El estudio, realizado a través del Hospital General de Massachusetts, la Facultad Médica de Harvard y los Institutos Nacionales de Salud de EE UU, investigó la relación entre la composición de la dieta y los parámetros metabólicos en participantes con VIH y participantes control sin VIH. Los participantes fueron inscritos en el Hospital General de Massachusetts entre 1998 y 2005 y se contó con 356 participantes con VIH y 162 controles sin VIH.
Los grupos de personas con y sin VIH fueron demográficamente similares (edad media 42 años frente a 41 años, 56,3% frente a 61,1% de origen caucásico, 55,3% frente a 45,1% hombres). En comparación con los controles, los participantes con VIH tuvieron unos mayores niveles medios de triglicéridos (230 frente 130mg/dL, p<0,0001), menores niveles de colesterol “bueno” o HDL (41 frente a 48mg/dL, p<0,0001), más lipoatrofia periférica (grasa total en las extremidades, 8,3 frente a 12,4kg, p=0,0008) y mayores niveles de insulina en ayunas (13 frente a 12 μUI/mL, p=0,03).
El grupo con VIH tuvo, en promedio, unos recuentos de CD4 de 444 células/mm3, cargas virales de 400 copias/mL y una duración de la infección por VIH de 8,5 años. El 88,8% estaba tomando antirretrovirales.
Los participantes declararon los detalles respecto a la comida ingerida por medio de diarios de cuatro días y memorias de 24 horas. La ingesta calórica general fue aproximadamente igual en ambos grupos (2.235 frente a 2.065 kilocalorías/día, participantes con VIH y sin VIH respectivamente), así como los niveles de carbohidratos y proteínas en la dieta.
Sin embargo, las grasas en la dieta variaron de forma significativa: comparados con los controles, los participantes con VIH tuvieron niveles mayores de grasa total en dieta (87 frente a 79 g/día, p<0,05), grasa saturada (31 frente a 27 g/día, p=0,006) y colesterol (342 frente a 294 g/día, p=0,006) así como un mayor porcentaje de calorías provenientes de grasas saturadas (p=0,002) y de grasa trans (p=0,02). Un número significativamente mayor de personas con VIH consumió más de lo que recomiendan las Directrices Dietéticas Recomendadas de la USDA (Departamento de Agricultura de EE UU) de 2005 respecto a gasas saturadas (>10%/día: 76,0% frente a 60,9%, p=0,003), y colesterol (>300 mg/día: 49,7% frente a 37,9%, p=0,04).
Un nivel elevado de triglicéridos en sangre estuvo firmemente relacionado con los niveles en dieta de grasa saturada en los participantes con VIH. Aunque gran parte de la investigación se ha centrado en la infección por VIH y el uso de antirretrovirales como factores de predicción de los niveles de grasa y colesterol en sangre de las personas con VIH, este equipo de investigación concluyó que “se ha observado una mayor ingesta de grasas saturadas que contribuye a la hipertrigliceridemia entre los pacientes con VIH que han desarrollado anomalías metabólicas. Una modificación dietética en esta población debería centrarse en el mayor consumo de grasas saturadas”.
Referencia: Keogh H et al. Increased fat and cholesterol intake and relationship to serum lipid levels among HIV-infected patients in the current era of HAART. Fourteenth Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections, Los Angeles, abstract 813; 2007.
Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).
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