
Índice
1. Diagnóstico precoz del VIH: programas en urgencias y lecciones aprendidas
1.1. Detección en servicios de urgencias
1.2. Oportunidades diagnósticas perdidas
1.3. Programas proactivos en Canarias
2. Desigualdades en la detección y atención: género y factores sociales
2.1. ¿Las mujeres se están quedando atrás?
2.2. Importancia de la valoración social
3. Innovaciones en la atención: telefarmacia y herramientas digitales
3.1. Seguimiento farmacéutico a distancia
3.2. Guías clínicas automatizadas
4. Nuevas estrategias terapéuticas en el tratamiento del VIH
4.1. Permanencia a largo plazo en tratamiento
4.2. Terapia inyectable en situaciones especiales
4.3. Nuevas combinaciones de rescate
5. Infecciones oportunistas y coinfecciones
5.1. Toxoplasmosis en países de bajos ingresos
5.2. Strongyloides: una infección olvidada
5.3. Espiroquetosis intestinal
6. ITS y hepatitis: emergentes, resurgencias y estrategias
de eliminación
6.1. Huellas inmunológicas tras curar la hepatitis C
6.2. Rebrote de hepatitis C en el contexto del chemsex
6.3. Hacia la eliminación de la hepatitis viral
6.4. Secuelas metabólicas tras la cura de VHC
Accede a la presentación visual en Genially0. Introducción
El XXVIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) se celebró en Málaga del 22 al 24 de mayo de 2025. En este evento, que reunió a cerca de 2.000 especialistas, se abordaron las novedades más recientes en el campo de las infecciones.
Este documento resume, en lenguaje claro, una selección de hallazgos relevantes para las personas con el VIH, organizados por áreas temáticas.
Entre otros temas, este informe no técnico aborda la persistencia de alteraciones inmunitarias y metabólicas tras la curación de la hepatitis C en personas con el VIH, estrategias innovadoras para el diagnóstico precoz del VIH (especialmente en poblaciones vulnerables como personas migrantes y mujeres); la eficacia y seguridad de nuevos tratamientos antirretrovirales, y el resurgimiento de infecciones como el VHC en el contexto del chemsex. También se discuten desafíos en el diagnóstico de enfermedades desatendidas como la estrongiloidiasis y se presentan avances en la digitalización de guías clínicas y telemedicina para mejorar la atención.
El objetivo es explicar de forma accesible qué implicaciones clínicas y personales tienen estos resultados.
1. Diagnóstico precoz del VIH: programas en urgencias y lecciones aprendidas
El diagnóstico precoz del VIH es crucial para mejorar la calidad de vida de las personas con el VIH, reducir las comorbilidades y prevenir la transmisión del virus. Sin embargo, la ausencia de síntomas en fases iniciales y la baja o nula vinculación de ciertas poblaciones con el sistema sanitario dificultan este objetivo. Las fuentes indican varios desafíos, como la infradetección en mujeres y personas migrantes, y las “oportunidades diagnósticas perdidas” (ODP) en diversos contextos clínicos. Para abordar estos desafíos, se están implementando varias estrategias:
1.1. Detección en servicios de urgencias
Varios trabajos destacaron el papel clave de los Servicios de Urgencias Hospitalarios en el diagnóstico temprano del VIH. Al ser un punto de contacto sanitario frecuente para personas poco vinculadas al sistema de salud, urgencias se ha convertido en un escenario estratégico para detectar infecciones ocultas. Por ejemplo, en un estudio realizado en 30 hospitales de Madrid y Barcelona durante 2023, se diagnosticaron 123 nuevos casos de VIH en urgencias gracias a programas de cribado como “Deja tu huella” o “VIHgila” (en Cataluña) (abstract 0052).
La mayoría de estos diagnósticos correspondieron a personas migrantes jóvenes (59% eran de Latinoamérica), que suelen tener menor acceso a atención primaria y por tanto llegan a urgencias con infecciones no detectadas previamente. La buena noticia es que más del 97% de estos pacientes fueron vinculados correctamente a seguimiento y tratamiento antirretroviral, sin diferencias entre españoles y migrantes. Este éxito refuerza la importancia de mantener y ampliar el cribado oportunista en urgencias para maximizar la detección precoz del VIH, especialmente en poblaciones con escaso contacto con el sistema sanitario.
Perfil de nuevos diagnósticos en urgencias: La imagen destaca la alta proporción de migrantes latinoamericanos, subrayando la importancia de estrategias inclusivas y accesibles.

1.2. Oportunidades diagnósticas perdidas
A pesar de estos esfuerzos, sigue habiendo margen de mejora en el diagnóstico temprano. Un estudio analizó las “oportunidades diagnósticas perdidas” de VIH antes y después de la pandemia de COVID-19 (abstract 0053). Se revisaron casi 200 casos de nuevos diagnósticos de VIH y se encontró que un tercio presentaba al menos una consulta previa donde, por síntomas o condiciones indicadoras, se podría haber sospechado la infección, pero no se hizo la prueba. Estas oportunidades perdidas incluyeron signos como síndrome mononucleósico, dermatitis seborreica o infecciones de transmisión sexual, que deberían haber llevado a ofrecer la prueba de VIH.
Un dato positivo es que la pandemia por COVID-19 no aumentó estas omisiones; de hecho, la tasa de oportunidades perdidas fue menor en el período pospandemia respecto al prepandemia. Esto sugiere que, a pesar de la sobrecarga sanitaria por la COVID, las campañas y programas de diagnóstico precoz de VIH han logrado mantener (o incluso mejorar) la detección. No obstante, el estudio concluye que todavía aproximadamente 1 de cada 3 personas tuvo algún retraso evitable en su diagnóstico, lo que indica la necesidad de seguir sensibilizando a los profesionales para que ofrezcan la prueba de VIH ante la mínima sospecha clínica.
1.3. Programas proactivos en Canarias
En línea con lo anterior, un hospital de Gran Canaria presentó su experiencia con el programa estatal “Deja tu huella” implementado en 2022 (abstract 0320). Este programa ofrece la prueba del VIH sistemáticamente en urgencias a pacientes con ciertas condiciones indicadoras (neumonía comunitaria en jóvenes, herpes zóster, síndrome mononucleósico, ITS, práctica de chemsex, profilaxis post-exposición, etc.).
En dos años se realizaron 3.030 serologías en urgencias bajo este protocolo, con una positividad promedio del 2,1%; más de la mitad de los positivos fueron nuevos diagnósticos de VIH. Destaca que la detección fue especialmente fructífera en contextos de ITS y neumonía, pero también hubo muchos diagnósticos en pacientes con motivos de consulta menos típicos.
Gracias a estos resultados, el hospital decidió ampliar los criterios de oferta de prueba rápida a nuevas situaciones, incluyendo pacientes con trombopenia inexplicada, personas procedentes de países de alta prevalencia de VIH y casos de fiebre de origen desconocido. Esto muestra cómo los programas de cribado se adaptan dinámicamente para no dejar escapar infecciones ocultas. En resumen, acudir a urgencias puede ser una oportunidad valiosa para diagnosticar el VIH a tiempo, y los hospitales están implementando estrategias para que ningún síntoma de alarma pase por alto.
