Lo único que pensaba era en tirarme bajo un coche. Pero mi vida fue cambiando y cada vez estaba más deprimido. Hasta que me di cuenta que la vida continuaba y, desde entonces, le han llegado muchas oportunidades a mi vida.
Hace unos meses le comente esto a una psicóloga de mi escuela. Ella comprendió mi situación y no me dejo solo, me acompaño siempre, hasta ahora.
Ella me ayudó a salir de mi estado de depresión y me consiguió un lugar donde yo me pudiera sentir como persona y me llevó a un grupo de teatro en la Fundación Huésped, con chicos de mi misma edad que habían pasado por lo mismo.
Me sentí cómodo y me di cuenta que las personas que padecemos esta enfermedad somos especiales pero iguales a los demás.
Por eso, si te enteras de que tienes VIH no creas el mundo se acaba, porque no es así. Pensad en positivo y seguid adelante.
Saludos y ¡viva la vida!