XVI Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas, jueves

Durante esta semana, NAM elaborará un boletín informativo diario para cubrir la edición de la CROI de este año.

Hay factores que dependen del paciente relacionados con un mayor riesgo de muerte

Un estudio de gran tamaño que examinaba la seguridad del tratamiento antirretroviral descubrió unos factores de riesgo que estaban controlados, al menos en parte, por los pacientes y que aumentaron la probabilidad de muerte de los participantes.

Desde 1999, el estudio D:A:D ha ido recopilando información sobre la seguridad del tratamiento anti-VIH y de las enfermedades y muertes producidas entre sus participantes. El estudio contó con más de 33.000 pacientes que, en conjunto, aportaron un total de casi 160.000 persona-años para el análisis.

Desde el inicio de este ensayo, se registraron 2.200 muertes. Los autores han evidenciado que la tasa de mortalidad anual ha disminuido de un 1,6% al comienzo del estudio hasta un 1% en la actualidad.

Las dolencias relacionadas con el VIH siguieron constituyendo la causa de muerte más habitual (32%), seguidas por la enfermedad hepática (14%), cánceres no relacionados con el VIH (12%) y enfermedad cardiovascular (11%).

Algunos factores sobre los que no se puede actuar estuvieron asociados con un mayor riesgo de muerte: la edad y el género.

Sin embargo, también se encontraron algunos factores que sí podían modificarse y que, además, aumentaron la probabilidad de muerte entre los participantes del estudio, como por ejemplo: tener poco peso, fumar, tener diabetes, hipertensión o infección por hepatitis C.

Tener un recuento de células CD4 bajo y una carga viral elevada, asimismo, fueron identificados como factores de riesgo.

VIH y coinfección por hepatitis C

Un ciclo de tratamiento más prolongado puede ofrecer ventajas

Un tratamiento para la hepatitis C más prolongado puede suponer que más del 50% de las personas coinfectadas que han presentado una respuesta precoz a dicha terapia aclara la infección.

El estudio contó con más de 300 pacientes coinfectados por VIH y el virus de la hepatitis C (VHC), que recibieron un tratamiento para esta última infección consistente en interferón pegilado y unas dosis de ribavirina proporcionales al peso corporal.

Tras doce semanas, se valoró la respuesta al tratamiento. Aquellas personas que mostraban una respuesta precoz al mismo (un descenso de la carga viral del VHC de 2log10 o un nivel indetectable de ésta) mantuvieron su terapia anti-VHC durante 72 semanas. Se trata de un tiempo superior a las 48 semanas estándar de tratamiento que tienen que seguir habitualmente las personas coinfectadas por estos dos virus.

El 56% de los pacientes presentó una respuesta precoz al tratamiento, y el 51% de éstos siguió mostrando una respuesta sostenida al mismo (una carga viral del VHC indetectable seis meses después de finalizar la terapia).

Las personas con los genotipos del VHC más fáciles de tratar (el 2 y el 3) tuvieron más probabilidades de aclarar la infección por el virus, al igual que aquéllas con una carga viral del VHC indetectable después de doce semanas de tratamiento.

No obstante, muchos pacientes encontraron dificultades con los efectos secundarios de la terapia. Más de la tercera parte (35%) la interrumpió antes de terminar las 72 semanas, alegando, principalmente, fatiga y mala calidad de vida.

Más hospitalización y discapacidad

Numerosos estudios, incluyendo el D:A:D mencionado anteriormente, han evidenciado que la enfermedad hepática provocada por los virus de la hepatitis B ó C constituye una causa cada vez más importante de morbimortalidad entre las personas con VIH.

Actualmente, un equipo de investigadores de EE UU ha descubierto que los pacientes coinfectados por VIH/VHC pasan más tiempo en el hospital, necesitan más atención de urgencias y tienen que ausentarse más del trabajo por enfermedad que las personas infectadas sólo por VIH.

La investigación contó con más de 3.000 pacientes con VIH, de los que 359 (12%) estaban coinfectados por el VHC.

Con independencia del recuento de células CD4, las personas coinfectadas pasaron más tiempo ingresadas en el hospital que aquéllas que sólo tenían VIH.

Además, también se descubrió que, para todos los niveles de CD4, los pacientes coinfectados acudieron más veces al servicio de urgencias hospitalarias y pasaron más días con discapacidad (definido este término como días pasados en cama u obligados a abandonar el trabajo o bien otras actividades).

Los autores concluyeron que los pacientes coinfectados “muestran unas tasas significativamente mayores de uso de los servicios sanitarios y de días de discapacidad, lo que supone una importante carga adicional sobre el sistema de salud que atiende a los pacientes con VIH”.

Tratamiento del VIH y la tuberculosis: un corticoesteroide mejora los resultados en pacientes con SIRI

El recibir simultáneamente un tratamiento contra el VIH y otro para la tuberculosis puede desencadenar lo que se conoce como síndrome inflamatorio de reconstitución inmunitaria (SIRI). Este síndrome se manifiesta con unos síntomas desagradables y, en algunos casos, puede llegar a ser peligroso.

Un estudio ha puesto de manifiesto que los resultados mejoran en los pacientes con SIRI cuando reciben un tratamiento con el corticoesteroide prednisona.

Dicho estudio, realizado en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), contó con 110 pacientes que experimentaban un SIRI. Los participantes fueron distribuidos de forma aleatoria para recibir prednisona o un placebo.

Los pacientes que recibieron el fármaco pasaron menos tiempo en el hospital y necesitaron menos procedimientos médicos para tratar su SIRI. La toma de prednisona también supuso una mejora en los síntomas de este síndrome.

El tratamiento con el fármaco no se relacionó con un mayor riesgo de efectos secundarios o de brotes de otras infecciones.

Los autores declararon en la conferencia: “Abogaríamos por el uso de prednisona para tratar pacientes con tuberculosis y SIRI”.

Las madres con recuentos bajos de CD4 que toman antirretrovirales reducen el riesgo de transmisión durante la lactancia

Las madres con VIH en fase de lactancia que presenten un recuento de CD4 bajo tienen muchas menos probabilidades de transmitir el virus a sus bebés si toman terapia antirretroviral (TARV).

La investigación contó con más de 2.300 niños que eran seronegativos a las catorce semanas de vida y que recibieron seguimiento hasta alcanzar los 24 meses de edad.

En este período, se infectaron por VIH un total de 130 niños (6%). La tasa de transmisión de madre a hijo del virus fue máxima (11 por cada 100 persona-años) en el caso de los bebés cuyas madres tenían un recuento de CD4 inferior a 250 células/mm3 pero no tomaban tratamiento anti-VIH. Sin embargo, esta tasa fue sólo de 2 por cada 100 persona-años cuando las madres con ese recuento de CD4 seguían una TARV. Esto supuso una reducción del riesgo del 82%.

Pruebas y counselling del VIH: ventajas en la estrategia basada en el domicilio

La realización de counselling y pruebas del VIH basada en el domicilio particular puede aumentar la aceptabilidad y popularidad de los tests del VIH, según evidencian dos estudios realizados en Uganda.

El primer estudio reveló que los miembros familiares de las personas que recibían tratamiento antirretroviral basado en el hogar se mostraban más propensos a someterse a las pruebas del VIH que los familiares de los pacientes que eran atendidos en la clínica.

El segundo estudio examinó la realización voluntaria de pruebas y counselling del VIH puerta a puerta. Los autores encontraron que este enfoque no sólo mejoró las tasas de realización de pruebas del virus, sino que también redujo el estigma relacionado con el mismo. No obstante, no afectó a los niveles de comportamientos sexuales de riesgo.

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