Se han planteado preocupaciones sobre los posibles efectos dañinos que sobre los niños podría tener la exposición de los fármacos antirretrovirales durante el embarazo o en torno al momento del parto. En particular, existe la preocupación de que los fármacos antirretrovirales puedan afectar al desarrollo neurológico, ya que el desarrollo cerebral continúa durante el embarazo, y se han producido informes de anomalías del tubo neuronal en un pequeño número de niños expuestos a análogos de nucleósido en el útero.
El grupo de investigadores de Canadá comparó a 39 niños expuestos en el útero a terapia antirretroviral triple con 24 niños de madres sin VIH con unos niveles de consumo de sustancias e infección por hepatitis C similares a los de las madres con VIH.
Los niños del grupo expuesto fueron identificados a través del programa de cuidado provincial de la Colombia Británica de mujeres con VIH y recibieron seguimiento durante un periodo de entre 18 a 36 meses tras el parto. Todos los niños habían sido expuestos en el útero a una combinación de tres fármacos antirretrovirales durante al menos una semana y a AZT durante el parto y el periodo neonatal, y no tenían VIH.
Los niños del grupo de control eran hijos de una cohorte de madres identificadas a través de un estudio sobre transmisión vertical de la hepatitis C de la Colombia Británica, a fin de corresponder los factores de riesgo de fondo de un deterioro del desarrollo neurológico que pudiera estar presente en madres con VIH en la provincia. La mitad de las madres sin VIH tenía un historial de uso de drogas inyectables.
La mayoría de las mujeres con VIH tomó una combinación triple basada en nevirapina durante el embarazo; 13 tomaron una combinación basada en un inhibidor de la proteasa. La duración mediana de la exposición a TAR (terapia antirretroviral) durante el embarazo fue de 17 semanas.
En algunos estudios se ha asociado un mayor riesgo de parto prematuro con la exposición a terapia antirretroviral durante el embarazo y los niños expuestos a antirretrovirales tuvieron un peso al nacer y edad gestacional significativamente menores en este estudio.
Los niños en el grupo expuesto tuvieron una edad gestacional media de 37,7 semanas al nacer frente a 39 semanas en el grupo de control y el 25% nació entre las semanas 34 y 37 de embarazo, pero sólo se declaró un caso de nacimiento anterior a las 34 semanas en el grupo expuesto. La media de peso al nacer fue de 3.028 gramos frente a 3.410 gramos en el grupo de control.
El grupo de investigadores empleó una medida de neurodesarrollo ampliamente aceptada (BSID-II) para medir el índice de desarrollo mental de los niños y el índice de desarrollo psicomotor. Los niveles de comunicación y socialización se midieron empleando escalas Vineland de Comportamiento Adaptable.
Se descubrió una diferencia significativa en el índice de desarrollo mental, que se descubrió fue significativamente menor en el grupo expuesto (94 frente a 85, p=0,041). Una mayor proporción de niños expuestos puntuó al menos una desviación estándar por debajo de la media (54% frente a 25%).
Los niños expuestos tuvieron también una puntuación menor en el índice Vineland de vida diaria, que mide la capacidad del niño para realizar tareas relacionadas con la vida diaria normal, como alimentarse.
Sin embargo, cuando el grupo de investigadores realizó el control para el consumo materno de sustancias, desaparecieron las diferencias entre los grupos expuestos y de control, lo que llevó a que los autores sugirieran que cualquier análisis de los problemas de desarrollo en niños expuestos a antirretrovirales durante el embarazo necesita tomar más en cuenta el consumo materno de drogas y alcohol durante la gestación.
Un tercio de los niños del grupo expuesto sufrió síndrome de abstinencia a narcóticos al nacer, frente a ninguno en el grupo de control, y las complicaciones perinatales como aflicción fetal (situación en que el feto está en peligro a causa de un problema respiratorio) y necesidad de reanimación se declararon en el 25% de los niños expuestos, frente a sólo 1 en el grupo de control.
La media de las puntuaciones de los niños expuestos cuyas madres no tomaban sustancias estuvo sustancialmente más cercana a las del grupo de control que las de los niños expuestos cuyas madres tomaban sustancias, según declararon los autores. Además, los niños expuestos que también estuvieron expuestos a metadona tenían unas puntuaciones de desarrollo mental significativamente menores en comparación con las de los niños expuestos, pero sin exposición a metadona (p=0,039).
“En general, descubrimos que el consumo materno de sustancias supuso un factor de predicción más firme de un resultado pobre de neurodesarrollo que la exposición a TARGA”, concluyen los autores.
Además, señalan: “Un tercio de los niños en este estudio experimentó un cambio en el estatus familiar (como colocación en custodia o separación del padre) en el año precedente. El entorno familiar durante los primeros años de vida desempeña un papel importante en el neurodesarrollo infantil”.
El grupo de investigadores concluye que con la disponibilidad de antirretrovirales por parte de números mucho mayores de mujeres embarazadas en países en desarrollo, son esenciales los estudios de toxicidades potenciales, pero han de realizarse teniendo en cuenta la exposición a sustancias y factores sociales, así como al historial de tratamiento.
Referencias: Alimenti A et al. A prospective controlled study of neurodevelopment in HIV-uninfected children exposed to combination antiretroviral drugs in pregnancy. Pediatrics 118 (4): 1139-45, 2006.
Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).
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