Las personas con el VIH que presentan un mayor número de síntomas de trastorno por estrés postraumático (TEPT) tendrían un 54% más de probabilidades de experimentar sintomatología propia del trastorno por consumo de opioides durante el tratamiento prescrito para el dolor crónico que afecta de forma destacada a esta población en la edad adulta. Este es el principal hallazgo de un estudio estadounidense cuyos resultados se han publicado en la revista AIDS Care.
La población con el VIH experimenta una mayor prevalencia de dolor crónico y trastorno por estrés postraumático (TEPT), especialmente las personas de mediana edad y mayores. Entre las posibles causas del dolor crónico se encuentran la inflamación asociada al VIH, la toxicidad producida por los antirretrovirales de primera generación o como consecuencia de infecciones oportunistas y/o patologías crónicas más habituales en personas con el VIH que en la población general (como por ejemplo diversos tipos de cáncer) (véase La Noticia del Día 29/10/20). Estas personas reciben con más frecuencia tratamiento con analgésicos opioides para tratar el dolor crónico que la población general.
Por su parte, el TEPT (véase La Noticia del Día 15/05/20) se produce cuando una persona ha experimentado un suceso traumático -relacionado con una lesión grave, enfermedad, accidente, abuso o agresión sexual, rechazo debido al estigma o prejuicios, etc.- y no puede procesar el shock de forma adecuada, lo que puede causar flashbacks, pesadillas, una intensa sensación de temor, nerviosismo y evitación de recuerdos asociados a eventos traumáticos, que interfieren en la vida cotidiana de estas personas dificultándoles la concentración.
Además, en los últimos años, en algunos países se viene registrando un aumento del trastorno por consumo de opiáceos, es decir, el uso elevado de opioides analgésicos a largo plazo sin receta médica (tales como, morfina, oxicodona, hidrocodona o fentanilo). Este trastorno se da, sobre todo, en pacientes que comenzaron a consumirlos con fines médicos –como, por ejemplo, para el tratamiento del dolor crónico– y cuyo uso a largo plazo provoca tolerancia y dependencia física.
Aunque está bien documentada la asociación entre el TEPT y los trastornos por consumo de sustancias, la evidencia en la literatura médica es escasa respecto la relación entre el TEPT y el trastorno por consumo de opiáceos prescritos para tratar el dolor crónico entre las personas con el VIH.
Para arrojar algo de luz sobre esta cuestión, un equipo de investigadores estadounidense realizó un estudio de cohorte observacional en 166 personas con el VIH que recibían tratamiento para el dolor crónico con analgésicos opioides en clínicas del VIH de Atlanta y Boston (EE UU) en 2015 y 2016. Todos los participantes estaban en tratamiento antirretroviral, eran principalmente de raza negra (72%), se identificaban como heterosexuales (67%) y eran en su mayoría hombres (65%). Un participante se identificó como no binario o de otro género, y el 9% era de origen latino. La edad media fue de 55 años.
En general, los participantes tenían niveles relativamente altos de factores estresores: El 15% no disponía de un alojamiento estable, el 41% cumplía los criterios de depresión y el 72% tenía algún tipo de discapacidad, de forma permanente o temporal. Todos padecían dolor crónico que requería tratamiento, y poco menos de una cuarta parte de los participantes (23%) trabajaba o estudiaba. El 15% cumplía los criterios de consumo de riesgo de alcohol según la prueba de identificación de trastornos por consumo de alcohol (AUDIT, en sus siglas en inglés), el 19% cumplía los criterios de trastorno por consumo de sustancias no alcohólicas y el 22% cumplía los criterios de consumo elevado de opioides según la escala de medición de uso indebido actual de opioides (COMM, en sus siglas en inglés).
Al desglosar los resultados por la probabilidad de padecer TEPT, los investigadores se encontraron con un nuevo escenario: Cuando los participantes realizaron la prueba PCL-5, que se usa habitualmente en estos casos y que consiste en un cuestionario autocumplimentado que evalúa 20 ítems correspondientes a 20 síntomas del TEPT del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5, en sus siglas en inglés), de la Asociación Americana de Psiquiatría, se determinó que las personas con un mayor nivel de estrés postraumático –con una puntuación mayor o igual a 38 en un rango de respuesta de 0 a 80 en la prueba PCL-5– tenían más probabilidades de ser mujeres (47% frente a 31%), de no tener un alojamiento estable (29% frente al 11%) y una probabilidad casi dos veces y media mayor de experimentar síntomas depresivos (82% frente a 29%). Por otro lado, una mayor puntuación en la prueba PCL-5 -por cada 10 puntos de diferencia- se asoció con una probabilidad más alta de consumo elevado de opioides (cociente de probabilidades ajustado [CPa]= 1,55; intervalo de confianza del 95%: 1,31-1,83) y con un consumo de riesgo de bebidas alcohólicas (CPa= 1,28; IC95%: 1,07-1,52).
Aunque el 23% de los participantes cumplían los criterios de alta probabilidad de padecer TEPT, eran un 54% más propensos a tener conductas típicas del trastorno por consumo de opioides. Además, esas mismas personas tenían un 28% más de probabilidades de incurrir en un consumo de riesgo de alcohol.
En sus conclusiones, los investigadores subrayan la necesidad de prestar especial atención a la historia traumática que llevan consigo muchas personas adultas con el VIH, una población con altos niveles de dolor crónico y TEPT que se encuentra con frecuencia en tratamiento a largo plazo con analgésicos opioides para el dolor crónico, lo que les hace más susceptibles a poder tener un consumo de riesgo de estas sustancias. Asimismo, el TEPT se asocia con un mayor riesgo de consumo problemático de alcohol. Aunque el estudio pone de manifiesto estas asociaciones, no se establece una causalidad, por lo que se requerirá más investigación sobre esta problemática.
Fuente: POZ / Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia: Bhatraju E, Liebschutz JM, Lodi S, Forman LS, Lira MC, Kim TW. Post-traumatic stress disorder and risky opioid use among persons living with HIV and chronic pain. AIDS Care 04 Feb 2021 https://doi.org/10.1080/09540121.2021.1876838
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