Los pacientes con VIH tienen un mayor riesgo de sufrir efectos secundarios por fármacos clave empleados para tratar infecciones

Los fármacos empleados para tratar la neumonía PCP (o neumonía por Pneumocystis Carinii) y la tuberculosis, las dos enfermedades definidoras de SIDA más habituales, son significativamente más propensos a provocar reacciones adversas en pacientes con VIH que sin VIH, según un artículo de revisión publicado en la edición de septiembre de Annals of Pharmacotherapy.

Michael Carter

Los autores descubrieron también que los pacientes con VIH que estaban tomando fármacos antiespasmódicos eran más propensos a sufrir eventos adversos que los pacientes sin VIH que también estaban tomando este tipo de fármacos.

Las reacciones adversas a los fármacos suponen una complicación habitual de la infección por VIH y se sabe que ésta aumenta el riesgo general de experimentar una reacción adversa frente a un fármaco. Aunque muchos de los efectos secundarios relacionados con los fármacos sufridos por los pacientes con VIH son predecibles y similares a los observados en la población general, otras reacciones adversas a los fármacos son más impredecibles y relacionadas con alteraciones en el modo en que las personas con VIH metabolizan los fármacos, o con el daño inmunológico producido por el VIH.

El grupo de investigadores quería determinar la incidencia, síntomas y posibles causas de las reacciones adversas a los fármacos provocadas por las tres clases de tratamiento habituales empleadas regularmente en pacientes con VIH. Éstas son: sulfonamidas para el tratamiento de la neumonía PCP, antiespasmódicos para el tratamiento de las convulsiones, el dolor provocado por la neuropatía periférica y la depresión bipolar, y antimicobacterianos empleados para tratar la tuberculosis. Se identificaron los informes sobre reacciones adversas en pacientes con VIH que tomaban estos tipos de medicación en la literatura médica entre 1980 y 2005.

Antibióticos de sulfonamida

La neumonía PCP es causa significativa de enfermedad y muerte entre las personas con VIH sin tratar. El tratamiento estándar contra la neumonía PCP es el antibiótico sulfonamida cotrimoxazol. Las personas sin VIH tratadas con cotrimoxazol tienen una tasa de reacción adversa al fármaco de aproximadamente el 8%, declarándose con más frecuencia efectos secundarios ligeros de tipo dérmico y gastrointestinal. Los eventos adversos graves relacionados con el tratamiento con cotrimoxazol raramente son registrados en pacientes sin VIH que reciben el fármaco. Sin embargo, entre las personas con VIH, la incidencia de reacciones adversas al fármaco es mucho mayor, existiendo estudios que registran tasas entre el 44% y el 100%. No obstante, debería señalarse que se emplean dosis de cotrimoxazol significativamente mayores para tratar la neumonía PCP en pacientes con VIH que las necesarias para tratar la infección en pacientes sin VIH.

Estudios realizados con niños con VIH también indican una alta incidencia de reacciones adversas al cotrimoxazol, existiendo un estudio que sugiere que el 40% de los niños que recibieron el fármaco desarrolló efectos secundarios relacionados con éste.

A continuación, se centró la atención en otros antibióticos de sulfonamida. Dapsona es un antibiótico de sulfonamida alternativo empleado en la terapia de la neumonía PCP y sulfadiazina es un tratamiento para la toxoplasmosis. Sin embargo, estos fármacos también pueden provocar graves efectos secundarios, incluyendo una reacción de hipersensibilidad que afecta a la piel, riñones e hígado. Es de particular preocupación la mayor incidencia del síndrome de Stevens-Johnson, potencialmente mortal, experimentado por pacientes con VIH que son tratados con estos fármacos. Esto sucede muy raramente en pacientes sin VIH que reciben dapsona o sulfadiazina, pero la incidencia llega hasta el 4% en pacientes con VIH.

Se cree que los efectos secundarios relacionados con los antibióticos de sulfonamida están causados por numerosos factores, entre los cuales estarían la bioactivación, daño celular directo, aumento del estrés oxidativo y pobre destoxificación.

