Tratamiento anti-VIH: Buen resultado de un inhibidor del acoplamiento experimental en un estudio
El fármaco, conocido en la actualidad como BMS-663068, ha demostrado ser seguro y tener actividad contra el virus.
La entrada del VIH en las células es un proceso que consta de tres pasos principales. En primer lugar, el virus debe acoplarse al receptor CD4 presente en la superficie celular, acto seguido, se une a un correceptor (el CCR5 o el CXCR4), y, por último, se fusiona con la membrana celular, liberando los componentes virales dentro de la célula. Del resto de los fármacos que actúan sobre la entrada del virus en las células, el antagonista del CCR5 maraviroc (Celsentri® en Europa y SelzentryTM en EE UU) funciona bloqueando la segunda etapa, mientras que el inhibidor de la fusión T-20 (enfuvirtida, Fuzeon®) actúa sobre el tercer paso.
El fármaco BMS-663068 sería el primero que actúa impidiendo el paso inicial de la entrada del virus. La forma activa del fármaco recibe el nombre en código de laboratorio BMS-626529.
El estudio contó con 50 pacientes con VIH, todos los cuales presentaban un recuento de CD4 superior a 200 células/mm3 y una carga viral de al menos 5.000 copias/mL.
Los participantes fueron distribuidos en cinco brazos y tratados con distintas dosis del fármaco, una o dos veces al día y usando o no ritonavir (Norvir®) como potenciador. El ensayo se prolongó a lo largo de ocho días.
La carga viral disminuyó de forma notable y se registraron unos buenos aumentos en los recuentos de células CD4.
Tanto la dosificación de una toma diaria como la de dos veces al día resultaron eficaces, pero la potenciación con ritonavir apenas aumentó la efectividad del fármaco.
Ninguno de los pacientes experimentó efectos secundarios de gravedad. Sin embargo, sí que fueron frecuentes los de carácter leve, especialmente el dolor de cabeza y el exantema cutáneo (rash).
El fármaco será examinado en otros estudios que comenzarán este mismo año.
Tratamiento anti-VIH y enfermedad cardiovascular: Ningún vínculo con abacavir
La Agencia de la Alimentación y el Medicamento de EE UU (FDA, en sus siglas en inglés) ha concluido que no existen pruebas suficientes que demuestren que sufrir un ataque al corazón esté relacionado con la toma de abacavir (Ziagen®, y también en las píldoras combinadas Kivexa® y Trizivir®).
Se realizó un análisis de 26 ensayos clínicos anteriores en los que se estudió el uso del fármaco y no se encontró ninguna prueba que demostrara que el tratamiento con abacavir aumentase el riesgo de padecer un infarto.
Con anterioridad, un estudio de gran tamaño que examinó la terapia antirretroviral y el riesgo de desarrollar efectos secundarios había demostrado que el tratamiento con abacavir aumentaba en un 70% el riesgo de sufrir un ataque cardíaco. Otros grandes estudios también habían concluido que la terapia con dicho fármaco estaba relacionada con un aumento en el riesgo de sufrir un infarto de miocardio.
No obstante, GlaxoSmithKline (GSK), la empresa farmacéutica que fabrica abacavir, siempre había insistido en que sus propios estudios evidenciaban que no existía ningún vínculo entre el empleo del fármaco y el hecho de padecer un ataque al corazón.
Los 26 estudios incluidos en el análisis de la FDA fueron ensayos de distribución aleatoria que contaron con una participación, en total, de 5.028 pacientes que tomaban abacavir y 4.804 pacientes que no. Estas personas recibieron seguimiento durante un promedio de 1,5 años.
En conjunto, se registraron 47 ataques al corazón, que se produjeron entre los participantes en 18 de los estudios.
El tratamiento con abacavir se relacionó con un aumento estadísticamente no significativo del 2% en el riesgo de sufrir un infarto de miocardio.
Este resultado llevó a que la FDA anunciara que no había pruebas suficientes como para concluir que el medicamento aumentase el riesgo de padecer un ataque cardíaco.
Enlaces relacionados:
Véase el abstract de este estudio en el sitio web oficial de la conferencia.
Atención del VIH en entornos con recursos limitados: La viremia no resulta esencial
La medida de la carga viral no es fundamental a la hora de tomar decisiones respecto al cambio de tratamiento anti-VIH en los países más pobres, según evidencian dos estudios.
