¿Sabes algo sobre este tema? Me es muy importante, que lo pienses y que después podamos decidir si seguir o no con nuestra relación." Íbamos –yo por lo menos– a por una relación estable.
El me respondió: "Si, sé lo que significa. Yo soy negativo, pero no tengo ningún problema con que seas portadora. Conozco el tema, ya que he viajado a África. Basta protegernos."
Estaba/mos enamorada/dos… al principio todo fue miel y flores, pero después de unos 3 años de relación, años de relación en donde me sentía feliz y maravillada, ya que nunca creí posible de ser capaz de mantener una relación estable y duradera, probablemente cuando se acabo la pasión, empezó el rechazo, la anulación y sus miedos hipocondríacos.
¿Que sucedió entonces? Un día me comento, que prefería una relación libre. Pero yo no. Menos aún siendo portadora de un virus como éste. Pensé que lo entendería y no se habló más del asunto. Pero día a día había menos cariño entre nosotros. El iba a hacerse tests a cada dos por tanto. Un médico le prohibió volver a su clínica, de lo harto que estaba de decirle que estaba sano. Otro médico, en otro pueblo, esa vez estuve yo delante, le preguntó si era consciente de lo que me estaba haciendo. Pero ni caso.
Hacía ya años que manteníamos una relación de hermanos, ni siquiera abrazos cabían, nada. Yo me sentía frustrada, culpable y muy triste. Él lo llevaba mejor y salía con sus amigos. Ellos fueron los que me avisaros de sus escapadas y yo ciega y adicta a esta relación turbulenta y simbiótica, ciega por amor, que no era más amor.
El último año de esta primera y hasta ahora última relación de pareja fue el más duro. Convivimos juntos 9 años. En el año que nos separamos, ya no cabía nada más.
Un día llego a casa y yo tenía preparada una sopa de tomate, recién hecha, a punto de acabar. El me dijo con cara que no puedo definir: " No voy a comer de esa sopa. Me viene a pensar que podría ser sangre tuya!" ¡Y no se la comió! Yo no lo entendía! Después de tantos años de convivencia y sopas de tomate que comió, ¿me vino así? Le insulte por primera vez y en ese mismo momento, supe que se acababa nuestra historia. Intenté entenderle (“es normal que tenga miedo,”), disculpándole (“pero si es una buena persona, es su propia hipocondría”). Pero se pasó otra vez poco después llamándome "asesina potencial" por ser VIH+ . Me hundí mucho en mí misma, pero no lo demostré nunca.
Pocos meses después descubrí a través de una línea no cortada de nuestros teléfonos que se veía con una amiga/colega mía. No se cortó la llamada que le hice a su móvil y escuché como estaban hablando juntos, sobre sus sentimientos y escuché como él le decía que yo no tengo que enterarme de nada. … ¡Pero Dios existe!
Lo eché de casa la misma noche. Le pregunté sobre su encuentro pero me mintió. No hubiese tenido que mentirme. Imagínate que el se hubiese infectado por otra mujer ¡y yo viviendo con el en celibato! Sigo viviendo en celibato. Ya sé que se puede prevenir una infección, pero no se pueden prevenir otras cosas.
Me cuesta mucho volver a confiar, no sólo en sentido de pareja, si no en todas las personas. Intento salir de este aislamiento, pero me está costando mucho superar. ¡De esto hace ya 10 años!