Daño en capacidad mental relativamente más habitual en jóvenes con VIH – se desconoce significado de cambios cerebrales

Varias presentaciones en la XV Conferencia de la Asociación Británica del VIH [BHIVA, en sus siglas en inglés], celebrada en Liverpool, ofrecieron más pruebas de que incluso las personas que siguen una terapia anti-VIH estable y presentan un buen recuento de CD4 muestran signos de una sutil merma psicológica y neurológica. Un estudio evidenció signos de pérdida de células nerviosas en el cerebro.

Gus Cairns

Sin embargo, en la mayoría de los casos, las diferencias en el rendimiento fueron pequeñas y, en el ensayo que descubrió la existencia de cambios cerebrales, éstos no se relacionaron con los resultados de las pruebas.

Estas investigaciones se producen tras los resultados de un par de grandes estudios anunciados en febrero de 2009 durante la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI), celebrada en Montreal [Canadá] -véase Heaton, Letendre-, que encontraron algunos indicios de daño cerebral en entre la tercera parte y la mitad de los pacientes de una clínica del VIH, y al menos un daño moderado [suficiente como para afectar de forma notable a tareas complejas como la conducción] en el 25-33% de los pacientes.

No obstante, estos estudios de gran tamaño incluyen personas que pueden presentar otros motivos para sufrir mermas en la capacidad cognitiva (en el pensamiento), como depresión, consumo de alcohol y drogas, recuentos previos de CD4 bajos y coinfecciones por otras enfermedades, como la hepatitis C. En consecuencia, los estudios presentados en la conferencia de la BHIVA examinaron a grupos más reducidos de pacientes sin ninguno de estos factores de confusión.

Un estudio del Hospital St. Mary, en el oeste de Londres (Garvey 1), descubrió que, en relación con las personas sin VIH de su propia edad, los jóvenes con el virus tenían un rendimiento relativamente peor a la hora de realizar una batería de pruebas asistidas por ordenador, diseñadas para medir su coordinación muscular, memoria y capacidad para aprender, atención visual y capacidad para tomar decisiones.

El equipo de investigadores realizó pruebas a 45 personas con VIH -la mayoría hombres-, todas las cuales seguían tratamiento anti-VIH. Su media de edad era de 48 años (intervalo: 24-67), habían tenido una carga viral indetectable durante al menos seis meses, no eran consumidoras de alcohol o drogas en ese momento y no tenían hepatitis C.

El grupo del Hospital St. Mary descubrió lo que denominaron daño neurocognitivo asintomático [ANCI, en sus siglas en inglés] en 14 pacientes (31%). Éste se definió como estar entre el 16% de la población general con resultados más bajos en la prueba, al comparar el rendimiento con personas de edad similar entre dicha población.

El hecho de tener una menor edad se asoció de forma significativa con presentar ANCI. Estuvo presente en el 54% de la cuarta parte de pacientes más jóvenes (entre 24 y 39 años), el 27% de los pacientes en el siguiente grupo de edad (40-49 años), el 36% de los pacientes del otro cuarto (entre 50 y 57 años), pero sólo en el 10% de la cuarta parte de pacientes de más edad (57-67 años).

Se trata sólo de un pequeño estudio, con unas 11 personas en cada grupo de edad, por lo que no se pueden extraer muchas conclusiones de los resultados. No obstante, los autores sugieren que las personas de menor edad podrían ser más vulnerables a los efectos neurológicos del VIH o podrían diferir de las de mayor edad en modos no contemplados por el estudio, como pueda ser el estatus socioeconómico.

El otro estudio, del hospital St. Thomas, también en el sur de Londres (Towgood), seleccionó un grupo aún más específico de pacientes para intentar descartar cualquier otra influencia aparte de la infección por VIH.

Se seleccionó a 40 hombres gays que habían mantenido de forma estable una terapia antirretroviral durante más de seis meses, nunca habían tenido un recuento de CD4 inferior a 200 células/mm3, tampoco habían sido grandes consumidores de alcohol o drogas, y jamás habían tomado más de 25 unidades de alcohol en cualquier semana o fumado cannabis más de una vez al mes en los últimos cuatro años; asimismo, no padecían hepatitis B ó C y no presentaban problemas psiquiátricos ni en la actualidad ni en el pasado. Para el estudio, se identificó a veinte hombres de entre 20 y 40 años y a otros veinte de entre 50 y 75. Los autores sometieron a los participantes a una larga serie de pruebas neuropsicológicas y a cuatro métodos distintos de tomas de imágenes cerebrales. También se establecieron dos grupos de control de 20 hombres gays sin VIH de características y edades similares, que fueron sometidos a las mismas pruebas para comparar los resultados.