Volver al índice2. Desigualdades en la detección y atención: género y factores sociales
Las personas con VIH frecuentemente enfrentan situaciones de vulnerabilidad social que pueden obstaculizar su diagnóstico, seguimiento y tratamiento, con repercusiones negativas en su pronóstico.
2.1. ¿Las mujeres se están quedando atrás?
Un análisis específico puso de relieve un sesgo de género en el cribado del VIH. Aunque las mujeres representan una proporción importante de pacientes en urgencias, se detectó que, ante las mismas enfermedades indicadoras, los hombres tenían el doble de probabilidad de ser sometidos a la prueba de VIH que las mujeres (abstract 0059).
En 10 hospitales catalanes incluidos en el programa VIHgila, de más de 10.800 serologías realizadas en urgencias solo el 38% correspondieron a pacientes femeninas, a pesar de que las mujeres suponían más de la mitad de las atenciones totales en urgencias. Es decir, si un hombre y una mujer acudían con una neumonía similar, era mucho más probable que al hombre se le ofreciera la prueba de VIH. Esta disparidad se observó en todos los tramos de edad analizados y para distintas patologías: por ejemplo, ante una neumonía, se cribó al 67,9% de los hombres pero solo al 57,6% de las mujeres; en casos de herpes zóster, 23,3% vs 18,3%; y en síndromes mononucleósicos, 12,6% vs 6,9% respectivamente.
La conclusión de los autores es clara: existe un sesgo inconsciente de los profesionales que subestiman el riesgo de VIH en mujeres, lo cual retrasa su diagnóstico. Romper este sesgo requiere difundir protocolos y sensibilizar para que nadie quede fuera del cribado por motivos de género.
Para la comunidad, este hallazgo recuerda la importancia de que todas las personas, hombres o mujeres, con prácticas de riesgo o síntomas sospechosos, accedan a la prueba del VIH sin barreras ni estereotipos.
2.2. Importancia de la valoración social
Otro estudio abordó las dificultades sociales que a menudo acompañan a la infección por VIH y cómo estas influyen en la atención sanitaria. Se revisó la situación social de 165 personas con VIH ingresadas en un hospital de Madrid durante 2021-2022 [abstract 0060]. Más del 70% de estos pacientes tenían su infección controlada (carga viral indetectable) antes del ingreso, lo cual es positivo.
Sin embargo, muchos enfrentaban vulnerabilidad social (problemas de vivienda, soledad, bajos ingresos, etc.) que podía obstaculizar su seguimiento y adherencia al tratamiento. El dato preocupante es que solo 32 de estos 165 pacientes (19%) recibieron una evaluación socio-familiar formal por parte del hospital. Y prácticamente en todos esos evaluados (30 de 32) se identificaron necesidades sociales importantes (por ejemplo, falta de redes de apoyo, dificultades económicas).
Al comparar resultados, el subgrupo de pacientes con valoración social (es decir, los que efectivamente tenían vulnerabilidad) mostró peor adherencia al tratamiento y menor seguimiento médico al año del alta, en comparación con quienes no fueron evaluados (y presumiblemente tenían menos problemas sociales). Además, el 36% de todos los pacientes reingresó al hospital en ese año y un 10% falleció, lo que sugiere que los determinantes sociales podrían estar influyendo en estos desenlaces.
La conclusión de los autores es que hace falta incorporar rutinariamente una valoración social integral de cada paciente con VIH que ingresa, para detectar a tiempo estas situaciones de vulnerabilidad y actuar en consecuencia.
Para las personas con VIH, este estudio subraya que la salud no depende solo de los fármacos: factores como la estabilidad económica, el apoyo familiar o el acceso a servicios sociales pueden ser igual de cruciales para lograr un buen pronóstico. En este sentido, abogar por mayor apoyo social y coordinación con trabajadores sociales es fundamental para mejorar la calidad de vida y la adherencia de los pacientes más vulnerables.
Volver al índice3. Innovaciones en la atención: telefarmacia y herramientas digitales
La pandemia por COVID-19 impulsó nuevas formas de atender a las personas con el VIH sin requerir presencia física. La telefarmacia es una herramienta innovadora que permite el seguimiento farmacéutico y la entrega de medicamentos a distancia, mejorando la accesibilidad y adherencia al tratamiento antirretroviral en personas con VIH., y en el congreso se presentaron experiencias exitosas de telefarmacia en personas con el VIH.
3.1. Seguimiento farmacéutico a distancia
Un estudio descriptivo de un programa de telefarmacia en un hospital terciario mostró que aproximadamente el 15% de las personas con el VIH en seguimiento se benefician de este servicio [abstract 0054].
Los motivos de inclusión fueron, en un pequeño porcentaje (14,6%), la necesidad de seguimiento farmacéutico telefónico sin envío de medicación (principalmente por problemas de adherencia no relacionados con acceso). Pero la gran mayoría (85% de los incluidos) requirieron envío de medicación a domicilio, debido a barreras como dificultades sociales, problemas de movilidad, lejanía geográfica, pacientes dependientes o institucionalizados, incompatibilidad de horarios, etc.
Barreras para la adherencia en el programa de telefarmacia: la gráfica muestra visualmente qué obstáculos enfrentan las personas con VIH para acudir al hospital, reforzando el valor del seguimiento domiciliario.

El programa organizó agendas específicas de consultas telefónicas (atendidas por farmacéuticos o técnicos) para hacer el seguimiento regular de estos pacientes, coordinando la entrega de medicación a través de mensajería al domicilio o a la farmacia comunitaria más cercana. Los resultados fueron muy positivos: de 106 pacientes que al inicio eran considerados no adherentes al tratamiento, 103 lograron convertir su carga viral en indetectable gracias al soporte brindado.
Además, se evaluó la satisfacción de los usuarios, obteniendo una nota media de 9,1 sobre 10 en la encuesta de satisfacción, destacando la atención y el trato del personal de farmacia (valorado con 9,5). En resumen, la telefarmacia permitió atender a distancia a aquellos pacientes con dificultades para acudir al hospital, asegurando que recibieran sus medicamentos puntualmente y acompañándolos en el seguimiento.
Este enfoque, nacido en la era COVID, se consolida como un complemento muy útil para mejorar la adherencia y la comodidad de los pacientes, sin descuidar los resultados en salud. Para muchos, recibir la medicación en casa o en su farmacia de barrio y tener consultas telefónicas programadas ha sido una solución que evita abandonos de tratamiento por barreras logísticas.