Antiespasmódicos

Los espasmos en pacientes con VIH pueden estar provocados por lesiones cerebrales, a los efectos del VIH sobre el cerebro o a toxicidad de los fármacos. Los estudios sugieren que los espasmos se producen en una tasa estimada de entre el 11% y 17% de los pacientes con VIH que no reciben una potente terapia anti-VIH y, a pesar de que un estudio descubrió que esta tasa disminuyó al 3% de los pacientes tratados con antirretrovirales, ésta sigue siendo superior al 1%-2% registrado en pacientes sin VIH.

Los fármacos antiespasmódicos también son empleados por los pacientes con VIH para aliviar el dolor asociado a la neuropatía periférica y como terapia para tratar la depresión bipolar.

Se cree que los cambios fisiológicos experimentados por las personas con VIH afectan a la distribución, absorción y eliminación de los fármacos antiespasmódicos, haciendo que las personas que los toman sean más vulnerables a los efectos secundarios. El grupo de investigadores prestó especial atención a los bajos niveles de albúmina en suero observada en numerosos pacientes con VIH.

Se producen altas tasas de reacciones de hipersensibilidad (hasta el 14%) entre pacientes con VIH que toman los denominados espasmódicos aromáticos como primidona, fenobarbital, carbamazepina y fenitoína. Sin embargo, los antiespasmódicos de segunda generación, como lamotrigina y gabapenina, son menos propensos a interaccionar con otros fármacos empleados habitualmente en el cuidado del VIH y por tanto son empleados ampliamente en pacientes con VIH. Hay estudios que sugieren que lamotrigina y gabapentina no son más propensas a provocar acontecimientos adversos en pacientes con VIH que un placebo.

Fármacos antimicobacterianos

Se estima que en todo el mundo hay once millones de personas infectadas tanto por VIH como tuberculosis y, en países de recursos limitados, la tuberculosis es la principal causa de enfermedad y muerte entre los pacientes con VIH.

El tratamiento de primera línea contra la tuberculosis en pacientes con VIH es el mismo que se emplea en la población general y consiste en una combinación de fármacos antimicobacterianos. En los primeros dos meses de tratamiento se toman cuatro fármacos (isoniazida, rifampicina, pirazinamida y etambutol). Y a continuación otros cuatro meses más de tratamiento con isoniazida y rifampicina.

Un estudio canadiense descubrió que los pacientes con VIH que toman terapia contra la tuberculosis eran cuatro veces más propensos a desarrollar una reacción adversa al tratamiento que los pacientes sin VIH. Los síntomas más comunes descritos fueron fiebre y exantema (rash). Otro estudio, realizado en Camerún, descubrió que aunque sólo el 1% de los pacientes sin VIH desarrolló una reacción adversa a los fármacos de su terapia para la tuberculosis, esta tasa aumentó hasta el 23% entre los pacientes con VIH, muriendo dos pacientes con VIH debido al síndrome de Stevens-Johnson.

En entornos de recursos limitados, tiacetazona, debido a su bajo coste, es considerada un fármaco alternativo a rifampicina para la fase de continuación de la terapia contra la tuberculosis, tomándose con isoniazida durante seis meses. Pero un estudio descubrió que los regímenes que contienen tiacetazona estuvieron relacionados con un aumento de 18 veces de los efectos secundarios cutáneos graves en pacientes con VIH frente a los pacientes control sin VIH. Además, los efectos secundarios experimentados por los pacientes control sin VIH por lo general fueron ligeros y sin embargo se produjeron tres muertes entre los pacientes con VIH. Otro estudio demostró que el 5% de los niños con VIH tratados con tiacetazona desarrollaron el síndrome de Stevens-Johnson.

Los autores sugieren que la activación inmunológica y la gravedad de la infección por VIH son las principales causas de las reacciones adversas a los fármacos antimicobacterianos que sufrieron los pacientes con VIH.

El grupo de investigadores concluye haciendo un llamamiento para que se realice más investigación, especialmente de los “mecanismos de aumento de hipersensibilidad a los fármacos antiespasmódicos y antimicobacterianos en pacientes con VIH”. Los autores consideran que tal investigación no sólo arrojaría luz sobre por qué se producen estos efectos secundarios, sino que también conduciría a una mejor comprensión de la propia infección por VIH.

Referencia: Lin D et al. Increased adverse drug reactions to antimicrobials and anticonvulsants in patients with HIV infection. The Annals of Pharmacotherapy 40: 1594-1601, 2006.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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