Un estudio presentado en la pasada XX Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI) ha evidenciado que la combinación del inhibidor de la proteasa NS3/4A en investigación simeprevir (antes conocido como TMC435), interferón pegilado y ribavirina curaría la enfermedad hepática en alrededor de tres cuartas partes de las personas coinfectadas por VIH y el virus de la hepatitis C (VHC) de genotipo 1.
El estudio, abierto y de fase III, incluyó a un total de 106 personas con VIH y VHC, la mayor parte de las cuales bajo terapia antirretroviral, sin experiencia en tratamientos anti-VHC o que no se habían curado tras un tratamiento previo contra el virus de la hepatitis C basado en interferón pegilado y ribavirina.
El 85% de los participantes eran hombres y el 82%, de etnia blanca. La mediana de edad era de 48 años. Una cuarta parte de los integrantes del estudio tenía el genotipo favorable CC de la interleuquina 28B (IL-28B). Cerca del 80% tenía el subtipo de VHC 1a (con peor respuesta al tratamiento que el 1b). El 12% presentaba fibrosis avanzada y el 9%, cirrosis.
La mediana del recuento de CD4 era de 629 células/mm3. Casi todas las personas bajo terapia antirretroviral tenían viremia del VIH inferior a 200 copias/mL, mientras que el 23% de las que no seguían tratamiento mostraban dichos niveles de VIH. La gran mayoría de los participantes tomaban inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de nucleósido (ITIN), el 87% seguían tratamiento con raltegravir (Isentress®), al 15% se les administró rilpivirina (Edurant®, también en Eviplera®) y el 3% tomaban maraviroc (Celsentri®) y enfuvirtida (Fuzeon®).
Todos los participantes recibieron una dosis al día de 150mg de simeprevir, además de una inyección semanal de interferón pegilado y dos tomas diarias de ribavirina. Las personas sin experiencia en tratamientos y aquellas que experimentaron recidiva tras responder a una terapia previa siguieron el tratamiento triple durante 12 semanas, tras las cuales pasaron a tomar interferón pegilado y ribavirina durante 12 semanas más. En ese punto, la terapia estuvo guiada por la respuesta. En aquellos pacientes incluidos con carga viral indetectable a la semana cuatro (respuesta virológica rápida [RVR]) y a la semana 12 (respuesta virológica precoz [RVP]) el tratamiento se interrumpió, mientras que en el resto (y entre quienes habían respondido parcialmente o no respondido a un tratamiento previo), la terapia doble se prolongó 12 semanas más.
Los datos hechos públicos en el congreso correspondieron al análisis interino realizado cuando los primeros 100 pacientes llegaron a la semana 24 de tratamiento o lo interrumpieron antes de alcanzar dicha semana. De ellos, setenta y uno habían llegado a las 28 semanas y 27, a las treinta y seis.
A la semana cuatro de tratamiento, la tasa de RVR era del 66%. Las personas sin experiencia en tratamientos y aquellas que habían experimentado recidiva o respuesta parcial tras la terapia previa lograron, además, buenos niveles de RVP (del 71, 93 y 80%, respectivamente). En respondedores nulos la tasa de RVR fue del 37%.
Las tasas de respuesta virológica sostenida a las cuatro semanas de finalizar el tratamiento (RVS4) fueron de alrededor del 80% en personas sin experiencia en tratamientos y en recidivantes y en respondedores parciales a una terapia previa. En los mismos grupos, las tasas de respuesta virológica sostenida a las 12 semanas (RVS12) oscilaron entre el 75 y el 80%. La mayor parte de los participantes de estos tres grupos (el 88%) pudieron concluir el tratamiento a la semana 24.
El 15% del total de los pacientes del estudio interrumpieron el tratamiento por falta de eficacia, de acuerdo con las reglas de parada preestablecidas. Dichas tasas de fracaso alcanzaron el 36% en respondedores nulos a un tratamiento previo. Un 13% de los participantes presentaron recidiva una vez concluido el tratamiento. Todos los fracasos se produjeron en personas con VHC de genotipo 1a.
Los datos de los respondedores nulos a una terapia previa están siendo todavía analizados, aunque en la presentación trascendió que el 64% de ellos no habían experimentado fracaso terapéutico durante el análisis interino.
Ninguno de los participantes bajo terapia antirretroviral mostró una pérdida del control virológico del VIH. Los recuentos de CD4, en general, disminuyeron, aunque sus porcentajes se mantuvieron estables o aumentaron.
El tratamiento triple con simeprevir fue, habitualmente, bien tolerado. El 5% de los participantes presentaron efectos adversos graves y el 4% interrumpieron el tratamiento por esta causa. Los efectos adversos más frecuentes fueron fatiga (41%), dolor de cabeza (27%) y náuseas (26%), efectos secundarios típicamente asociados a la terapia con interferón pegilado/ribavirina. El 21% sufrieron neutropenia, el 20%, prurito y el 17%, exantema cutáneo. Además, cuarenta y nueve personas mostraron incrementos en los niveles de bilirrubina, en la mayor parte de los casos de intensidad leve o moderada.
Los resultados del presente estudio son, en la línea de los observados con otros nuevos agentes contra el VHC, ciertamente prometedores. Sin embargo, será importante esperar a los resultados finales, sobre todo los de los respondedores nulos a un tratamiento previo, para valorar de forma adecuada la utilidad clínica de simeprevir.
Fuente: Aidsmap.
Referencia: Dieterich D, et al. Simeprevir with pegylated interferon/ribavirin in patients co-infected with chronic hepatitis C virus and HIV-1: week-24 interim analysis of the TMC435-C212 study. 20th Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections, Atlanta, abstract 154LB, 2013.
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