3.2. Guías clínicas automatizadas
Otra innovación interesante presentada fue HIV-matic, un sistema digital diseñado para ayudar a los médicos a aplicar al día las guías clínicas de manejo del VIH [abstract 0055]. Dado que la atención integral de las personas con VIH es cada vez más compleja (hay que vigilar comorbilidades cardiovasculares, metabólicas, salud ósea, detección precoz de ciertos cánceres, salud mental, etc., además del control virológico), este hospital desarrolló una herramienta que automatiza 68 reglas clínicas basadas en las recomendaciones de GESIDA.
El sistema se integra con el historial electrónico y los datos de laboratorio del paciente, y emite avisos o alertas al clínico cuando detecta que falta realizar alguna actuación recomendada (por ejemplo, si un paciente cumple criterios para vacunación, cribado de hepatitis, cambio de medicación por toxicidad, control de comorbilidades, etc.).
Para validar HIV-matic, los investigadores lo probaron retrospectivamente con datos de 191 pacientes y midieron métricas de rendimiento: los resultados mostraron una precisión del 99,8%, una sensibilidad del 99,4% y una especificidad del 99,96% en las alertas generadas, además de una puntuación F1 combinada del 99,59%. En otras palabras, el sistema casi no comete errores: emite los recordatorios correctos casi siempre, con muy pocos falsos positivos o negativos. En el 87% de los pacientes analizados, HIV-matic fue capaz de proporcionar todas las recomendaciones adecuadas sin omitir ninguna. La conclusión es que esta herramienta digital demuestra ser altamente eficaz apoyando la toma de decisiones clínicas.
Para las personas con VIH, iniciativas así pueden traducirse en una atención más completa y personalizada: el médico cuenta con un asistente digital que le recuerda todo lo importante, reduciendo la posibilidad de pasar algo por alto (como la necesidad de hacer una prueba específica o ajustar un tratamiento). En definitiva, la digitalización bien aplicada permite que las guías médicas “cobren vida” en la consulta diaria, beneficiando directamente al paciente con una atención de máxima calidad.
Volver al índice4. Nuevas estrategias terapéuticas en el tratamiento del VIH
El tratamiento antirretroviral (TAR) ha evolucionado significativamente, buscando mayor durabilidad, seguridad y regímenes adaptados a las necesidades del paciente. No obstante, la presencia de comorbilidades en una población con el VIH más envejecida obliga a tener en cuenta las potenciales interacciones producidas por la polifarmacia.
4.1. Permanencia a largo plazo en tratamiento
Desde el punto de vista de los tratamientos antirretrovirales (TAR), se compartieron datos muy ilustrativos sobre la durabilidad de los regímenes modernos. En particular, un estudio del Hospital Ramón y Cajal evaluó cuán duradero resulta en la práctica real el régimen de BIC/TAF/FTC (bictegravir/emtricitabina/tenofovir alafenamida, conocido comercialmente como Biktarvy®) y cómo han impactado las nuevas terapias duales e inyectables en su continuidad [abstract 0056].
Analizaron una cohorte de 1.219 pacientes que iniciaron TAR entre mayo de 2019 (cuando BIC/TAF/FTC estuvo disponible) y febrero de 2021, y siguieron su evolución hasta enero de 2025. Los resultados son muy contundentes: a la fecha de corte, el 67% de los pacientes seguía en tratamiento con BIC/TAF/FTC. Además, entre quienes continuaban, un 79% llevaba más de 5 años tomando este mismo régimen, lo que muestra una altísima permanencia a largo plazo. Solo un 22% de pacientes suspendió BIC/TAF/FTC en ese periodo; las causas principales de discontinuación fueron eventos de toxicidad en apenas 8% (efectos en sistema nervioso central, 4%, o aumento de peso, 2% entre otros), y en menor medida cambios por simplificación.
Llama la atención que las nuevas alternativas de tratamiento han tenido un impacto limitado en desplazar a BIC/TAF/FTC. Por ejemplo, únicamente 2,5% de los pacientes pasaron a la terapia dual oral de dolutegravir/lamivudina (DTG/3TC; Dovato®). Y con la introducción de la terapia inyectable de acción prolongada (cabotegravir y rilpivirina; Vocabria® y Rekambys®)) en 2023, se ofreció el cambio a unos 342 pacientes en seguimiento y solo un tercio aceptó pasarse a la pauta inyectable.
En el 66% restante ni siquiera se propuso el cambio, frecuentemente porque los propios médicos consideraron que el paciente estaba bien gestionado con envíos a domicilio de su medicación o por cuestiones logísticas que dificultaban el régimen inyectable. Y entre quienes sí discutieron la opción de inyectables pero decidieron quedarse en su régimen oral (93% lo hicieron por preferencia personal), la razón más común alegada fue que ya tenían resuelto el acceso al tratamiento (por ejemplo con la entrega domiciliaria) y no veían ventaja en cambiar. En conjunto, este estudio refleja que BIC/TAF/FTC sigue siendo un tratamiento muy bien tolerado y aceptado, con pocos abandonos espontáneos.
Para muchos pacientes, la comodidad de una pastilla única diaria con posibilidad de entrega a domicilio supera el atractivo de las nuevas alternativas, y solo una minoría optó por cambiar a inyecciones mensuales.
Esto tranquiliza en cuanto a que las pautas actuales de TAR de alta eficacia pueden mantenerse en el tiempo con excelentes resultados, siempre adaptándose a las preferencias individuales.
4.2. Terapia inyectable en situaciones especiales
Hablando de las nuevas terapias, la combinación de acción prolongada cabotegravir y rilpivirina (inyectable intramuscular cada 2 meses) es uno de los avances recientes en el tratamiento antirretroviral. Se presentaron datos de uso de esta pauta en contextos particulares, aportando evidencia sobre su seguridad.
En pacientes con efectos adversos previos en el sistema nervioso central (SNC) por inhibidores de integrasa orales, ¿es cabotegravir (un inhibidor de integrasa inyectable) una alternativa adecuada? Para responder esta pregunta, un estudio analizó 343 pacientes que iniciaron cabotegravir y rilpivirina en un hospital de Madrid, de los cuales 31 tenían antecedente de haber suspendido tratamientos orales con integrasa (dolutegravir, bictegravir, etc.) precisamente por toxicidad neuropsiquiátrica (insomnio, cefalea, pesadillas) [abstract 0322].
Los hallazgos indican que este subgrupo de pacientes sí presentó de nuevo más efectos adversos del SNC con la terapia inyectable comparado con quienes nunca tuvieron intolerancia previa. En concreto, 16% de los pacientes con antecedentes de toxicidad en el SNC tuvieron que suspender cabotegravir y rilpivirina por la reaparición de síntomas neuropsiquiátricos, mientras que solo 1,3% de los pacientes sin ese antecedente suspendieron por esa causa. Es decir, la incidencia de problemas de SNC fue significativamente mayor en quienes ya habían mostrado sensibilidad a este tipo de fármacos.
La conclusión del equipo es que la presencia de toxicidad neurológica previa a integrasas predice una mayor probabilidad de efectos similares con cabotegravir inyectable, por lo que se debe tener precaución y un seguimiento estrecho en estos casos. En términos prácticos: el tratamiento inyectable sigue siendo efectivo, pero si un paciente tuvo, por ejemplo, insomnio severo con dolutegravir, cabotegravir podría no ser la panacea y habría que monitorizar si reaparecen esos síntomas.
