Cambiar de la anterior formulación de tenofovir (tenofovir disoproxil fumarato [TDF], Especialidad Farmacéutica Genérica [EFG], Viread®, también en Truvada® y otras formulaciones) a la nueva (tenofovir alafenamida [TAF], en Descovy® y otras formulaciones) se relacionaría con incrementos de la densidad mineral ósea en personas con el VIH mayores de 60 años. La parte negativa del cambio es que los niveles de colesterol y triglicéridos aumentarían con el cambio. Estas son las principales conclusiones de un estudio realizado por un equipo internacional de investigadores publicado en The Lancet HIV.
La pérdida de densidad mineral ósea (DMO) es una condición típicamente asociada al envejecimiento. En el caso de las personas que envejecen con el VIH, al efecto de la edad a ese nivel se le suma el de la inflamación asociada a la propia infección y al de algunos antirretrovirales –especialmente TDF, un fármaco muy efectivo y bien tolerado, pero con efectos secundarios a largo plazo a nivel renal y óseo-.
La comercialización de TAF vino acompañada de buenos resultados a nivel renal y óseo en los ensayos clínicos que llevaron a su aprobación ( véase La Noticia del Día 17/07/2019 ), pero los datos clínicos sobre su uso en personas mayores con el VIH son aún escasos, hecho que llevó al equipo de investigadores al diseño del presente estudio.
Un total de 167 personas con el VIH mayores de 60 años fueron incluidas en el estudio. Como criterios de inclusión, los participantes debían estar tomando una combinación de antirretrovirales que incluyera TDF y tener carga viral indetectable. Los participantes fueron incluidos en 36 hospitales europeos.
La inclusión en el estudio y el seguimiento de los participantes tuvieron lugar entre finales de 2015 e inicios de 2017. Los participantes fueron distribuidos aleatoriamente en proporción 2:1 a pasar a tomar Genvoya (TAF/emtricitabina/elvitegravir/cobicistat) o permanecer en el tratamiento basado en TDF.
El objetivo principal del estudio fue comprobar si el cambio de TDF a TAF producía cambios en la DMO en columna vertebral y cadera. Ello fue comprobado con pruebas de escaneado DXA (absorciometría dual de rayos X, en sus siglas en inglés) en el momento de entrar en el estudio y a las 24 y a las 48 semanas.
Los objetivos secundarios fueron comprobar el mantenimiento de la supresión virológica y cambios en los niveles de CD4, la función renal o los niveles de lípidos sanguíneos.
Los participantes tenían una edad promedio de 66 años, el 89% de ellos eran hombres y el 92% de etnia blanca. La mediana del recuento de CD4 era de 634 células/mm3.
Tras las 48 semanas de seguimiento del estudio, cambiar a TAF se asoció a aumentos de la DMO en columna vertebral (del 2,24%) y cadera (del 1,33%). De forma contraria, mantenerse en tratamientos basados en TDF se relacionó con disminuciones de la DMO, tanto en columna vertebral (del 0,10%) como en cadera (del 0,74%).
Al inicio del estudio, el 50% de los participantes de ambos grupos tenían una DMO normal en cadera y columna vertebral. Al finalizar el seguimiento, dicho porcentaje había aumentado hasta el 56% en el grupo con TAF y había caído hasta el 46% en el grupo con TDF. Además, las personas en TAF tuvieron una mayor probabilidad de experimentar mejoras clínicas en caso de osteopenia preexistente.
Pero no todo fueron buenas noticias con el cambio a TAF, ya que las personas que pasaron a tomar el fármaco experimentaron aumentos en los niveles de lípidos en sangre. Así, entre personas con TAF el colesterol total aumentó una mediana de 24 mg/dL, el colesterol LDL aumentó una mediana de 19 mg/dL y los niveles de triglicéridos aumentaron una mediana de 31 mg/dL. En el grupo con TDF, en cambio, los niveles sanguíneos de lípidos se mantuvieron estables . El análisis de la función renal, por su parte, favoreció a TAF.
Ambos grupos de participantes mantuvieron altas tasas de supresión virológica. Los niveles de CD4 se mantuvieron estables en personas con TDF y aumentaron ligeramente en aquellas con TAF, aunque no es probable que estas ligeras diferencias tengan una significación clínica a largo plazo.
No se registraron efectos adversos graves en el estudio. El 4% de los participantes con TAF y el 2% de aquellos con TDF interrumpieron el tratamiento por efectos adversos .
En su análisis de los hallazgos, los investigadores apuntaron a que el aumento del riesgo cardiovascular que supondría el ligero aumento de los niveles de lípidos asociado a TAF en el estudio se vería compensado por la disminución del riesgo de padecer problemas renales u óseos. En todo caso, será importante hacer seguimiento del asunto de los lípidos sanguíneos tras el cambio a TAF, que viene observándose en diversos estudios posteriores a su aprobación.
En un editorial publicado junto al estudio se pone de manifiesto la importancia de focalizar estudios en personas mayores con el VIH. Así, por ejemplo, el aumento de la DMO asociado a cambiar de TDF a TAF podría reducir el riesgo de fracturas en la población con el VIH que envejece, lo que puede ser una importante mejora en términos de calidad de vida.
Fuente: Aidsmap / Elaboración propia ( gTt ).
Referencias: Maggiolo F et al. Bone mineral density in virologically suppressed people aged 60 years or older with HIV-1 switching from a regimen containing tenofovir disoproxil fumarate to an elvitegravir, cobicistat, emtricitabine, and tenofovir alafenamide single-tablet regimen: a multicentre, open-label, 3b, randomised trial. The Lancet HIV, 6: e655-666, 2019. DOI: https://doi.org/10.1016/S2352-3018(19)30195-X
Gianotti N et al. Switching antiretrovirals in older patients. The Lancet HIV, 6: e640-641, 2019. DOI: https://doi.org/10.1016/S2352-3018(19)30229-2
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