En este estudio, se definió el “daño cognitivo” como un resultado peor que el 96% del esperado en la población general.

Hubo una tendencia a que los hombres con VIH de ambos grupos de edad presentaran un mayor daño cognitivo, pero no alcanzó significación estadística. El 15% de los hombres con VIH presentaba daño cerebral frente al 10% de los hombres sin VIH de mayor edad y el 9% de los más jóvenes. Hay que destacar que, incluso en los hombres seronegativos, se produjo un daño cerebral tres veces superior al esperado en varones de su edad. Estos resultados no se corrigieron teniendo en cuenta la edad. Dicho de otro modo, los hombres más jóvenes no tuvieron mejores resultados que los mayores, o fueron relativamente peores considerando su edad.

Las imágenes del cerebro revelaron una pérdida específica y significativa de materia gris (las células nerviosas responsables del pensamiento) únicamente en una parte del cerebro denominada circunvolución frontal media y superior.

Esta zona, situada justo por encima del centro de la frente, se encarga de la toma de decisiones y las elecciones.

Sin embargo, no se observó una correlación entre los pacientes que mostraron un daño cognitivo y los que perdieron células nerviosas. Los investigadores están procesando otros estudios con imágenes del cerebro que examinarán las conexiones entre las células nerviosas y la salud de otras células cerebrales. Por el momento, especulan que sus técnicas de análisis de imágenes podrían servir como indicadores de futuros daños cognitivos, más que como de indicación de un daño actual.

Es interesante señalar que la toma de decisiones y el cambio entre tareas alternativas fue el área de rendimiento cognitivo que también pareció verse afectada específicamente por la hepatitis C. En un segundo estudio del Hospital St. Mary (Garvey 2) se comparó a los pacientes con VIH infectados por hepatitis C en los últimos seis meses con otros sin esta última infección.

El 40% de los pacientes con infección aguda por hepatitis C, frente al 31% de los que no la tenían, cumplió los criterios de daño cerebral, aun cuando los pacientes sin hepatitis fueron de promedio 10 años mayores. Este resultado no fue estadísticamente significativo. No obstante, los pacientes con hepatitis C mostraron un rendimiento peor desde el punto de vista significativo en una prueba en particular, que requería dividir su atención entre dos tareas.

Estos estudios ofrecieron pruebas adicionales de que un tipo de daño sutil en el proceso mental es más habitual en personas con VIH y también en las infectadas por hepatitis C. Afecta a habilidades y partes del cerebro distintas a la clásica demencia, que de manera más frecuente afecta a los centros emocionales y de memoria. No se conoce con seguridad cuáles son con exactitud la significación clínica y el curso futuro de este daño. Gran parte del mismo sólo es detectable mediante pruebas específicas, no sería apreciable directamente por los pacientes o sus allegados, y a menudo es reversible. Sin embargo, parte de este daño afecta de forma significativa a la capacidad mental y parece tener una naturaleza progresiva.

La cuestión del daño cerebral, considerando los hallazgos tanto de la BHIVA como de la CROI, será objeto de un artículo en el número de mayo de HIV Treatment Update.

Referencias: Heaton R, et al. HIV-associated neurocognitive impairment remains prevalent in the era of combination ART: the CHARTER Study. CROI, Montreal, abstract 154, 2009.

Letendre S, et al. Persistent HIV in the central nervous system is associated with worse antiretroviral penetration and cognitive impairment. CROI, Montreal, abstract 484b, 2009.

Garvey LJ, et al. High rates of asymptomatic neurocognitive impairment (aNCI) in HIV-1-infected subjects receiving stable combination antiretroviral therapy (CART) with undetectable plasma HIV RNA. Fifteenth BHIVA Conference, Liverpool, poster P84, 2009.

Towgood K, et al. Cognitive function and brain grey matter change in HIV-1 younger and older positive ‘men who have sex with men’ in the post-HAART era. Fifteenth BHIVA Conference, Liverpool, oral presentation O27, 2009.

Garvey LJ, et al. Acute hepatitis C infection in HIV-1 seropositive subjects with undetectable plasma HIV RNA affects neurocognitive performance.. Fifteenth BHIVA Conference, Liverpool. Poster P64. 2009.

CROI reporting by Theo Smart.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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