Por otro lado, se exploró el uso de cabotegravir y rilpivirina inyectables en pacientes con trasplante de órgano sólido [abstract 0323]. Estos pacientes con VIH y trasplantes renales o hepáticos suelen estar en tratamientos inmunosupresores, y no había mucha información sobre si la terapia inyectable era segura para ellos. En una serie de 5 pacientes trasplantados (4 de hígado y 1 de riñón) que pasaron a cabotegravir y rilpivirina sin fase oral de inducción, los resultados a mediano plazo (seguimiento de unos 65 semanas) fueron muy alentadores: todos mantuvieron la carga viral indetectable, no hubo interacciones adversas aparentes con la medicación inmunosupresora ni toxicidades relevantes, e incluso se observó una ligera mejoría en la función renal promedio en el tiempo (posiblemente por retirar tenofovir u otros fármacos previos). Ninguno tuvo que suspender el tratamiento inyectable por efectos secundarios. Los autores concluyen que cabotegravir y rilpivirina son una alternativa segura y eficaz en pacientes con trasplante, al menos en los pocos casos evaluados.
Esto es tranquilizador, ya que sugiere que incluso personas polimedicadas y delicadas (como un trasplantado)/a podrían beneficiarse de la comodidad de los inyectables bimestrales, siempre con vigilancia médica individualizada.
4.3. Nuevas combinaciones de rescate
Finalmente, se presentaron novedades para pacientes con amplios historiales de tratamiento, es decir, aquellos muy pretratados en los que a veces las opciones se agotan por resistencias o intolerancias. Un estudio exploró una combinación poco convencional: doravirina + TAF/FTC/bictegravir (es decir, añadir doravirina (Pifeltro®)) –un no análogo de nucleósido (ITINN) de última generación– al régimen de BIC/TAF/FTC) en pacientes con fracaso virológico o problemas con las terapias estándar (abstract 0324). Se incluyeron 27 pacientes con una mediana de 25 años en tratamiento antirretroviral y unas 11 líneas de tratamiento previas en sus historiales (muchos habían pasado por prácticamente todos los grupos de fármacos disponibles).
La mayoría tenía cargas virales bajas pero detectables al iniciar la nueva combinación, y las razones para instaurarla fueron optimización por interacciones o toxicidades, o control de una replicación de bajo nivel persistente. Los resultados mostraron que esta pauta de poco habitual de cuatro fármacos fue bien tolerada (no se registraron interrupciones por toxicidad) y logró suprimir la carga viral en el 67% de los pacientes que venían con fracaso previo. En otro ~22% de pacientes se mantuvo la replicación en niveles muy bajos (<200 copias) sin empeorar, y algunos pudieron luego cambiar a cabotegravir y rilpivirina para lograr supresión completa. Es decir, se consiguió al menos controlar la infección en prácticamente todos.
La conclusión es que doravirina + BIC/TAF/FTC puede ser una estrategia de rescate segura y razonablemente eficaz en pacientes altamente pretratados con pocas alternativas, ayudando a alcanzar o mantener la supresión virológica.
Para los pacientes que llevan décadas en tratamiento y arrastran resistencias acumuladas, este tipo de combinaciones fuera de ficha técnica podrían ofrecer una solución transitoria mientras se espera la llegada de futuros medicamentos. Es un ejemplo de cómo los clínicos siguen innovando con las herramientas disponibles para mantenerse un paso adelante del virus.
Volver al índice5. Infecciones oportunistas y coinfecciones
La vigilancia de infecciones oportunistas y la identificación de nuevos patógenos son cruciales en la atención del VIH. Durante el congreso, se presentaron estudios sobre la prevalencia de infecciones oportunistas y coinfecciones como Strongyloides stercoralis y Toxoplasma gondii, así como el repunte de la hepatitis C asociada al fenómeno del “chemsex”, y la validación de nuevas herramientas diagnósticas para la hepatitis delta.
5.1. Toxoplasmosis en países en desarrollo
La toxoplasmosis es una infección oportunista muy conocida en personas con VIH, especialmente cuando tienen las defensas bajas, pero su prevalencia varía geográficamente. Un estudio presentado examinó por primera vez la seroprevalencia (porcentaje de personas con anticuerpos, indicativo de haber estado infectadas) de Toxoplasma gondii en pacientes con VIH en Kinshasa (República Democrática del Congo) [abstract 0321]. Utilizando un método novedoso de quimioluminiscencia en muestras de sangre seca (DBS) –lo que facilita el procesamiento en entornos con menos recursos–, analizaron muestras de 123 personas con el VIH atendidas en un hospital de Kinshasa.
Los resultados revelaron una seroprevalencia de toxoplasmosis del 71,1%. Es decir, 7 de cada 10 personas con VIH en esa muestra tenían anticuerpos contra Toxoplasma, lo cual es un porcentaje altísimo (para comparar, en España la seroprevalencia general ronda 20-30%). No hubo diferencias significativas entre hombres y mujeres ni por edad, aunque tendía a ser mayor en mayores de 42 años. Un hallazgo interesante fue que la infección por Toxoplasma se asociaba fuertemente a tener el VIH mal controlado: entre los pacientes con carga viral de VIH alta (>3.0 log₁₀, es decir, más de ~1000 copias), la prevalencia de toxoplasmosis era del 77,3%, significativamente superior a la de aquellos con carga viral baja o indetectable (58,3%). De hecho, al ajustar por otros factores, tener carga viral elevada cuadruplicaba la probabilidad de haber contraído Toxoplasma.
No se encontraron relaciones significativas con el nivel de CD4 ni con estar o no en TAR, solo con la viremia. Esto sugiere que en entornos con alta exposición ambiental al parásito (por aguas o alimentos contaminados), las personas con VIH que no están bien controladas (es decir, con virus replicando) tienen más riesgo de adquirir toxoplasmosis. Quizá una explicación sea que una carga viral alta refleja cierta falta de acceso a cuidados o profilaxis, o bien que la inmunosupresión favorece la infección. En cualquier caso, este estudio pone de relieve que la toxoplasmosis sigue siendo un problema muy vigente en países con alta prevalencia de VIH.
Para las personas con el VIH, implica la necesidad de medidas de prevención (por ejemplo, educación para evitar fuentes de infección como carnes crudas o agua no potable) y de un buen control virológico, además de considerar quimioprofilaxis con cotrimoxazol en quienes tengan CD4 bajos para prevenir la encefalitis por Toxoplasma.
También valida el uso de muestras de sangre seca y técnicas rápidas como herramientas prácticas de cribado en zonas con recursos limitados.
