Estos hallazgos fueron presentados la pasada semana por Heather Jaspan, de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Stellenbosch (Suráfrica), en el transcurso de la XV Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI) celebrada en Boston (EE UU).
Es difícil diagnosticar la infección por VIH en bebés, ya que pueden portar los anticuerpos maternos hasta los 18 meses de edad. Así pues, debe realizarse una prueba directa para detectar el material genético del virus (la prueba de ADN del VIH), lo que requiere contar con un equipo de laboratorio especializado, algo que no se encuentra disponible en muchos entornos pobres en recursos.
La detección de un conjunto de síntomas que vaticinen de forma fiable la presencia de infección avanzada por VIH podría ayudar al personal médico a identificar aquellos bebés que necesitan con urgencia realizarse una prueba y recibir tratamiento.
El estudio CHER comparó el tratamiento inmediato frente al pospuesto en bebés de menos de un año de edad con un porcentaje de CD4 superior al 25%. Para obtener una visión clínica del curso de la infección por VIH en las primeras diez semanas de vida, un equipo de investigadores de Ciudad del Cabo y Soweto (Suráfrica) inscribió en un estudio de reparto aleatorio a casi 900 bebés de entre 28 y 78 días de edad (mediana: 44 días).
Los datos observacionales del estudio fueron empleados posteriormente por Heather Jaspan y su equipo de colaboradores a fin de evaluar el valor de diversos síntomas de inmunodeficiencia observados en niños como posibles factores de predicción de la existencia de un estado inmunológico que requeriría un tratamiento antirretroviral de forma inmediata (un porcentaje de CD4 inferior al 25%).
Los bebés del estudio CHER (n=540) fueron comparados con los bebés expuestos pero no infectados (125) y los bebés no expuestos y no infectados (125) inscritos en otros estudios en Soweto y Ciudad del Cabo para probar la sensibilidad y especificidad de las enfermedades mencionadas como indicadoras de inmunodeficiencia relacionada con VIH.
En primer lugar, el equipo de investigadores examinó la frecuencia de los síntomas según la existencia o no de VIH (diagnosticado por la presencia de ADN del VIH a través de la reacción en cadena de la polimerasa [PCR, en sus siglas en inglés]).
Se evidenció que cuatro síntomas fueron significativamente más habituales en niños con VIH: hongos bucales, linfoadenopatía, hepatomegalia y un peso corporal situado entre el 10% inferior al de los niños del estudio (p<0,001 para todos). Las erupciones en la zona del pañal (o dermatitis del pañal) fueron también significativamente más habituales en niños con VIH (p<0,05).
La anemia, la neutropenia, la gastroenteritis y el reflujo gástrico (definido como un exceso de vómito, tos y obstrucción de las vías aéreas tras las comidas) fueron, asimismo, factores relacionados de forma significativa (p<0,005).
A continuación, el equipo de expertos analizó el riesgo relativo (RR) de cada síntoma en niños con VIH empleando un análisis multivariable en el que se realizó un control para la edad.
Tener un peso situado en el percentil 10 (RR: 3,3), hongos bucales (RR: 5,6), linfoadenopatía (RR: 8,9) y dermatitis del pañal (RR: 2,4) siguieron teniendo un valor de predicción elevado. En un análisis de sensibilidad que incluyó gastroenteritis y reflujo gástrico, esplenomegalia y hepatomegalia, se comprobó que, si estaban presentes dos o tres de estos síntomas, su especificidad como factores de predicción de inmunodeficiencia relacionada con el VIH era del 100%.
Esto significa que la ausencia de síntomas constituye un indicador muy fiable de que, probablemente, el bebé no presente VIH. Sin embargo, la utilización de múltiples síntomas tuvo una sensibilidad mucho mayor que la presencia de un único síntoma de la lista antes mencionada. Así, cuando sólo se observó un síntoma, la sensibilidad rondó el 50%, lo que indica que resultaría que hasta la mitad de los bebés con el síntoma identificado no estarían infectados por el VIH.
El equipo de investigadores indica que se tendrá que validar el algoritmo en distintas poblaciones antes de que pueda emplearse de forma más generalizada, y que habrá muchos bebés con VIH que no serán detectados aun en el caso de que pueda validarse un algoritmo. Sin embargo, Heather Jaspan señaló que, en la población estudiada, el algoritmo desarrollado funcionó para bebés igual de bien que los síntomas empleados en el algoritmo clínico de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para presuntos diagnósticos de VIH en niños de mayor edad.
Referencia: Jaspan H, et al. Clinical and immunological characteristics of very young infants with HIV infection: Children with HIV Early Antiretroviral Study. Fifteenth Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections, Boston, abstract 76, 2008.
Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).
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