Ya no vivo con temores, acepto el presente y aprendo del pasado

Félix

Fue una tarde de abril cuando me realice el test Elisa. Recuerdo que el clima estaba gris y le daba una leve acogida a mis sentimientos. Yo no podía dormir en los días anteriores y estaba completamente solo.

Tenía miedo, sufriendo de insomnio y un peso en el alma que no me dejaba dar ese respiro, aquel aliento que tanto deseas y en cambio obtienes una presión que te oprime el pecho y te hace imposible continuar.

Acabando el día en que me hice el examen recuerdo haber hablado con Dios, yo soy muy creyente, para mi existe un creador. Estudio una carrera relacionada con la medicina y aun así yo tengo fe en algo superior a mí, a nosotros. Si no, ¿en dónde depositaria mi fe?

Es importante tener un buen control corporal, mental y espiritual, porque solo con estas cualidades se logran superar muchos obstáculos.
Conversé con Dios y conmigo mismo e inconscientemente en ese momento estaba comenzando algo que cambio para siempre mi vida.

Después de dos días a las diez de la mañana me llamaron, tenía que ir al hospital donde me tome la muestra y no me dijeron por qué.
Recuerdo ponerme lo primero que encontré y salir al hospital, muerto de ansiedad en una suma preocupación llegué donde tenían mis exámenes. No me los pasaron a mi sino a otro profesional el cual me llamo y me dio la noticia, era reactivo. Lágrimas ardientes con formas de lija marcaron mis mejillas.

Fue en ese momento cuando me arme de valor y le dije a mi familia, Bendita sea mi familia que sin ellos nunca hubiera podido salir hacia delante.

Mi madre me dio el apoyo esencial, el consuelo materno tan cálido que te hace sentir de verdad protegido. Si estás pasando por lo mismo que pasé yo, no tengas miedo de contarlo a tu familia. Ellos son los únicos que de verdad estarán contigo siempre. Nunca te abandonaran.

Al principio, en el primer mes, nos dedicamos a conocer la enfermedad, a romper las barreras y dedicarnos a buscar las maneras de enfrentarla.

He aquí a lo que quiero llegar, el poder de la mente es muy poderoso, muy muy dominante y a veces eso juega en contra. No te dejes dominar por ella. Si llegas a saber que este infectado, deja de pensar en el pasado. Aquí se manifiesta una ironía de la vida. Piensas que las personas te van a juzgar por tu condición siendo que la mayoría de las veces ese prejuicio empezará por ti mismo. Si es así, elimínalo cuanto antes. No hay nada de qué avergonzarse, no hay nada de qué temer.

Todo en esta vida tiene solución, considera cada síntoma que te presente tu cuerpo, cualquier cosa hasta lo más mínimo y podrás llevar una vida sana, plena y feliz. Si sientes que puedes tener el virus y no te has ido a ver, por favor, realiza el examen que, cuanto antes sepas tu diagnóstico, mejor será tu tratamiento, mejores serán tus medicamentos y el virus quizás nunca logre manifestarse.

Así lo fue conmigo, en mi primer diagnóstico tenía una carga viral muy pequeña, no tenía enfermedades adyacentes por lo cual me dieron los medicamentos de última generación. Me siento realmente afortunado por tener la valentía para poder lograr encubrir a esta enfermedad en época temprana, se valiente, tienes que ser fuerte, si tienes VIH tienes que ser un muro implacable, fuerte y aferrarte a la vida. Es lo bonito de esto, porque aunque no lo creas, todo tiene su lado positivo.

Sufrí y mucho, lloré, grité, llegué a dormir con mi madre por una semana.

Después de la semana, empecé a sentir síntomas, y es aquí donde recalco de nuevo el poder de la mente. Tenía nauseas, sarpullidos, dolor muscular y en los huesos, presión torácica y abdominal, dificultades en la digestión.

Resulta que cuando me entregaron los resultados, el recuento viral era minúsculo, y el de CD4 era normal. La doctora me dijo que ningún síntoma provenía del VIH, debido a que era tan poco lo que tenía en la sangre que no había tenido tiempo aun para manifestarse. Ah, y además de eso estaba en mis comienzos.

Noticias maravillosas para mí y fue ahí cuando mi vida cambió para mejor. Te aprendes a querer, aprendes a valorar a los demás, las cosas más ínfimas, te haces amigo de la vida y de la muerte, porque solo el que ama a la vida logra recibir a la muerte como una vieja amiga.

Así lo siento yo, y así te puedo decir con certeza que soy más feliz que en mi vida pasada, me siento afortunado. Saco las mejores calificaciones en lo que estudio, mis amigos me respetan y nunca me he sentido discriminado. Porque cuando las cosas se hacen bien, no hay nada de qué temer.

Ya no vivo con temores, acepto el presente y aprendo del pasado para poder moldear mi futuro. Mi familia, mis amigos, el equipo de doctores son mis pilares… Entrégate a ellos, entrégate a la vida, que esta es muy linda, es muy hermosa y por sobre todo, aprende de tus errores y solo así lograras ser feliz.

(Siento los errores ortográficos, y la falta de tildes, problemas mecanográficos)

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