5.2. Strongyloides: una infección olvidada
Otra infección oportunista tropical que cobró atención fue la estrongiloidiasis, causada por el parásito intestinal Strongyloides stercoralis. Es una enfermedad desatendida cuya importancia radica en que, en pacientes inmunodeprimidos, puede progresar a un cuadro grave de hiperinfestación diseminada. Un equipo del Hospital Ramón y Cajal revisó todos los casos diagnosticados de Strongyloides por serología en los últimos 6 años (2018-2023) para evaluar los retrasos diagnósticos y oportunidades perdidas en su detección (abstract 0057).
Encontraron 259 pacientes con serología positiva, pero la mayoría (81%) habían sido detectados mediante cribados rutinarios en personas asintomáticas (por ejemplo, inmigrantes recién llegados) sin enfermedad activa. Se centraron en los 48 casos restantes, que sí tenían indicación clínica de habérseles buscado la infección (por presentar factores de riesgo epidemiológicos, aumento inexplicado de los eosinófilos –un tipo de glóbulos blancos–, diagnóstico reciente de VIH o inicio de terapia inmunosupresora). El perfil de estos 48 pacientes reflejó que la estrongiloidiasis afecta sobre todo a personas procedentes de zonas endémicas: dos tercios eran originarios de Latinoamérica y casi un 19% de África subsahariana. Un 83% eran inmigrantes y un 10% viajeros internacionales.
Al analizar por qué motivo finalmente se les hizo la prueba de Strongyloides, en la mayoría (66%) fue debido a eosinofilia persistente en analíticas, en un 19% tras diagnosticarles el VIH, en algunos por síntomas digestivos sugestivos, y en otros al empezar corticoides u otros inmunosupresores. El dato más revelador fue el tiempo promedio de retraso desde que aparecía el primer indicador hasta que se diagnosticaba la estrongiloidiasis. Para el subgrupo de pacientes diagnosticados de VIH, el retraso mediano fue corto, de 6 días apenas (porque en muchos protocolos ya se incluye buscar Strongyloides tras un diagnóstico de VIH).
En cambio, en pacientes inmunosuprimidos por otras causas (ej. paceintes trasplantados) la mediana fue ~28 días, y lo peor: en los pacientes con solo eosinofilia, la mediana de retraso fue de 1.536 días, es decir más de 4 años. Además, estos pacientes con eosinofilia pasaron por un promedio de 11 consultas médicas antes de que algún profesional solicitara la serología de Strongyloides. Esto indica un infradiagnóstico importante: la eosinofilia inexplicada (un recuento alto de eosinófilos en sangre) durante meses e incluso años no se estaba investigando adecuadamente, a pesar de ser un signo de alerta clásico de presencia de parásitos. Como consecuencia, varios de esos pacientes desarrollaron el síndrome de hiperinfestación al recibir corticoides sin haber detectado la infección latente.
Las conclusiones del estudio recalcan que la estrongiloidiasis sigue siendo muy frecuente en población migrante y que los mayores retrasos diagnósticos ocurren fuera del ámbito del VIH, principalmente en personas con eosinofilia crónica donde no se piensa en Strongyloides. Esto los expone a riesgo de complicaciones potencialmente mortales.
Para la comunidad VIH, la lección sería: si alguien proviene de regiones tropicales o ha viajado a ellas, es importante que se descarte Strongyloides, especialmente antes de iniciar medicamentos inmunosupresores.
Afortunadamente, en el contexto del VIH parece que se están haciendo mejor las cosas (se incorpora en el protocolo de nuevos diagnósticos), pero hay que extender esa vigilancia a otros ámbitos clínicos. En resumen, los médicos deben recordar la “regla de oro” de investigar parásitos ante una eosinofilia prolongada e indicaciones epidemiológicas, y los pacientes informen siempre de sus antecedentes de viaje o país de origen para ayudar a orientar estas pruebas.
5.3. Espiroquetosis intestinal
Un padecimiento mucho más raro, pero que también afecta desproporcionadamente a personas con VIH (especialmente hombres gais, bisexuales y otros hombres que practican sexo con otros hombres, GBHSH) es la espiroquetosis intestinal. Se trata de una infección de la mucosa del colon por espiroquetas (bacterias del género Brachyspira) adquiridas por vía fecal-oral (agua o alimentos contaminados). En países de recursos elevados es infrecuente (prevalencia <1%), pero se ha reportado hasta 11-34% en algunos países de bajos recursos.
Además, se ha observado que hasta 40% de los casos conocidos ocurren en personas con VIH, muchas de ellas hombres GBHSH, posiblemente por mayor exposición a prácticas de riesgo oral-anal en este colectivo. La espiroquetosis suele ser un hallazgo incidental en biopsias de colonoscopia, ya que puede no dar síntomas.
Sin embargo, en algunos pacientes causa diarrea crónica, dolor abdominal, sangrado rectal u otros trastornos digestivos inespecíficos. En el congreso se describieron dos casos clínicos de personas con el VIH con espiroquetosis intestinal atendidos en Granada (abstract 0319). Ambos eran hombres GBHSH de mediana edad, uno con infección por VIH desde finales de los 80 y otro desde 2008, bien controlados inmunológica y virológicamente (CD4 > 600, carga indetectable). Uno presentaba estreñimiento y proctalgia durante 2 años, y el otro, diarrea de un mes de evolución.
Finalmente, mediante colonoscopia y biopsia se confirmó la presencia de espiroquetas adheridas a la mucosa (tinción de Warthin-Starry positiva y pruebas inmunohistoquímicas). Ambos fueron tratados con metronidazol oral (antibiótico anaerobicida): el primer caso con 10 días de tratamiento logró remisión completa de síntomas y negativización histológica, el segundo necesitó dos ciclos de 21 días para lograr la curación clínica y microscópica.
En general, se recomienda tratar la espiroquetosis solo si el paciente tiene síntomas, y el metronidazol es la primera elección, con buena respuesta en la mayoría de casos.
La conclusión destacada fue que, aunque infrecuente, los médicos deben considerar la espiroquetosis en pacientes con VIH (sobre todo hombres GBHSH) que tengan síntomas intestinales crónicos sin explicación. El diagnóstico requiere biopsia colónica, pero una vez identificado, el tratamiento es efectivo y puede mejorar la calidad de vida del paciente.
Para la comunidad, esto significa que tras descartar causas comunes de diarrea (infecciones habituales, intolerancias, etc.), en casos persistentes quizás haya que realizar estudios más profundos, ya que incluso infecciones poco comunes podrían ser responsables.
5.4. Mycoplasma penetrans
En el campo de las infecciones de transmisión sexual, más allá de las clásicas (sífilis, gonococo, clamidia, etc.), se habló de un patógeno emergente que podría explicar algunos casos de uretritis de origen desconocido en varones (inflamación de la uetra que puede provocar dolor y aumento de la frecuencia urinaria). Se trata de Mycoplasma penetrans, un microorganismo del género Mycoplasma descrito recientemente como posible agente de uretritis.
