Un estudio estadounidense presentado en la pasada edición de la XXI Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI) ha concluido que los niños nacidos con VIH se encontrarían en mayor riesgo de experimentar el desarrollo de resistencias a antirretrovirales que las personas infectadas durante su edad adulta.
Los investigadores incluyeron en el presente estudio a 451 niños que participaban en una de las mayores cohortes sobre VIH/sida de EE UU: la perteneciente al Estudio de Cohorte sobre VIH/sida Pediátrico (PHACS, en sus siglas en inglés). Todos ellos se habían infectado al nacer y tenían edades comprendidas entre los 7 y los 16 años. En el estudio se contó con los resultados de los registros de las pruebas de resistencia genotípica utilizadas en el seguimiento de los participantes. De aquellos de los cuales dichos resultados no estuvieran disponibles y que tuvieran una carga viral superior a 400 copias/mL, se utilizó la muestra de plasma más reciente disponible para realizar una prueba de resistencia genotípica en un laboratorio de referencia.
Los participantes fueron incluidos entre 2007 y 2009 y sus resultados se compararon con los correspondientes a los registros globales de pruebas de resistencia genotípica llevadas a cabo en el laboratorio de referencia entre los años 2006 y 2012.
De los 446 participantes a los que se realizó, al menos, una prueba de carga viral durante el estudio, el 64% tenía –como mínimo– una muestra por encima de las 400 copias/mL (de la que se podría realizar un test de resistencia genotípica). De 230 participantes se contaba con pruebas de resistencia genotípica realizadas durante su seguimiento.
La mediana de la edad en el momento de la inclusión era de 14,8 años. El 57% de los participantes eran mujeres, el 70% eran de etnia negra y el 25% eran latinoamericanos. El 74% tenía VIH con alguna mutación de resistencia a antirretrovirales, un porcentaje claramente superior al observado en los registros globales del laboratorio de referencia que se utilizaron como grupo de comparación (44% en el año 2006 y 36% en el 2012).
Un análisis más preciso mostró que el 61% de los participantes tenía mutaciones de resistencia a algún inhibidor de la transcriptasa inversa análogo de nucleósido (ITIN), el 40% a algún inhibidor de la transcriptasa inversa no análogo de nucleósido (ITINN) y el 34% a algún inhibidor de la proteasa (IP).
La prevalencia de las mutaciones de resistencia fue máxima para zidovudina (AZT, Retrovir®), nevirapina (Viramune®) y efavirenz (Sustiva®, también en Atripla®) y afectaron, en cada uno de los tres casos, al 40% de los participantes. La prevalencia fue mínima en el caso de darunavir (Prezista®) –del 4%–, en el de tipranavir (Aptivus®) –del 10%–, el de etravirina (Intelence®) y el de lopinavir (junto a ritonavir en Kaletra®) –18%–.
Tal y como se observó en los porcentajes generales, los de mutaciones por familias de fármacos o fármacos individuales también fueron claramente inferiores, en todos los casos, en el grupo de comparación.
En la población del estudio, la resistencia a todos los fármacos de una misma familia fue un evento muy poco común.
Tras un análisis univariable, los años bajo tratamiento antirretroviral fueron un factor de riesgo acumulativo significativamente asociado al desarrollo de resistencias (p= 0,03). En la misma línea, haber tomado un mayor número de combinaciones de antirretrovirales se asoció significativamente a un mayor riesgo de desarrollar mutaciones de resistencia (p= 0,005).
Tener un recuento nadir bajo (p= 0,001) o una carga viral alta antes de iniciar el tratamiento antirretroviral (p= 0,02) también se relacionaron con un mayor riesgo de desarrollar mutaciones de resistencia.
Los resultados del presente estudio muestran que el desarrollo de resistencias a los antirretrovirales es altamente frecuente en la población pediátrica con VIH. Este hecho es preocupante, ya que se trata de un segmento de la población que, en principio, va a necesitar realizar varios cambios de tratamiento a lo largo de su vida y cuantas más mutaciones se acumulen más difícil será realizar dichos cambios manteniendo la eficacia del tratamiento y la calidad de vida de las personas, ya que en personas con VIH resistente a varias familias suele ser necesario un mayor número de fármacos, hecho que aumenta el riesgo de padecer efectos secundarios.
Por ello, parece necesario un seguimiento rutinario preciso de la eficacia del tratamiento antirretroviral durante la infancia con el objeto de reducir el riesgo de desarrollo de resistencias. Ello podría conseguirse realizando pruebas de niveles de fármacos, programas de control de la adhesión y –en casos en los cuales la carga viral no sea indetectable- pruebas de resistencia genotípica, además de las visitas y controles de seguimiento de tipo rutinario.
Fuente: Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia: Van Dyke RB, Patel K, Kagan RM, et al. Prevalence and Predictors of HIV Drug Resistance Among US Children and Youth with Perinatal HIV. 21st Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections (CROI), Boston, abstract 897, 2014.
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