La monitorización del recuento de CD4 y de los síntomas clínicos ha demostrado constituir una orientación fiable sobre el momento de cambiar la terapia antirretroviral.
El primer estudio se llevó a cabo en Tailandia.
En él, se compararon los resultados de los pacientes que cambiaron el tratamiento anti-VIH después de un aumento de su carga viral con los de las personas que modificaron su régimen antirretroviral cuando su recuento de células CD4 cayó un 30%.
No se descubrió ninguna ventaja a largo plazo en los cambios de tratamiento guiados por el nivel de viremia. Las tasas de fallecimientos y de nuevas enfermedades definidoras de sida fueron parecidas a las observadas en los pacientes que cambiaron el tratamiento después de que se registrara un descenso importante en su recuento de células CD4.
El otro estudio, realizado en Camerún, arrojó resultados muy similares. No se descubrieron diferencias significativas en el riesgo de muerte, progresión de la infección, supresión viral o resistencia a los fármacos en función de que los pacientes monitorizados cambiasen de tratamiento atendiendo a la presencia de signos clínicos o según los resultados de los marcadores de laboratorio (CD4 y carga viral) a lo largo de dos años de seguimiento.
Pronóstico: La pérdida de músculo en las extremidades y la grasa abdominal, vinculados con el riesgo de mortalidad
Un equipo de investigadores del estudio FRAM (siglas en inglés de Redistribución de Grasa y Cambio Metabólico en la Infección por VIH) empleó escáneres de resonancia magnética nuclear (RMN) para monitorizar los niveles de grasa y músculo en 1.200 pacientes.
Las dos terceras partes de los participantes eran hombres, con un promedio de edad de unos 40 años y un índice de masa corporal (IMC) de 25, justo en el umbral del sobrepeso.
Se efectuó el seguimiento de la mortalidad a lo largo de un período de cinco años.
La menor masa muscular en las extremidades y el incremento de la grasa en la zona del abdomen constituyeron dos aspectos relacionados con un mayor riesgo de muerte.
Los investigadores tomaron en consideración otros factores vinculados con la mortalidad en personas con VIH.
Su análisis evidenció que las personas con menor cantidad de masa muscular en las extremidades y mayor cantidad de grasa en el abdomen tenían el doble de probabilidades de fallecer. El equipo de investigadores calculó que el 15% del exceso de mortalidad apreciado entre la población de personas con VIH podría ser atribuido a estos factores.
Sin embargo, la lipoatrofia (pérdida de grasa corporal provocada por algunos fármacos anti-VIH, sobre todo d4T [estavudina, Zerit®] y, en menor medida, AZT [zidovudina, Retrovir®]) no estuvo relacionada con un mayor riesgo de fallecimiento.
¿Cuáles son las implicaciones de este estudio?
La pérdida de masa muscular y el aumento de la grasa forman parte del proceso natural de envejecimiento.
El equipo de investigadores manifestó su preocupación porque el IMC no siempre había constituido una medida exacta de la composición corporal de una persona, y recomienda que, en su lugar, se evalúe la cantidad de grasa abdominal midiendo la circunferencia de la cintura.
Los estudios realizados en personas sin VIH han demostrado que la potencia muscular supone un marcador importante de pronóstico. Los autores consideraron este dato esperanzador, ya que sugiere que la práctica de ejercicio podría ayudar a mejorar el pronóstico en pacientes seropositivos.
Prevención del VIH: PPrE
El pasado año, se hicieron públicos por primera vez los resultados de dicho estudio, que evidenciaron que el uso de la PPrE redujo el riesgo de infección por VIH en hombres gais y otros hombres que practican sexo con hombres. No obstante, también suscitaron preocupación, porque los niveles generales de adhesión fueron pobres.
Sin embargo, los datos actualizados del ensayo demuestran que los niveles de adhesión variaron entre las distintas sedes del estudio. En EE UU, se apreció un grado de adhesión casi perfecto. Además, los hombres que mantuvieron relaciones sexuales de riesgo mostraron unos niveles de adhesión elevados.
Asimismo, se ofreció más información sobre la seguridad de la PPrE y, así, se observaron unos modestos descensos en la densidad mineral ósea, un posible efecto secundario de tenofovir (Viread®), entre las personas que tomaron la profilaxis preexposición.
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