Un estudio del Hospital Donostia presentó un análisis de 10 casos de uretritis por M. penetrans diagnosticados allí, en el marco de un estudio prospectivo mayor sobre etiologías de uretritis no específicas (abstract 0092). Empleando técnicas de PCR específica, buscaron M. penetrans en muestras uretrales de hombres con síntomas de uretritis en quienes ya se había descartado las causas comunes (gonorrea, M. genitalium, tricomonas, etc.).
Encontraron que 7 de 55 pacientes con uretritis indeterminada dieron positivo para M. penetrans, es decir un 12,7% de esos casos inexplicados probablemente eran debidos a este germen. En cambio, ningún paciente de los grupos control (uretritis de causa conocida u hombres sin uretritis) tuvo M. penetrans, lo que indica una asociación estadísticamente significativa (p < 0,001). Tras el periodo del estudio, se detectaron 3 pacientes adicionales con esta infección hasta enero de 2025. No se observó que los casos estuvieran conectados entre sí (no era un brote, sino casos aislados). En general, los pacientes respondieron bien al tratamiento antibiótico habitual para uretritis.
La conclusión fue que los resultados sugieren una asociación entre M. penetrans y la uretritis en varones, consolidándolo como una nueva causa a tener en cuenta.
Para las personas con el VIH, especialmente hombres GBHSH con vida sexual activa, esto implica que si padecen síntomas de uretritis y las pruebas rutinarias no encuentran el origen, podría haber agentes atípicos implicados. Los laboratorios especializados poco a poco incorporarán PCR para M. penetrans en los paneles diagnósticos de ITS, de modo que estas infecciones no queden sin identificar.
La buena noticia es que, una vez detectada, se puede tratar con antibióticos (macrólidos o quinolonas, similares a los usados en M. genitalium). Este descubrimiento nos recuerda la importancia de la vigilancia epidemiológica: el espectro de ITS está en constante evolución y aparecen nuevos patógenos que requieren atención.
Volver al índice6. Impacto a largo plazo de la coinfección por VIH y VHC y la erradicación del VHC
A pesar de la erradicación exitosa del VHC mediante antivirales de acción directa (AAD), persisten alteraciones significativas en la salud de las personas con VIH que tuvieron o tiene hepatitis C.
6.1. Huellas inmunológicas tras curar la hepatitis C
En el ámbito de las coinfecciones, también se investigó el impacto a largo plazo de la hepatitis C en personas con VIH, incluso después de haberla curado (abstract 0051). Gracias a los antivirales de acción directa (AAD) en la última década, la coinfección VIH/VHC ha pasado de ser gravísima a ser curable en la mayoría de pacientes. Sin embargo, científicos del Instituto de Salud Carlos III presentaron datos sugerentes de que la eliminación del VHC no revierte totalmente todas las alteraciones inducidas en el organismo.
Analizaron perfiles de subpoblaciones de linfocitos T CD4 y CD8 en personas con VIH que habían tenido hepatitis C crónica, comparándolos 6 años después de la curación (o aclaramiento espontáneo) frente a personas con VIH que nunca tuvieron VHC. Si bien los detalles son técnicos, el título del estudio ya apunta a una “persistencia a largo plazo de alteraciones” en el sistema inmune tras la curación del VHC. Esto indicaría que la coinfección por hepatitis C deja una huella inmunológica durable (por ejemplo, en activación o envejecimiento de ciertas células T) que no se normaliza del todo pese a eliminar el virus.
Junto con otros trabajos que veremos sobre consecuencias metabólicas, el mensaje es que superar la hepatitis C no equivale a olvidarse del problema: será necesario un seguimiento médico continuado porque puede haber riesgos residuales o daños acumulados que requieren atención (sea en el terreno inmunológico, hepático o metabólico).
6.2. Rebrote de hepatitis C en el contexto del chemsex
Un tema candente en el congreso fue el resurgimiento de la hepatitis C aguda en ciertos colectivos, pese a vivir en la era posterior a la cura con AAD. Investigadores de la Fundación Jiménez Díaz advirtieron de un brote epidémico de VHC en hombres gais, bisexuales y otros HSH (GBHSH) [abstract 0100], asociado a prácticas de chemsex (uso de drogas en contexto sexual) y en particular a slamming (administración inyectada de estas drogas). Presentaron datos retrospectivos de 83 casos de hepatitis C aguda diagnosticados entre enero 2023 y enero 2025 en su hospital. El perfil de los afectados es muy específico: mediana de 43 años de edad (pero con casi 30% por encima de 50 años), 99% hombres GBHSH, de los cuales el 76% tenía VIH y el 20% eran usuarios de PrEP (profilaxis preexposición). En prácticamente todos los casos (99%) la vía de transmisión presumible fue sexual, y el 78% refirió prácticas de chemsex, mientras que casi la mitad (48%) admitió haber practicado slamming.
Es importante resaltar que muchos ya tenían antecedentes de hepatitis C: un 19% habían sufrido al menos un episodio de hepatitis C prevo (reinfecciones), e incluso hubo un paciente en su tercer episodio de VHC aguda. Esto muestra que el virus está circulando activamente en redes sexuales concretas, reinfectando a quienes ya se habían curado. De hecho, la distribución de genotipos hallada (predominio de genotipo 1a, seguido de 4 y 1b) sugiere transmisión en clusters, aunque no se detalló el análisis molecular. Otro dato relevante: solo el 9% de los pacientes aclaró espontáneamente la infección (es decir, su sistema inmune eliminó el virus sin tratamiento).
La mayoría quedó con infección crónica o prolongada. A pesar de ello, inicialmente casi un 80% de los pacientes fueron manejados con una “actitud expectante” (esperar algunos meses para ver si aclaraban solos). Sin embargo, viendo la baja tasa de aclaramiento, finalmente 52 pacientes (el 63%) recibieron tratamiento con AAD pangenotípicos, con respuesta virológica satisfactoria; unos pocos estaban aún en evaluación o pendientes de iniciar tratamiento al cierre de datos, y lamentablemente un 12% (10 personas) se perdieron del seguimiento antes de iniciar terapia.
La conclusión de los autores es que estos datos evidencian un brote activo de hepatitis C de transmisión sexual en hombres GBHSH vinculado al chemsex, que está contrarrestando en parte los logros de la microeliminación. Proponen reforzar las estrategias de screening frecuentes en poblaciones de riesgo (por ejemplo, test cada 3-6 meses para usuarios de chemsex) y acortar los tiempos a tratamiento, sin esperar tanto el aclaramiento espontáneo, para cortar antes las cadenas de transmisión. También urgen a implementar intervenciones específicas sobre el fenómeno chemsex, pues actúa como catalizador no solo de VHC sino de múltiples ITS, y además puede llevar a que algunos pacientes queden fuera de control médico (como se vio en ese 12% que se perdieron).
En suma, para la comunidad, este llamamiento implica: si participas en sesiones de chemsex, es fundamental que te hagas chequeos periódicos de ITS incluyendo hepatitis C, aunque te hayas curado anteriormente, porque el riesgo de reinfección es real. Y en caso de adquirir VHC de nuevo, probablemente convenga iniciar el tratamiento curativo cuanto antes, dado que la probabilidad de que se resuelva sola es baja en este contexto.
