Estudios sobre prevención del VIH en África: es importante preguntar sobre el sexo anal

A las personas inscritas en los ensayos de prevención del VIH se les debería preguntar si han practicado sexo anal, según sugiere un artículo publicado en la edición digital de Sexually Transmitted Infections. Este estudio descubrió que el 18% de las mujeres inscritas había practicado sexo anal recientemente y que muchas de ellas tenían infecciones de transmisión sexual anal sin diagnosticar.

Michael Carter

A menudo, los estudios sobre comportamiento sexual en África han evitado preguntar sobre sexo anal y sexo entre hombres. Se ha asumido que dicho comportamiento no era prevalente o se ha sucumbido a tabúes y prejuicios culturales de modo que los investigadores se muestran reacios a preguntar sobre dicho comportamiento. Sin embargo, actualmente los estudios sugieren que la práctica de sexo anal es habitual en África tanto en contextos heterosexuales como homosexuales y esto constituye un modo de transmisión del VIH.

El estudio también mostró que el confiar en la declaración del paciente sobre los síntomas podría conducir a que muchas infecciones de transmisión sexual queden sin diagnosticar y que un simple análisis microscópico de frotis genitales y anales podría ayudar a que se diagnostiquen más infecciones.

Se están realizando numerosos estudios de prevención del VIH en todo el mundo. Un equipo de investigadores implicado en uno de estos estudios en Mombasa (Kenia) quiso demostrar el valor de introducir exámenes de salud sexual de rutina que implicaran pruebas de laboratorio básicas, así como el valor de preguntar a las personas sobre las prácticas de sexo anal de modo que pudieran recibir unos análisis y tratamientos adecuados.

El estudio se prolongó entre 2005 y 2007 y la inscripción se centró en las personas con alto riesgo de VIH, incluyendo 334 trabajadoras sexuales, 316 hombres que practican sexo con hombres, 169 personas con múltiples parejas sexuales, 59 pacientes con infecciones de transmisión sexual sintomáticas recientes y 28 personas seronegativas con una pareja seropositiva.

Al principio, el equipo de investigadores no preguntó sobre relaciones anales receptivas. Sólo en 2006, después de que el estudio había estado en marcha durante un año, se incluyeron preguntas sobre relaciones anales porque los participantes habían declarado con frecuencia este comportamiento o presentaban síntomas que sugerían la existencia de infecciones de transmisión sexual en el ano.

Para el equipo de investigadores se hizo evidente que no se podía confiar en las declaraciones de los pacientes sobre los síntomas para diagnosticar las infecciones de transmisión sexual. La mayoría de las mujeres (60%, 20 de 32) con tricomoniasis no presentaron ningún tipo de supuración y la infección sólo pudo ser diagnosticada después de examinar los frotis al microscopio. De las 13 mujeres con enfermedad pélvica inflamatoria confirmada en el laboratorio, sólo tres presentaban algún síntoma. De igual modo, el 67% de los casos de uretritis sólo fueron diagnosticados después de analizar las muestras al microscopio.

Otro importante hallazgo del estudio fue la elevada prevalencia de relaciones anales receptivas, declaradas por el 36% de los hombres que practican sexo con hombres y por el 18% de las mujeres. La mayoría aunque no todas (89%) de esas mujeres eran trabajadoras sexuales. La tercera parte de las personas que declararon practicar sexo anal receptivo mostraba síntomas que sugerían la existencia de una infección anal. Un total de 69 pacientes accedió a someterse a un examen anal con un proctoscopio y el 20% mostró supuraciones visibles, el 20% inflamación y el 7%, ulceraciones. El análisis de los frotis rectales sirvió para diagnosticar la presencia de proctitis (inflamación del recto) en el caso del 7% de los pacientes.

Entre los hombres, la práctica reciente de sexo anal receptivo estuvo firmemente relacionada con la infección por VIH (cociente de probabilidad ajustado [CPA]: 3,8; intervalo de confianza del 95% [IC 95%]: 2,0 – 6,9), aunque esto no se cumplió en el caso de las mujeres. Sin embargo, el equipo de investigadores señaló que dos terceras partes de los casos de sífilis en mujeres se correspondieron a personas que declararon practicar sexo anal (CPA: 12,9; IC 95%: 3,4 – 48,7).

El equipo de investigadores también descubrió que los hombres infectados por VIH eran más propensos a sufrir úlceras y verrugas en la zona anogenital y a padecer uretritis. La infección por VIH en las mujeres estuvo relacionada con verrugas anogenitales y enfermedad inflamatoria pélvica.

“Considerando que el sexo anal no es una práctica infrecuente entre adultos en situación de alto riesgo, recomendamos que el análisis de ITS incluya preguntas sobre prácticas de sexo anal receptivo y el diagnóstico de proctitis cuando haya síntomas presentes”, escriben los autores.

El equipo de expertos también realiza unas recomendaciones respecto a la inscripción de personas en situación de alto riesgo en los estudios de prevención del VIH, incluyendo los ensayos de vacunas:

  • Centrarse en comportamientos de riesgo más que en grupos de riesgo.
  • Las personas que declararon haber practicado recientemente sexo anal receptivo deberían ser examinadas en búsqueda de infecciones, con un manejo adecuado de la situación.
  • La incorporación de exámenes de salud sexual, y de su tratamiento, puede reducir el riesgo de infección por VIH y podría facilitar la inscripción en estudios de prevención en entornos con recursos limitados.

Este estudio plantea algunas cuestiones importantes respecto al diseño y robustez de los estudios de prevención del VIH en África. En especial, es destacable que aunque este estudio contó desde el principio con hombres que practican sexo con hombres, el protocolo de estudio inicialmente no incluía preguntas sobre sexo anal. Sólo cuando el estudio llevaba un año en marcha, las declaraciones de los participantes sobre las prácticas de sexo anal condujeron a que se cambiara el protocolo y se incluyeran preguntas sobre sexo anal.

Además, en algunos entornos africanos, existe una continua reluctancia a reconocer la prevalencia de las prácticas de sexo anal tanto en personas heterosexuales como homosexuales. El equipo de investigadores señala: “Las preguntas sobre relaciones anales receptivas en las encuestas nacionales sobre SIDA recientemente realizadas en Kenia fueron rechazadas por considerarse demasiado ofensivas para ser planteadas (…) desgraciadamente, los datos sobre las prácticas de sexo anal en la población general keniana siguen siendo difíciles de obtener.”

Referencia: Grijsen MA et al. Screening for genital and anorectal sexually transmitted infections in HIV prevention trials in Africa. Sex Transm Infect: published online, March 28th, 2008.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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