguar si estas observaciones estaban relacionadas, el grupo de investigadores continuó examinando los efectos del alcohol sobre las células inmunológicas en sangre, nódulos linfáticos e intestino. Al comparar las proporciones de distintos tipos de linfocitos, los autores descubrieron que los cambios en el sistema inmunológico en el intestino podrían ser los responsables de mayores cargas virales en sangre.
 
Los investigadores suministraron alcohol a once macacos a través de un tubo estomacal durante cuatro días cada semana. La dosis de alcohol fue determinada para imitar las sesiones de “borrachera”, con una infusión de 30 minutos a dosis altas, seguida por cuatro horas y media de infusión más lenta. Esto mantenía los niveles de alcohol en sangre entre 0,23 y 0,27%, lo que equivale en humanos a una intoxicación muy grave: en Reino Unido, el límite legal para poder conducir es 0,08%.
 
Tras ocho semanas, no hubo diferencias en los tipos de linfocitos encontrados en la sangre o nódulos linfáticos de estos monos, frente a un grupo de once monos a los que se les suministró infusiones azucaradas con la misma cantidad de calorías que las infusiones alcohólicas.
 
Por el contrario, las muestras de intestino de los monos a los que se les dio alcohol contuvieron niveles mayores de células T CD4 “naive” y de “memoria central”. Las células T CD4 naive no han sido activadas aún por una sustancia extraña, mientras que las células T CD4 de memoria central son las responsables de proteger el cuerpo frente a organismos extraños a los que el cuerpo ya se ha visto expuesto.
 
El grupo de investigadores también descubrió que los monos a los que se les dio alcohol tenían niveles más bajos de células T CD8 “efectoras de memoria” en el intestino. Estas células son las responsables de la rápida identificación y eliminación de las células infectadas por organismos que el cuerpo ya ha encontrado con anterioridad.
 
El grupo de investigadores a continuación infectó con VIS (mediante inyección en el recto) a siete de los macacos tratados con alcohol y a ocho de los tratados con sacarosas. Todos los monos se volvieron VIS positivos, con cargas virales pico tras un periodo de entre 14 a 21 días.
 
Como sucedió en estudios previos del grupo de investigadores, los monos tratados con alcohol presentaron cargas virales mayores que los tratados con sacarosa entre tres y seis semanas tras la infección. Sin embargo, los dos grupos tuvieron cargas virales similares tras este momento. Los recuentos de células CD4 en sangre disminuyeron en tasas similares en los dos grupos y ninguno de los animales presentó síntomas de infección por VIS cuando se tomaron las muestras.
 
Como era de esperar, las células-T CD4 en el intestino habían menguado en los monos infectados ocho semanas tras la infección.
 
Sin embargo, a pesar de tener niveles mayores tras la infección por VIS, los macacos tratados con alcohol mostraron una disminución de las células de memoria central en los intestinos tras la infección. También presentaron niveles mayores de VIS en el intestino, nódulos linfáticos y bazo. Por contra, los monos tratados con sacarosa no mostraron un descenso significativo de las células de memoria central.
 
Ambos grupos mostraron una disminución de estas células en los nódulos linfáticos y de células efectoras de memoria en el intestino.
 
El grupo de investigadores concluyó que el alcohol aumenta el número de las principales células dianas del VIS en el intestino y que esto permite que aumente la replicación en esos animales.
 
“El consumo crónico de alcohol provoca un aumento significativo de los porcentajes de células T CD4 de memoria central en el intestino de los macacos”, escriben los autores. “[Esto] sugiere de forma firme que los mayores niveles de estas células diana óptima del virus son el principal motivo del aumento de la replicación del VIS en macacos alimentados con alcohol”.
 
Los autores añaden que “estos resultados apuntan a un efecto adverso en general del consumo crónico de alcohol sobre el compartimento inmunológico de la mucosa intestinal”.
 
El grupo de investigadores encontró dificultades para explicar el porqué de los efectos del alcohol sobre las células inmunológicas intestinales. Sin embargo, proporcionó algún indicio de que el alcohol podría inhibir la renovación de las células-T, lo que provocaría que se alterasen las proporciones de los diferentes tipos de células. A pesar de que aún no está probado, los autores sugieren que esto aumenta la disponibilidad de células T naive y de memoria central en las cuales se puede replicar el VIS.

 “El consumo de alcohol provoca una alteración del ciclo o renovación de linfocitos y/o afecta a la normal conversión de células naive a células activadas/de memoria”, explican los autores, “lo que provoca que haya porcentajes significativamente mayores de subgrupos de linfocitos naive en los intestinos y nódulos linfáticos”.
 
Referencia: Poonia B et al. Intestinal lymphocyte subsets and turnover are affected by chronic alcohol consumption: implications for SIV / HIV infection. J Acquir Immune Defic Syndr 41: 537-547, 2006.
 
Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

 

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