6.3. Hacia la eliminación de la hepatitis viral
Por último, no todo son malas noticias en hepatitis. También se presentaron avances en estrategias de microeliminación del VHC, especialmente focalizadas en poblaciones vulnerables. Un estudio multicéntrico en Madrid examinó la prevalencia de hepatitis C activa entre migrantes sometidos a cribado en unidades móviles entre 2019 y 2023 (abstract 0327). De 2.288 personas migrantes testeadas (en centros de acogida, albergues, programas de reducción de daños, etc.), identificaron anticuerpos anti-VHC en 149 (6,5%), de los cuales 70 tenían infección activa por ARN viral positivo.
La prevalencia global de infección activa fue 3,1%, significativamente mayor que la estimada en población general española (<1%). Casi 92% de los diagnosticados iniciaron tratamiento antiviral, lo cual es muy alentador. Analizando factores de riesgo, el uso de drogas inyectables resultó el factor más fuertemente asociado: migrantes con antecedente de consumo de drogas por vía parenteral tuvieron ~24 veces más riesgo de VHC activo (aOR=24.2) frente a no consumidores. También tener origen europeo (migrantes de países del Este, por ejemplo) se asoció a más riesgo que migrantes de otras regiones (aOR=7.1), y el abuso de alcohol mostró una asociación moderada (aOR=2.2).
En cambio, la prevalencia de VHC no varió significativamente a lo largo de los años estudiados, permaneciendo estable de 2019 a 2023 a pesar de incrementar el cribado. Los autores concluyen que se necesita dirigir intervenciones específicas a los comportamientos de alto riesgo (como la adicción a drogas intravenosas) dentro de la población migrante para lograr la eliminación del VHC en este grupo. Esto apunta a combinar el cribado y tratamiento con estrategias de reducción de daños y apoyo social.
Evolución de los casos de hepatitis C en Gran Canaria: refleja el impacto de 10 años de intervenciones, acercándonos al objetivo de eliminación

Por otro lado, un hospital de Gran Canaria compartió su recorrido de 10 años en la lucha contra la hepatitis C (abstract 0326) en su área de salud. Implementaron múltiples estrategias integradas desde 2014: el diagnóstico en un solo paso (hacer la carga viral automáticamente si el test de anticuerpos sale positivo), la búsqueda activa de pacientes repasando historiales para encontrar infectados perdidos que no hubieran recibido AAD, participar en programas de localización de no tratados (RelinkC), crear en 2021 un sistema de alerta electrónica al especialista de Digestivo cada vez que se detecta un nuevo caso de VHC, y en 2023 incorporar el cribado de VHC en unidades de adicciones mediante muestras de gota de sangre seca.
Gracias a todo ello, lograron diagnosticar un total de 2.188 pacientes con viremia VHC entre 2014 y 2024 (incluyendo algunos reinfectados), de los cuales la gran mayoría fueron tratados con éxito. Lo más notable es cómo disminuyeron drásticamente los nuevos casos año a año: en 2015 detectaron 616 infecciones, mientras que en 2023 fueron apenas 63 y en lo que llevaban de 2024 solo 59. Esto refleja el avance hacia la eliminación: cada vez quedan menos personas con VHC sin tratar en su área. Del total acumulado, al final del seguimiento un 72% de los pacientes estaban con carga viral indetectable (curados), un 18% tenían estado desconocido (posiblemente se mudaron o perdieron contacto), y un 12,6% lamentablemente habían fallecido (muchos de ellos por comorbilidades dadas las edades y daños hepáticos).
En sus conclusiones, recalcan la importancia de no bajar la guardia: continuar buscando activamente a los no diagnosticados, asegurar el seguimiento de los tratados (para evitar reinfecciones), y fomentar la colaboración entre distintas especialidades y centros para llegar a las bolsas de infección que quedan sin tratar. También sugieren nuevas ideas, como aprovechar alteraciones analíticas (transaminasas elevadas sin causa) para cribar hepatitis C en pacientes que se pueden estar escapando. En definitiva, este ejemplo nos enseña que, con perseverancia y estrategias creativas, la eliminación del VHC es un objetivo realista.
Para las personas con VIH que además tuvieron hepatitis C, esto se traduce en una expectativa de vida mucho mejor, aunque –como vimos– no exenta de necesidad de controles a largo plazo.
6.4. Secuelas metabólicas tras la cura de VHC
Por último, complementando el panorama de coinfección por VIH y VHC, se presentaron estudios de lipidómica que aportan una perspectiva novedosa: incluso tras la curación del VHC con antivirales, pueden persistir alteraciones metabólicas hepáticas en pacientes con VIH. La lipodómica estudia y analiza el conjunto completo de lípidos presentes en una célula, tejido u organismo, lo que se conoce como el lipidoma.
Un grupo de investigadores analizaron el perfil de lípidos en plasma de pacientes coinfectados por VIH y VHC con fibrosis hepática avanzada, comparando muestras del año 1 y del año 6 después de haber logrado respuesta viral sostenida (lo que la curación del VHC) [abstract 0317]. Encontraron que un porcentaje considerable desarrolló MASLD (enfermedad hepática metabólica, nuevo término que engloba la antigua NAFLD o hígado graso no alcohólico) tras la cura: la prevalencia de MASLD era 28,9% al año 1 y subía a 44,8% a los 6 años post-cura. Es decir, muchos pacientes curados de la hepatitis C acabaron presentando acumulación de grasa en el hígado y disfunción metabólica con el tiempo.
El análisis detallado de más de 200 especies lipídicas mostró cambios significativos asociados a MASLD: por ejemplo, en el primer año se observó elevación de ciertos glicerofosfolípidos (fosfatidilcolinas y fosfatidiletanolaminas) y descenso de sus formas lisadas (LPC, LPE) en quienes tenían MASLD. A los 6 años, el patrón seguía mostrando disminución de lípidos beneficiosos (LPE, algunos ácidos grasos) y aumento de lípidos potencialmente nocivos como triglicéridos, comparados con quienes no desarrollaron MASLD (abstract 0318) En resumen, estos hallazgos sugieren una alteración metabólica hepática persistente en pacientes con VIH pese a haber curado la hepatitis C, posiblemente debido a la combinación de infección por VIH (que, incluso controlada, tiene efectos proinflamatorios) y daño hepático preexistente. La recomendación derivada es enfatizar la vigilancia metabólica y hepática a largo plazo en este colectivo.
En la práctica, si eres una persona con VIH que tuvo hepatitis C y la curaste, es muy importante que no descuides el seguimiento: conviene controlar periódicamente el hígado (por ecografías, elastografía, analíticas) y los factores de riesgo metabólicos (colesterol, glucosa, peso, etc.), ya que hay riesgo de enfermedad hepática grasa y sus complicaciones en años futuros. La buena alimentación, el ejercicio y, si es necesario, tratamientos para síndrome metabólico, serán aliados para mantener un hígado sano después de la victoria frente al virus de la hepatitis C.
