El VIH es una enfermedad crónica, pero no mortal

Anónimo

Tengo 40 años de edad y en enero del 2018 me sentí enfermo. Tuve unos síntomas muy raros para mí, que soy una persona bastante activa y que practica deporte y no consumo alcohol ni fumo. Estos síntomas fueron algo de agotamiento con algo de vértigo, muchos dolores de cabeza y una sensación de resfriado que no se manifestaba.

Sinceramente, al haber tenido varias parejas sexuales durante muchos años sin hacerme jamás un examen de VIH (por la sencilla razón de que siempre he tenido temor) no vi mejor momento que hacerme el examen para obtener un resultado fuera negativo o positivo. No niego que estaba sumamente asustado porque desconozco esta enfermedad y nunca me informé.

Luego de unos días, llegó el momento en que la enfermera me dijo: “El resultado salió reactivo, o sea que era positivo”. Lloré mucho, no pude contenerme, pero ella me dijo que había tratamientos y que debía empezar uno.

Una semana después, me reuní con una doctora y me explicó cuál era mi estado de salud y añadió que tenía también sífilis y que tenía que empezar tratándome lo antes posible. La doctora fue muy amable y ordenó que me hicieran una serie de exámenes de sangre que estarían listos en una semana. Me ofreció iniciar el tratamiento de forma inmediata, pero le pedí esperar a tener primero mis resultados, ya que ella me explicó algunas cosas que me hicieron querer tener más información. Una de esas razones era, y creo que es la más importante, no haber sido infectado por alguien que estuviera en tratamiento y luego lo hubiera dejado, porque existiría riesgo de resistencia al medicamento.

Pasó una semana de espera eterna y solo podía sentir desesperanza y mucha soledad. Sin embargo, mi pareja me apoyó infinitamente (él no es seropositivo porque tiene algo en su sangre que hace que no se infecte, la doctora me explicó eso). Cuando los resultados llegaron, la doctora me dijo que mi carga viral era muy elevada, que posiblemente llevaba 5 años con el virus y mis niveles de CD4 eran bajos (aunque no estaba en etapa de sida) por lo que tenía que empezar mi tratamiento. Esa misma noche tomé mis dos primeras pastillas.

Quiero contar mis verdaderos sentimientos, porque si les ayuda, eso será bueno. Esa noche lloré demasiado y no pude dormir casi nada. Me desperté y fui a trabajar destruido, con una ansiedad única, y aunque mi pareja me animaba, nada me ayudó.

Han pasado casi 12 días desde que inicié mi tratamiento con dos pastillas diarias y debo reconocer que recuperé la energía perdida, básicamente estoy saludable de nuevo, pero la ansiedad me tiene triste, aunque estoy en una lucha diaria por volver a ser esa persona feliz. Mi ansiedad mezclada con miedos y depresión se pusieron peor cuando hace 5 días, una noche desperté con los labios hinchados y mucho sarpullido, casi me vuelvo loco, y más cuando empecé a buscar en internet (terrible error). Pasé un fin de semana espantoso, hasta que anteayer visité a la doctora y me revisó y dijo que era una reacción alérgica al medicamento y me dijo que no lo tomara hasta este viernes en que tendría unos nuevos para mí. Me dio un antihistamínico que está funcionando. Casi ya no hay sarpullido ni las ronchas en muchas partes de mi cuerpo.

Soy una persona sumamente nerviosa y me asusto con todo y eso no está bien porque no ayuda en mi salud. Estoy informándome mucho y empecé a leer un libro para controlar los pánicos de ansiedad y tristeza. No es fácil, pero la doctora me dijo que el VIH no es una enfermedad mortal, es una enfermedad CRÓNICA y se puede tratar, mas no curar. Solo sé que debo aceptar mi nueva condición [positivo al VIH].

Les contaré mis progresos y, si tienen alguna pregunta, gustoso se la responderé, porque debemos dejar de ver esta enfermedad como un estigma social y debemos ser más solidarios con quienes necesitan apoyo.

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