Las perspectivas de empleo han sido objeto de preocupación para las personas con VIH desde que la enfermedad fue identificada por primera vez. Numerosas personas con VIH han abandonado sus empleos debido a mala salud. Sin embargo, la terapia antirretroviral eficaz puede significar que la salud de las personas con VIH permanece suficientemente robusta como para mantener el empleo o volver al mercado de trabajo. No obstante, estudios han descubierto altas tasas actuales de desempleo (hasta del 66%) entre personas con VIH.
Los estudios que analizan el desempleo han tendido a centrarse en la relación entre un único factor y desempleo, incluyendo barreras al empleo relacionadas con la salud, el papel de la terapia antirretroviral, la salud mental y factores sociodemográficos. Estos estudios a menudo han arrojado resultados contradictorios.
Por tanto, investigadores del longitudinal Estudio de Salud Positiva realizaron un estudio para clarificar la relación entre factores sociodemográficos y de salud y desempleo en una gran cohorte de hombres con VIH.
La inscripción en el estudio se inició en 1999 e incluyó algo más de 700 hombres, el 91% de los cuales era gay con una media de edad de 46 años. Se realizaron cinco rondas anuales separadas de entrevistas. Se analizaron tres grandes grupos de factores de predicción de desempleo: variables sociodemográficas, salud física y salud mental.
Los resultados del análisis inicial del grupo de investigadores no fueron realmente sorprendentes.
En primer lugar, el grupo de investigadores examinó factores sociodemográficos y descubrió que el desempleo era menor entre personas que habían recibido una educación universitaria (37%) que entre los que no la tenían (54%) y que aquéllos con unos ingresos superiores a 22.000 dólares australianos anuales (unos 13.200 euros al cambio actual) tenían menos probabilidades de estar desempleados (13%) que aquéllos con ingresos menores (53%). La mayor edad estuvo también relacionada con el desempleo, estando desempleado el 36% de los menores de 40 frente al 55% de los que tenían más de 50.
La primera serie de análisis del grupo de investigadores reveló que el desempleo estaba también relacionado con la mala salud física y mental. Más de dos tercios de las personas que calificaron su salud como “mala” estaban desempleados frente a sólo el 30% de los que la calificaron como “excelente”. El desempleo también fue mayor entre aquéllos con menores recuentos de células CD4 (un 67% para aquellos con recuento inferior a 200 células/mm3 frente al 42% para los que tenían un recuento de células CD4 superior), aquellos que habían sido diagnosticados de VIH durante más tiempo (diagnosticados antes de 1987, 56% frente a 27% de desempleo entre los diagnosticados en 1996) y entre personas que habían tomado o tomaban terapia anti-VIH (45% frente a 30%).
Respecto a la relación entre salud mental y desempleo, el grupo de investigadores descubrió que el 52% de los que habían buscado ayuda por problemas de salud mental en el pasado año estaban desempleados, frente al 38% de los que no habían buscado dicha ayuda. Los autores también descubrieron que aquellos cuya puntuación fue mayor en la escala Kessler de angustia psicológica fueron más propensos a no tener trabajo (70%) que aquellos con las menores puntuaciones (34%) y que las personas que declararon tener el mayor número de síntomas de depresión y angustia psicológica también tuvieron una mayor prevalencia de desempleo que aquellos con los menores síntomas (69% frente al 26%).
A continuación, el grupo de investigadores llevó a cabo un análisis multivariable para ver si la primera serie de análisis había revelado alguna relación entre los factores sociodemográficos y de salud física y mental con el desempleo.
Este análisis reveló una probabilidad de desempleo significativamente mayor entre las personas que habían estado enfermas debido al VIH, tenían una mayor puntación en la escala Kessler de angustia psicológica y eran mayores. También demostró que había una menor probabilidad de desempleo entre personas que calificaron su salud como “buena” o “excelente”, habían vivido con VIH durante una menor cantidad de tiempo y que tenían una educación universitaria.
Aunque el grupo de investigadores no proporcionó un análisis estadístico de esto, su investigación también demostró que las personas que emplearon grupos de apoyo del VIH eran más propensas a estar desempleadas. Los autores sugieren que este factor merece una mayor investigación.
“Nuestros hallazgos demuestran que aspectos de salud tanto física como mental, así como factores sociodemográficos constituyen grandes factores de predicción de desempleo entre personas que viven con VIH/SIDA, y que los factores sociodemográficos se mantienen como factores independientes de salud”, escriben los autores, que añaden que “estos resultados indican que los antecedentes demográficos o rango social de una persona son tan importantes cara a predecir el desempleo como su salud mental o física”.
Los autores concluyen recomendando que “el alejarse de un único enfoque sobre la terapia antirretroviral como un motivo para el desempleo mejoraría las perspectivas de empleo para las personas que viven con VIH/SIDA”.
Referencia: Fogarty AS et al. Factors distinguishing employed from unemployed people in the Positive Health Study. AIDS: s37 – s42, 2007.
Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).
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