Un estudio estadounidense presentado en la 31 Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI 2024), celebrada recientemente en Denver (EE UU), ha revelado que el cambio a un inhibidor de la integrasa en la menopausia se asoció con un aumento de peso más rápido en mujeres con el VIH en comparación con mujeres premenopáusicas sin el virus.
En personas con el VIH que no han sido tratadas previamente, el aumento de peso tras iniciar el tratamiento antirretroviral con un inhibidor de la integrasa tiende a ser mayor que con otras clases de fármacos. El incremento de peso tras empezar la terapia frente al VIH es normal, pero algunos antirretrovirales, en particular efavirenz y tenofovir disoproxil, parecen suprimirlo. En cambio, los inhibidores de la integrasa, especialmente cuando se combinan con tenofovir alafenamida, son los que más aumento de peso provocan, y este fenómeno es más acusado en las mujeres.
En las personas que ya están tomando terapia antirretroviral, el cambio a un inhibidor de la integrasa tiene un efecto menos claro sobre el peso. Algunos estudios indican que las mujeres, sobre todo de raza negra, tienden a ganar más peso tras el cambio de tratamiento que los hombres. Sin embargo, los componentes del régimen anterior parecen influir en el incremento de peso. El cambio de efavirenz y tenofovir disoproxil, que pueden suprimir el aumento de peso, puede dar lugar a un mayor aumento de peso cuando se sustituyen por un inhibidor de la integrasa.
La menopausia trae consigo cambios en la distribución de la grasa corporal y un aumento de peso. Se desconoce el impacto del cambio de tratamiento antirretroviral sobre el peso en la época de la menopausia.
Para arrojar más luz sobre esta cuestión, un equipo de investigadores de la Universidad de California en San Francisco realizó un estudio retrospectivo de cohortes en el que se compararon los cambios de peso durante la perimenopausia (el tiempo que transcurre hasta el último periodo menstrual) y la posmenopausia (el tiempo que se inicia después del último periodo) entre mujeres con el VIH, dependiendo de si habían cambiado a un inhibidor de la integrasa o no, y un grupo de control demográficamente similar de mujeres sin el VIH.
Las participantes fueron seleccionadas del Estudio Interagencias sobre el VIH en Mujeres y del Estudio Multicéntrico de Cohortes del Sida (WIHS y MACS, respectivamente, en sus siglas en inglés). Las integrantes de la cohorte fueron elegibles para su inclusión en el estudio si habían tenido carga viral indetectable bajo tratamiento antirretroviral durante al menos dos años y no tenían experiencia de tratamiento previo con inhibidores de la integrasa en el momento en que se registró su cambio. Se hizo un seguimiento de las participantes entre 2006 y 2019.
El estudio incluyó a 424 mujeres con el VIH que cambiaron a un inhibidor de la integrasa, 733 que no lo hicieron y un grupo de control de 994 mujeres sin el VIH. Aproximadamente dos de cada tres participantes en el estudio eran afroamericanas.
Las mujeres con el VIH que habían cambiado a un inhibidor de la integrasa eran ligeramente mayores que las mujeres que no lo hicieron o que las del grupo de control (52 años, 49 años y 47 años, de forma respectiva) y tenían una mayor probabilidad de haber alcanzado la menopausia (47%, 35% y 27%, de modo respectivo).
En el estudio se compararon dos medidas de la composición corporal -el perímetro de la cintura y el índice de masa corporal- y su evolución a lo largo del tiempo en los tres grupos. También se compararon los cambios entre mujeres premenopáusicas, perimenopáusicas o que habían alcanzado la menopausia, según los niveles de la hormona antimulleriana (un marcador utilizado para evaluar la reserva ovárica de la mujer y, por tanto, valorar su estado de fertilidad en un momento determinado).
El análisis de los cambios en el perímetro de la cintura evidenció que las mujeres con el VIH premenopáusicas ganaron una cantidad similar de peso con el tiempo, independientemente de si cambiaron a un inhibidor de la integrasa o no (+0,06 cm y +0,08 cm cada 6 meses, respectivamente, de aumento más rápido del perímetro de la cintura, en comparación con las mujeres sin el VIH del grupo control).
Sin embargo, en las mujeres con el VIH perimenopáusicas tardías, el cambio a un inhibidor de la integrasa se asoció a un aumento significativamente más acelerado del perímetro de la cintura hasta 41 meses después del cambio (+0,96 cm cada 6 meses de aumento más rápido del perímetro de la cintura que las mujeres sin el VIH) en comparación con la ausencia de cambio (+0,14 cm).
Por otra parte, las mujeres con el VIH que cambiaron a un inhibidor de la integrasa experimentaron aumentos más rápidos del índice de masa corporal: en mujeres premenopáusicas, hasta 26 meses después del cambio, y en mujeres perimenopáusicas tardías, hasta 31 meses después del cambio.
Como conclusión, los investigadores del estudio señalaron que, si bien el cambio a un inhibidor de la integrasa no parece acelerar el aumento de peso antes de la menopausia, sí lo hace a medida que las mujeres con el VIH alcanzan la menopausia. Tanto el perímetro de la cintura, que es una medida de la grasa visceral, como el índice de masa corporal, que es una medida del aumento de peso total, aumentaron con más rapidez en las mujeres que habían llegado a la menopausia. La etapa de la menopausia parece reforzar los cambios en la composición corporal que tienen lugar tras el cambio a un inhibidor de la integrasa, y los investigadores del estudio afirman que debería tenerse en cuenta el estado menopáusico antes de cambiar a un inhibidor de la integrasa.
Fuente: Aidsmap / Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia: Abelman R et al. InSTI switch during menopause is associated with accelerated body composition change. Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections, Denver, abstract 155, 2024.
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