Volver al índice7. Conclusiones
Los trabajos presentados en el congreso de la SEIMC 2025 muestran un panorama muy esperanzador, pero también desafiante para las personas que viven con VIH. Por un lado, vemos cómo las nuevas iniciativas están acortando el camino al diagnóstico precoz, con pruebas en urgencias que alcanzan a quienes antes no accedían al sistema sanitario. También presenciamos la implementación de soluciones creativas para mejorar la calidad de vida y la adherencia, como la telefarmacia y las herramientas digitales de soporte clínico, que facilitan que el paciente reciba la mejor atención incluso a distancia.
En cuanto a tratamientos, la era actual ofrece opciones potentes y cómodas donde la mayoría logra mantener la carga viral suprimida con terapias de larga duración, y surgen alternativas personalizadas (inyectables, pautas de rescate) para casos particulares. Al mismo tiempo, estos estudios nos recuerdan áreas donde debemos seguir mejorando: eliminar sesgos de género en la atención, abordar los determinantes sociales para que ningún paciente quede atrás por problemas económicos o de soporte, y reforzar la prevención de coinfecciones.
El control del VIH no puede verse de forma aislada; implica también ocuparse de las ITS (identificando nuevos patógenos como M. penetrans) y de las hepatitis virales (aplicando estrategias de microeliminación a pesar de fenómenos como el chemsex que amenazan lo logrado). En definitiva, la investigación presentada en Málaga subraya un enfoque integral: tratar al paciente con VIH como un todo, teniendo en cuenta su contexto, sus otras afecciones y su calidad de vida a largo plazo.
La comunidad de personas con el VIH puede sentirse alentada de ver cómo ciencia y práctica clínica avanzan de la mano para responder a sus necesidades cambiantes. Queda trabajo por hacer, pero los progresos compartidos en este congreso nos acercan cada vez más a un objetivo común: que vivir con VIH signifique vivir largo y bien, con plena salud y bienestar.
Volver al índice8. Referencias
Todos los abstracts pueden consultarse en el libro de comunicaciones del congreso disponible en:
https://intranet.pacifico-meetings.com/amsysweb/faces/publicacionOnlineLIBRO.xhtml?id=987
- Abstract 0051: M. Llamas Adán) , V. Lara Aguilar , S. Grande García et al. Tras la curación del VHC en personas que viven con VIH: persistencia a largo plazo de alteraciones en el perfil de linfocitos T-CD4 y T-CD8
- Abstract 0052: J. Llaneras, P. Álvarez-López, A. Arribi et al. Los Servicios de Urgencias Hospitalarios como escenario clave en el diagnóstico temprano de VIH en extranjeros.
- Abstract 0053: G. Romero Marín, M.Á. Patrón Hernández, I. Henales Iruzubieta et al. Oportunidades diagnósticas perdidas de infección por el hiv y su relación con la pandemia covid-19: estudio hucs-odiper (oportunidades diagnósticas perdidas)
- Abstract 0054: E. Sanchez Yañez, S. Quiros Ales, L. Dani Ben Abdel-Lah, et al. Nuestra experiencia en un programa de Telefarmacia en pacientes con infección por el VIH (PVVIH) en tratamiento antirretroviral (TAR).
- Abstract 0055: C. Tortajada Alamilla, V. Montosa-I-Micó, M. Camacho, et al. Alta Eficacia de la Digitalización de una Guía Clínica para el Manejo de Pacientes con VIH.
- Abstract 0056: A. Moreno Zamora, M.J. Perez-Elias, J.L. Casado, et al. Permanencia a largo plazo EN BIC/TAF/FTC e impacto de nuevas alternativas de TARGA en biterapia
- Abstract 0057: D. Gayoso Cantero, M.D. Corbacho Loarte, L. Espinosa Del Barrio, et al. Oportunidades perdidas y retrasos diagnósticos en infecciones por Strongyloides Stercoralis
- Abstract 0059: N. Robert Boter, G. Fernández-Rivas, J. Llaneras; et al. ¿Olvidamos a las mujeres en los cribados del VIH?
- Abstract 0060: E. López-Urrutia Baquero, J. Álvarez Rodríguez, M. Sanz Alba, et al. Situación social de pacientes con infección por VIH atendidos en un hospital terciario
- Abstract 0092: I. Ansa Isasa, A. Manzanal Perez, L. Piñeiro Vazquez, et al. Uretritis por Mycoplasma penetrans. Análisis de 10 casos.
- Abstract 0100: E. Asensi-Díaz, B. Álvarez-Álvarez, Á.L. Castaño, et al.Repunte de la hepatitis c como consecuencia del uso sexualizado de drogas (chemsex – slamming)
- Abstract 0317: R. Martín Escolano, A. Virseda Berdices, B. Requena, et al. Análisis lipidómico en la enfermedad hepática asociada con disfunción metabólica (MASLD) tras la erradicación del VHC en personas con VIH
- Abstract 0318: A. Virseda Berdices , B. Requena, J. Berenguer, et al. Alteraciones lipídicas y estrés oxidativo en personas con VIH y cirrosis tras la eliminación del VHC
- Abstract 0319: T. Valenciano Ortiz, J. López Hidalgo, C. Hidalgo Tenorio, et. Espiroquetosis intestinal en personas con VIH (PVV)
- Abstract 0320: C. Piña Delgado, M.A. Hernández Betancor, M. Aroca Ferri, et al. Oportunidades diagnósticas en infección por VIH Abstract 0321: N. Astiz Echarte, S. Carlos Chillerón, P. Martínez De Aguirre Miral, et al. Prevalencia de toxoplasmosis en pacientes VIH(+) de Kinshasa estudiada mediante quimioluminiscencia en DBS
- Abstract 0322: A. Moreno, S. Del Campo, M.J. Vivancos, et al. Seguridad neuropsiquiatrica de cabotegravir/rilpivirina en pacientes con toxicidad previa en el sistema nervioso central por inhibidores de integrasa orales
- Abstract 0323: A. Moreno Zamora, M.J. Perez-Elias, J.L. Casado, et al. Seguridad y eficacia de cabotegravir/rilpivirina en pacientes con trasplante de organo solido
- Abstract 0324: A. Moreno Zamora, J.L. Casado, M.J. Vivancos, et al. Seguridad y eficacia de doravirina+TAF/FTC/bictegravir en pacientes muy pretratados
- Abstract 0326: C. Piña Delgado, M. Aroca Ferri, T. Tosco Núñez, et al. Estrategias frente al virus de la hepatitis C en un Hospital de tercer nivel y situación actual
- Abstract 0327: F. Pérez-García, P. Ryan, J. Valencia, et al., Prevalencia y factores de riesgo de infección activa por el virus de la hepatitis C en migrantes entre 2019 y 2023 en Madrid, España