Un estudio publicado en Lancet HIV ha hallado que la esperanza de vida en personas con el VIH en tratamiento antirretroviral, con recuentos de CD4 superiores a 500 células/mm3 y que viven en países con ingresos elevados se situaría solamente unos pocos años por debajo de la observada en la población general. Las personas que iniciaron el tratamiento antirretroviral tras el año 2015 presentarían una esperanza de vida ligeramente superior a la observada en quienes iniciaron el tratamiento antes de dicho año, aunque los principales factores que condicionan la esperanza de vida -según los resultados del presente estudio- serían la edad al inicio del seguimiento y, sobre todo, los recuentos de CD4. Estos hallazgos irían en la línea de lo ya apuntado por un estudio español publicado a finales del año pasado (véase La Noticia del Día 02/12/2022)
La esperanza de vida de las personas con el VIH aumentó drásticamente tras la llegada de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA) en la segunda mitad de la década de 1990. Desde aquel momento hasta ahora, el perfeccionamiento del tratamiento antirretroviral (que cada vez proporciona mayores niveles de eficacia, seguridad y tolerabilidad) diversos estudios han ido apuntando hacia una esperanza de vida cada vez más elevada en la población con el VIH.
Para intentar obtener datos consistentes respecto a la esperanza de vida actual de las personas con el VIH, los autores del presente estudio realizaron un análisis conjunto de los datos de 20 cohortes de personas con el VIH de Norteamérica y Europa. El estudio incluyó únicamente a las personas que iniciaron el tratamiento antirretroviral a partir de los 16 años de edad y los resultados se estratificaron en dos grupos: los que iniciaron el tratamiento antirretroviral antes del año 2015 y quienes lo hicieron a partir de ese año. Ese año fue elegido porque fue en 2015 donde las principales guías de práctica clínica recomendaron el inicio del tratamiento antirretroviral en todas las personas con el VIH independientemente de sus niveles de CD4.
Un total de 206.891 personas con el VIH fueron incluidas en el análisis. El estudio registró 5.780 fallecimientos. Quienes iniciaron el tratamiento después de 2015 eran, en promedio, más jóvenes y tenían una menor probabilidad de tener historial de diagnóstico de sida.
Tras analizar la influencia de una serie de posibles factores de riesgo, los investigadores hallaron que el principal factor de riesgo de fallecer fueron los niveles de CD4 en el momento de entrar en el estudio. Así, las personas con niveles de CD4 inferiores a 50 células/mm3 presentaron un riesgo de fallecer cinco veces superior al observado en aquellas con niveles de CD4 superiores a 500 células/mm3. De hecho, ello también se observó en personas con niveles de CD4 entre 200 células/mm3 y 349 células/mm3, que presentaron un riesgo de fallecer que duplicaba el observado en aquellas con niveles superiores a 500 células/mm3.
Lógicamente, la edad en el momento del inicio del seguimiento también jugó un papel importante en la esperanza de vida. Las mujeres presentaron un riesgo de fallecer inferior en un 23% al observado en hombres.
En comparación con los hombres que adquirieron el VIH a través de relaciones sexuales con otros hombres, aquellos que adquirieron el VIH mediante el uso de drogas inyectables tenían una probabilidad de fallecer superior en un 148%. Los que adquirieron el VIH a través de relaciones heterosexuales solo tenían un riesgo ligeramente mayor de fallecer que quienes los contrajeron a través de las relaciones homosexuales (concretamente un 24% superior).
El momento en que se inició la TARGA sí influyó en la esperanza de vida, pero menos que otros factores. Aquellos que comenzaron el tratamiento en el periodo 1996-1999 tenían una probabilidad de fallecer superior en un 30% a la observada en aquellos que la comenzaron durante el periodo 2015-2019.
