Tras descartar otras vías de transmisión (como la leche materna, el abuso sexual, las transfusiones de sangre o los pinchazos accidentales con jeringuillas), el equipo de expertos examinó a las personas que los cuidaban y descubrieron que, en dos casos, las madres con VIH tenían la costumbre de dar a sus bebés comida previamente masticada. En un caso, el niño murió debido al SIDA antes de que se detectara la ruta de transmisión, pero el otro niño está recibiendo tratamiento antirretroviral (TARV).
En el tercer caso, el niño fue diagnosticado de VIH en 1993, cuando tenía 15 meses. La madre del niño no tenía VIH y la cepa del virus de su pareja seropositiva era genéticamente distinta a la del bebé, lo que llevó a los expertos a seguir buscando el origen. Al final, averiguaron que la tía abuela del niño lo había cuidado a menudo entre los nueve y 14 meses de edad y que le daba comida previamente masticada. Esa familiar murió de SIDA en 1993.
También se descubrió que, en dos de los tres casos, los historiales médicos mostraban indicios de sangrado de encías y de llagas en la boca durante el periodo en que los adultos proporcionaron comida previamente masticada a los niños. En el tercer caso, no se dispuso de información sobre la salud bucal de la persona cuidadora durante el periodo previo a la infección del niño, pero el virus encontrado en éste estaba estrechamente relacionado y no se pudo hallar otra explicación para la transmisión del virus.
En la actualidad, los CDC de EE UU no pueden decir con qué frecuencia tiene lugar en el país la práctica de masticar la comida antes de darla a los niños, ni en qué medida supone un riesgo de transmisión del VIH, pero aconsejan que los progenitores (y cualquier cuidador) con VIH eviten proporcionar comida previamente masticada, en especial si les sangran las encías, tienen llagas en la boca o algún tipo de herida abierta en la zona.
Los CDC creen que, en los países en vías de desarrollo, la masticación previa puede ser una práctica más habitual debido a la falta de alimentos infantiles, por lo que supone un mayor riesgo en aquellos entornos donde existe una alta prevalencia de VIH y la salud bucal es mala.
Referencia: Gaur A, et al. Practice of offering a child pre-masticated (pre-chewed) food: an unrecognised possible risk factor for HIV transmission. Fifteenth Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections, Boston, abstract 613b, 2008.
Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).
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