Me llamaron de urgencias y, con un enorme susto, me informaron de que mis plaquetas estaban muy bajas, demasiado. De ahí fui al hematólogo: Todo lo provocaba el VIH. A través de unos amigos sanitarios, al día siguiente me atendieron en la consulta de infecciosos del centro sanitario. El mundo se me caía encima, pensaba que era un mal sueño, no podía estar ocurriendo.
Acompañado de mi pareja, mi mejor amigo y su novia, enfermera, no paré de llorar en la consulta. El médico fue frío, pero esa frialdad… me hizo reaccionar. "Tienes VIH. ¿Y qué? Se trata de una enfermedad como otra cualquiera", me dijo. Yo interrumpía con peros, que no finalizaba. Todavía ni me lo creo, estoy deseando llegar a la próxima consulta y saber de mis CD4, de mi carga viral, todos conceptos hasta ahora desconocidos. Mis defensas, a priori, están bien, no sé cómo irá todo. Mi pareja me apoya, como si nada hubiera ocurrido, quitándole importancía.
Una gran amiga me dijo: "Si tuvieras cáncer, lloraría, con eso no lo haré", todo con normalidad. No tengo palabras. Quizá sea el miedo a lo desconocido, quizá la necesidad de aceptar esta nueva vida. Sinceramente, no sé cómo irá.
Gracias a todos los que trabajáis por esta enfermedad ésta provoca más tristeza que dolor.