Otros factores que aumentaron el riesgo de fallecer detectados fueron tener, al inicio del seguimiento, una carga viral superior a 50 copias/ml (que aumentó un 30% la probabilidad de fallecer respecto a aquellos con carga viral indetectable); hepatitis C (aumento del 38% en la probabilidad de fallecer) y diagnóstico de sida (aumento de un 60% en la probabilidad de fallecer).
Los factores medidos antes de iniciar el seguimiento, como el recuento de CD4 nadir o la exposición a antirretrovirales de primera generación (más tóxicos que los diseñados posteriormente) sí influyeron en la esperanza de vida, pero no tanto como cabría esperar.
Para las personas que comenzaron el tratamiento antes del año 2015, la esperanza de vida promedio de quienes tenían 40 años fue de 76 años para las mujeres y de 75 años para los hombres, en comparación con las esperanzas de vida de la población general, que eran de 86 y 81 años para dichos colectivos, respectivamente.
No obstante, los niveles de CD4 condicionaron notablemente estos valores. Así, una mujer de 40 años que hubiera comenzado el tratamiento antes de 2015 con un recuento de CD4 inferior a 50 células/mm3 al comienzo del seguimiento presentaría una esperanza de vida de 59 años y un hombre en la misma situación la presentaría de 58 años. En cambio, una mujer de 40 años que hubiera comenzado el tratamiento antes de 2015 con un recuento de CD4 de entre 200 y 349 células/mm3 al comienzo del seguimiento presentaría una esperanza de vida de 74 años y un hombre en la misma situación la presentaría de 72 años. En el supuesto más favorable, una mujer de 40 años que hubiera comenzado el tratamiento antes de 2015 con un recuento de CD4 superior a 500 células/mm3, carga viral indetectable al comienzo del seguimiento, sin historial de uso de drogas intravenosas ni diagnóstico de sida presentaría una esperanza de vida de 82 años y un hombre en la misma situación la presentaría de 79 años.
Para aquellos que comenzaron el tratamiento después de 2015, la esperanza de vida promedio para aquellos que tenían 40 años al inicio del seguimiento era de 79 años para las mujeres y 77 años para los hombres. Tener un recuento de CD4 inferior a 50 células/mm3 al comienzo del seguimiento reduciría dichos valores a 65 y 64 años, respectivamente; mientras que tener un recuento de CD4 superior a 500 células/mm3, carga viral indetectable al comienzo del seguimiento, sin historial de uso de drogas intravenosas ni diagnóstico de sida aumentaría la esperanza de vida hasta los 83 años y los 80 años en mujeres y hombres, respectivamente.
La esperanza de vida también se vio condicionada por la edad al inicio del seguimiento. Así, una mujer de 20 años que inició el tratamiento antirretroviral antes de 2015 tendría una esperanza de vida de 72 años, mientras que una mujer de la misma edad tendría una esperanza de vida de 77 años si lo hubiera comenzado después de 2015. En hombres de 20 años, teniendo en cuenta dichas fechas de inicio del tratamiento, la esperanza de vida sería de 71 y 75 años, respectivamente.
El presente estudio evidencia cómo la evolución del tratamiento y la atención de las personas con el VIH ha favorecido el aumento de la esperanza de vida, llegando a niveles cada vez más similares a los observados en la población general. Cabe destacar que el estudio no midió la calidad de vida, un aspecto importante dado que muchas comorbilidades asociadas al envejecimiento aparecen unos años antes en la población con el VIH que lo observado en la población general.
Fuente:Aidsmap / Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia:Trickey A et al. Life expectancy after 2015 of adults with HIV on long-term antiretroviral therapy in Europe and North America: a collaborative analysis of cohort studies. The Lancet HIV 10(5): e295-e307, May 2023. https://doi.org/10.1016/S2352-3018(23)00028-0.
Suscríbete a los boletines
Utiliza este formulario para suscribirte en los diferentes boletines. Si tienes cualquier problema ponte en contacto con nosotros.
Al continuar, confirmas que has leído el aviso legal y aceptas la política de privacidad.