Vivo triste, sin rumbo

Anónimo

Tengo actualmente 25 años, vivo en la Ciudad de México. Mi historia inicia en Septiembre de 2013 cuando conocí a un hombre que desde que lo vi me cautivó y pensé que con él todo sería muy padre. Un día que iba a pasar la noche con él, me confesó que tenía VIH, que estaba en tratamiento y me contó cómo se había infectado.

A pesar de todo, un día me ganó la calentura y me penetró sin preservativo durante unos minutos. No me sentí mal porque pensé que estaríamos juntos en esta situación, además de que yo me creía que tenía VIH desde hace mucho tiempo ya que no me hacía pruebas para comprobarlo. Un día tras un viaje que hicimos a Puebla, al acabar de cenar empezamos a discutir y él en ese momento diluyó el intento de relación (porque aún no era una relación seria). Lloré mucho y le dije que debíamos platicar y seguir como antes, pero a pesar de ello no aceptó y desapareció.

Yo lo busqué durante mucho tiempo, pero nada de eso sirvió y en una ocasión solo respondió a mi correo para decirme que lamentaba lo sucedido, pero que él no era responsable de mis sentimientos y que si un día me encontraba en la calle me saludaría sin ningún problema (como se imaginarán, no necesitaba eso de él, prefería su compañía y apoyo, pero eso no importó y de esa fecha en adelante no supe más de él). A veces entro a la página donde lo conocí y lo veo conectado buscando sexo.

Un amigo me apoyó porque le conté mi temor de ser positivo, sin que le contara toda la historia. Asistimos juntos a realizarme la prueba ya que él conocía el sistema de ese lugar (él ya sabía desde hacía casi dos años que tenía VIH). Mi resultado fue no reactivo, yo quedé sorprendido porque pensé que era positivo por mi vida tan promiscua y en mi cabeza seguía rondando la idea de que ser promiscuo te lleva a infectarte. Me equivoqué en ese momento; sin embargo, de la experiencia con esta persona no habían pasado ni un mes, así que la victoria no estaba cantada.

Pasó el tiempo y me sentía triste por su partida, traté de recuperar mi vida sexual y actuar como si nada estuviera pasando. Conocí otros hombres, con uno de ellos se rompió el condón y tuve que contarle mi situación. Él lo tomó de lo más tranquilo y hasta me dio la impresión de que no le importaba porque quizá era positivo y le daba lo mismo (ya que desde un principio del acto sexual, él no quería ponerse un condón y me acababa de conocer).

Me sentí tan mal en esa ocasión que solo pude llorar y llorar, ya que no quería que eso estuviera pasando, por un momento no me creí su supuesta tranquilidad sobre esta cuestión y hasta pensé que rompió el condón con dolo. En ese tiempo falleció el amigo que me acompañó a hacerme la prueba debido a una neumonía y no entendí cómo pasó si él siempre tomaba sus antirretrovirales.

Caí en una profunda tristeza porque mi amigo ya no estaba y tampoco tenía la confianza de contarle a alguien más todo lo que me estaba pasando.

Un tiempo después en una página contacté a un chico al cual le pedí ayuda, él empezó a salir y a escucharme, se portaba bien conmigo, aunque sentía que no entendía mis temores, mis dudas y mis inquietudes, así que lo dejé por la paz y preferí seguir solo.

Hoy por hoy vivo triste, sin atreverme a decirle a alguien esto que me sucede, me siento atemorizado porque presiento que en cuanto haga la prueba daré positivo y el sistema de salud querrá ingresarme a tratamiento solo para proteger a los demás… ¿pero quién me va a proteger a mí?

Si no quiero los medicamentos es porque conozco personas que he visto el daño horrible que les ha hecho a sus rostros, a sus cuerpos y la marginación que han recibido a causa de ello. Algunos otros los veo y no creo que lo sean, pero nada quita que todos los días toman un medicamento que afecta su cuerpo y su salud aunque mantenga el virus a raya.

Yo sí tengo miedo a vivir marginado (algo que ya me sucede aunque para los demás parezca una persona con chispa y alegre), muchos días termino en mi casa solo, llorando, preguntándome si mañana amaneceré enfermo y moriré, en otras me digo que podré salir adelante, pero tengo claro que no deseo perder mi belleza solo por un tratamiento que prolongue mi vida y que me dé más soledad de la que ya tengo.

Actualmente no tengo lo que yo llamaría amigos sinceros, a muchos solo los escucho hablar y hablar, sin poder confiar en ellos y decirles mi dolor.

Si escribo esto es porque busco consuelo en mí mismo, ya no encuentro ninguna salida y las opciones que existen son muy fuertes para mí. Quizá muchos me digan que siguen con vida, que gozan de buena salud hasta que viven mejor que un negativo al VIH. Nada de eso me sirve, ya que para posicionarme en esta vida tuve que cambiar mi apariencia física y a pesar de ello, descubro que estoy solo, que no confío en nadie porque no me muestran la misma calidad que el amigo que murió en Noviembre de 2013.

Estoy viviendo como si el VIH no circulara en mi sangre, pero lo más seguro es que sí, así como tan seguro estoy de que no tengo el valor de ir solo a una institución de salud para realizarme la prueba. En este tiempo he conocido chicos, no sé cómo he hecho para poner sobre la mesa el punto del VIH, pero solo he escuchado que no aceptarían a alguien así. Actualmente salgo con uno, pero ni relaciones sexuales hemos tenido porque no quiero que se rompa el condón y termine arruinando su vida, tampoco le conflictúa a él, ya que dice "que quiere hacer las cosas bien", aunque sé por su propia voz que es muy promiscuo y que yo le intereso como si fuera la madre de sus hijos (en la versión homosexual, donde no te toco para no volverte una puta y como la madre de mis hijos tienes que ser inmaculada).

Con todo esto, solo sé que he perdido la fe, la esperanza, no sé en qué momento perdí mi camino, a veces me pregunto por qué se cruzaron en mi vida tantas personas tóxicas (lo pienso para evadirme, para darle más vueltas al asunto y sin vuelta de hoja a nada de lo sucedido).

Gracias por leerme, espero puedan aportarme algún comentario valioso y que no me juzguen, porque en este tiempo he aprendido a que tienes que estar en el zapato del otro para entender realmente lo que sucede.

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