Las personas mayores con el VIH, a pesar de tomar tratamiento antirretroviral y mantener la supresión viral de forma continuada, tienen un mayor riesgo sufrir demencia. Este es el principal hallazgo de un estudio estadounidense cuyos resultados se han publicado en la revista AIDS.
La demencia no es una enfermedad concreta sino un término general que describe una amplia gama de síntomas asociados con el deterioro de la memoria y otras habilidades del pensamiento, que pueden llegar a reducir la capacidad de una persona de realizar sus actividades diarias. Además, en el paciente mayor con demencia, la concurrencia de otras enfermedades crónicas es lo habitual.
La población con el VIH experimenta, al igual que el resto de personas, múltiples comorbilidades a medida que envejece, aumentando el riesgo de sufrir un progresivo deterioro cognitivo con el paso de los años. Sin embargo, en el contexto de la infección por el VIH, el virus puede causar algunos cambios en el tejido cerebral y algunos antirretrovirales pueden tener efectos secundarios vasculares que podrían tener un impacto a nivel cerebral (véase La Noticia del Día 07/10/20) . Por otra parte, existen multitud de factores asociados con un mayor riesgo de sufrir demencia, como la depresión, el síndrome metabólico, cardiopatías y el VIH no tratado. Es más, incluso tomando el tratamiento antirretroviral, el trastorno neurodegenerativo asociado con el VIH puede tener incidencia en el riesgo de desarrollar demencia. En este sentido, los investigadores están buscando formas de revertir su avance, entre las que se incluyen la práctica de ejercicio y el tratamiento hormonal.
Con el objetivo de aportar más evidencia sobre esta cuestión, un equipo de investigadores del Centro de Investigación de Kaiser Permanente en el norte de California (EE UU), llevó a cabo un estudio de cohorte observacional entre 2013 y 2017, que incluyó a 5.381 personas con el VIH del propio centro Kaiser -un sistema integrado de prestación de servicios de salud- y a 119.022 sin el VIH, con características demográficas similares y una edad media al inicio del estudio de 57 y 58 años, respectivamente.
Los participantes eran en su mayoría hombres (91%), de raza blanca (65%), negros (15%) y latinos (13%). Casi todas las personas con el VIH (97%) tenían carga viral indetectable en el momento de ser inscritas (97%), y con un recuento de CD4 de, como mínimo, 500 células/mm3 (67%). El 40% había recibido un diagnóstico de sida previo. Ningún participante tenía antecedentes de demencia al inicio del estudio.
Los investigadores recopilaron, asimismo, datos sociodemográficos como la edad, el sexo o el índice de privación por área (Area Deprivation Index o ADI, por sus siglas en inglés), un indicador implementado por el gobierno estadounidense que tiene en cuenta variables tales como los ingresos, la educación, el empleo, la vivienda o el sistema sanitario para analizar las desigualdades en salud en una zona geográfica determinada del área donde vivían los participantes. También recabaron información sobre condiciones que se sabe están asociadas con una mayor probabilidad de sufrir demencia, como el consumo de alcohol, el tabaquismo y el uso de otras drogas y/o sustancias, así como otras condiciones de salud, como enfermedades cardiacas, diabetes, hepatitis C y depresión. En el caso de las personas con el VIH, también se realizó un seguimiento de los recuentos de células CD4 y de las determinaciones de carga viral.
A continuación, los investigadores realizaron un seguimiento de los historiales de los participantes hasta que recibieron el primer diagnóstico de demencia, la finalización de su atención en Kaiser Permanente o hasta el final de 2019.
El análisis muestra que el 68,8% de las personas con el VIH y el 67,6% de las personas seronegativas permanecían con vida y sin demencia durante el periodo estudiado. Se diagnosticó demencia a 17 personas con el VIH (2,2%) y a 2.427 personas seronegativas (2,0%). Por otra parte, los participantes con el VIH recibieron el diagnóstico de demencia antes que los seronegativos (67 años frente a 78 años, respectivamente).
Entre los participantes con el VIH, el 91% tenían una carga viral inferior a 200 copias/mL, lo que significa que no tenían una supresión inmunitaria avanzada. Los investigadores no desagregaron los resultados por régimen antirretroviral.
A pesar de que las personas con el VIH empezaron el estudio con tasas más bajas de obesidad, diabetes y consumo problemático de alcohol, siguieron teniendo una probabilidad un 0,2% mayor, en cifras absolutas, de recibir un diagnóstico de demencia.
Aunque la tasa de prevalencia de demencia solamente difería en un 0,2% entre los participantes con y sin el VIH, el análisis revela que la tasa acumulada de demencia en personas con el VIH a los 80 años sería del 26%, un porcentaje que representa casi el doble de la tasa acumulada estimada a la misma edad en personas seronegativas (14%), tal vez como consecuencia del diagnóstico precoz.
Cuando se ajustaron los resultados teniendo en cuenta factores de confusión tales como el consumo de sustancias, así como las enfermedades cardiovasculares o la diabetes, que se han asociado con el riesgo de demencia, el riesgo de demencia se redujo a un 19% en personas con el VIH. Después, cuando se consideraron los determinantes sociales en la salud, el riesgo de demencia se redujo aún más. Sin embargo, las personas con el VIH seguían teniendo un 58% más de probabilidades de ser diagnosticadas de demencia a los 80 años que las personas seronegativas.
Por último, los investigadores tuvieron en cuenta el número de muertes registradas en el transcurso del estudio. Cuando se consideraron todos estos factores, el estudio reveló que las personas con el VIH tenían un 40% más de riesgo de padecer demencia.
Este estudio evidencia, por lo tanto, que las personas mayores con el VIH corren un riesgo significativamente elevado de padecer demencia a pesar de mantener la supresión viral de forma sostenidad gracias a la la terapia antirretroviral. El riesgo general de demencia en personas con el VIH se explicó en parte por las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, la obesidad y la depresión, todas ellas más frecuentes en la población con el VIH y que pueden afectar negativamente en su la salud neurocognitiva.
Los investigadores concluyen señalando que a medida que la atención del VIH evoluciona para incluir el manejo de múltiples patologías crónicas, se necesita más investigación sobre cómo inciden la gravedad y el tratamiento de las comorbilidades en el riesgo de sufrir demencia. Asimismo, se requiere mayor evidencia respecto a los beneficios potenciales del manejo de los factores de riesgo o la detección precoz del deterioro cognitivo en esta población.
Fuente: POZ / Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia: Lam JO, Hou CE, Hojilla JC, Anderson AN, Gilsanz P, Alexeeff SE, et al. Comparison of dementia risk after age 50 between individuals with and without HIV infection, AIDS: December 30, 2020 – Volume Publish Ahead of Print – Issue – doi: 10.1097/QAD.0000000000002806
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